Las dos vidas del palacio de Liria
En la Guerra Civil, las obras de mayor valor se guardaron en el Banco de Espa?a
Nada m¨¢s cruzar la puerta principal, un imponente escudo de armas, en el suelo del hall, realizado con peque?os mosaicos llama la atenci¨®n sobre dos fechas grabadas en dorado: 1773 y 1953. Corresponden a las dos vidas del palacio de Liria. Aunque, para saber mejor de su historia conviene remontarse a principios del XVIII. Cuando Jacobo Fitz-James Stuart, nacido de los amores ileg¨ªtimos del rey Jacobo II y su amante Arabella, antepasada de Winston Churchill (con quien tendr¨ªa otros tres hijos m¨¢s) recibe de Felipe V el ducado de Liria por su paseo triunfal en la batalla de Almansa (1707).
Pero ¨¦l no pis¨® Espa?a salvo para guerrear. Fue su nieto, Jacobo Fitz-James Stuart y Col¨®n, casado con la arist¨®crata espa?ola Mar¨ªa Teresa de Silva, quien inici¨® la construcci¨®n del palacio de Liria. Como buen militar, pens¨® que nada mejor que instalarse cerca del Real Alc¨¢zar y al lado del cuartel Conde Duque que se estaba construyendo entonces. Llam¨® al m¨¢s famoso de los arquitectos, Ventura Rodr¨ªguez, que ide¨® un edificio de gusto neocl¨¢sico que se inaugur¨® en 1773.
Las visitas p¨²blicas acumulan una lista de espera de dos a?os
La segunda vida de este palacio est¨¢ ligada a otro suceso b¨¦lico, la Guerra Civil espa?ola. Tras ser bombardeado por la Legi¨®n C¨®ndor durante la toma de Madrid en 1936, y ser pasto de las llamas, solo quedaron en pie las cuatro fachadas. Durante a?os permaneci¨® en ruinas. Hasta que el 17? duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falc¨®, embajador en Londres, encarg¨® a su regreso la rehabilitaci¨®n al arquitecto ingl¨¦s Edwin Luyttens, que dirigi¨® Manuel de Cabanyes. Pero su muerte en 1953, en Lausanne (Suiza) le impide ver m¨¢s all¨¢ de los cimientos. La tenacidad y decisi¨®n de su ¨²nica hija, Cayetana, que acababa de tener a su primer hijo, hizo que se retomaran unas obras tan costosas que mermaron a la mitad un m¨¢s que abultado patrimonio diseminado por toda la geograf¨ªa espa?ola.
El palacio de Liria es de planta rectangular y severa simetr¨ªa, suavizada por unos soberbios jardines de aire afrancesado. Acoge el grueso de la colecci¨®n de arte de la Casa de Alba: obras de Rubens, Rembrandt, Vel¨¢zquez, El Greco, Zuloaga... y es adem¨¢s la sede de la fundaci¨®n, lo que implica exenciones fiscales. Seg¨²n la Ley de Patrimonio Hist¨®rico, est¨¢ obligado a abrir sus puertas al p¨²blico, en su caso solo cuatro d¨ªas al mes (viernes por la ma?ana en grupos de 18 personas), raz¨®n por la que acumula una lista de espera de dos a?os. La demanda es brutal, aseguran en el palacio, que justifican el retraso "porque las peticiones llegan hasta de Australia".
Del origen ingl¨¦s de la casa (Churchill se refer¨ªa al duque de Alba como su "primo") habla, entre otros rincones, la biblioteca. En sus paredes pintadas de verde -imitando a la original que era de malaquita- proliferan los t¨ªtulos en ese idioma, desde una historia del Cid (The Cid and his Spain, de Men¨¦ndez Pidal) hasta Death in the afternoon, de Hemingway. Total, 9.000 vol¨²menes de los 21.000 que se reparten por los 3.500 metros cuadrados del palacio y que resumen una historia del mundo envuelta en un cierto olor a abolengo.
De las cuatro plantas, al p¨²blico solo se abre la primera. Una escalinata vigilada por alguna que otra armadura conduce a las 11 salas que se pueden visitar, de las 200 del palacio. Las estancias se reparten por estilos pict¨®ricos, seg¨²n el criterio de la presidenta del patronato de la fundaci¨®n (la duquesa), que las visita a menudo cambiando objetos, y del vicepresidente (su hijo el duque de Hu¨¦scar) junto a sus asesores. As¨ª, el sal¨®n italiano, dedicado casi por completo al Renacimiento, acoge una de las joyas de la corona, La virgen de la granada, de Fra Angelico, de las que solo hay otras dos en Espa?a, en el Prado y en el Thyssen.
Esta obra, serena, anticipa la expectaci¨®n que genera la aut¨¦ntica estrella del palacio: el retrato de Goya, colgado en el sal¨®n que lleva su nombre, a la 13? duquesa de Alba. Cayetana y la perrita a sus pies con un lazo rojo anudado en la pata. Una hermosa y liberal mujer perseguida por la pol¨¦mica entonces y hoy. Mecenas y musa de Goya, y qui¨¦n sabe si amantes, ese mismo cuadro ilustra la portada de la pol¨¦mica biograf¨ªa Aguirre el magn¨ªfico (Alfaguara), de Manuel Vicent sobre el segundo marido de la duquesa, Jes¨²s Aguirre. Junto al famoso cuadro est¨¢ la mesa de escritorio que tambi¨¦n tiene su historia. Durante la Guerra Civil, las obras de mayor valor se guardaron en el Banco de Espa?a y en la Embajada brit¨¢nica. Pero hubo objetos que se desperdigaron. Algunos acabaron en chamariler¨ªas y otros en despachos de Estado como esa mesa en la que un d¨ªa el duque de Alba de visita al despacho del cu?ad¨ªsimo de Franco, Serrano S¨²?er, se lo encontr¨® detr¨¢s de ella.
Ese mueble hab¨ªa pertenecido a Eugenia de Montijo, que frecuentaba a menudo el palacio invitada por su hermana Paca, casada con el 15? duque de Alba, y donde le sorprendi¨® la muerte en 1920. La huella de la emperatriz de Francia se deja ver en la decoraci¨®n. En el despacho del padre de la actual duquesa, que m¨¢s parece una habitaci¨®n que un lugar de trabajo, permanece un peque?o costurero de la mujer de Napole¨®n III. Como si alguien acabara de utilizarlo. Tres retratos que pint¨® Zuloaga acaban de dar a la estancia un aire familiar: el padre de Cayetana de Alba, su madre, y ella montada en un poney, una experiencia (la de pintar a la ni?a duquesa) que dej¨® exhausto al pintor: "No volver¨¦ a pintar a un ni?o", resolvi¨® el artista.
El car¨¢cter muse¨ªstico del palacio se mezcla con la vida cotidiana de una casa, que es la residencia en Madrid de la duquesa y dos de sus hijos. El arte convive con im¨¢genes familiares del primer marido de Cayetana y padre de sus hijos, Luis Mart¨ªnez de Irujo; de don Juan de Borb¨®n o la familia real con los pr¨ªncipes y las infantas de ni?os, que hablan de la fuerte impronta mon¨¢rquica de la Casa de Alba. Las pocas notas contempor¨¢neas llegan de otras fotograf¨ªas: las del duque de Hu¨¦scar con su exesposa y sus hijos; Eugenia, la ¨²nica mujer de los seis descendientes de la duquesa o ella junto a Aguirre saludando a Felipe Gonz¨¢lez ("una cuesti¨®n de amistad, no pol¨ªtica", matizan).
La zona m¨¢s mundana se aprecia en el soberbio sal¨®n de baile. En su suelo de madera quedan marcas de los tacones de aguja de un pasado m¨¢s glorioso. Sirvi¨® de pasarela para un desfile de Christian Dior organizado por Cayetana de Alba, pero desde hace a?os permanece extra?amente silencioso, como el resto del palacio.
En cambio, un imponente comedor, la ¨²ltima etapa de la visita, sigue siendo escenario de comidas en familia y reuniones de amigos. O de trabajo. Jacobo Siruela, el hijo editor de la duquesa, prepara una gu¨ªa del palacio que tiene previsto publicar en octubre y un libro con la historia del inmenso pasado de la familia con m¨¢s t¨ªtulos del mundo a trav¨¦s de su patrimonio. En el jard¨ªn, una peque?a gr¨²a se lleva a duras penas un enorme cepell¨®n de un cedro que ha contemplado los ¨²ltimos 200 a?os de la historia del palacio. Esa quietud lograda a base de siglos se rompe con el ruido del infernal tr¨¢fico nada m¨¢s atravesar la verja de hierro.
Palacio de Liria. Princesa, 10 y 22. Entrada gratuita.
Visitas: todos los viernes en tres turnos: 10.00, 11.00 y 12.00. Cita previa: 91 547 53 02.
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