La extra?a pareja
La esperada patada de Florentino a Valdano suscit¨® la tard¨ªa indignaci¨®n del capit¨¢n Grason. "?Es tiempo de dictadores!", exclam¨®. Y, no d¨¢ndose por satisfecho, a?adi¨® enfurru?ado: "La a?oranza de un hombre fuerte en quien delegar las responsabilidades personales es el sue?o predilecto de todo reba?o".
Los personajes de la taberna londinense, desde Doris hasta el Diablo, pasando por Juanita la Muerte, la Mujer Invisible y la Caperucita Roja, pensaron que Grason exageraba porque estaba borracho. Y lo estaba, pero no tanto. En un alarde de et¨ªlica pedanter¨ªa no exenta de lucidez, puntualiz¨®: "Se trata de un s¨ªntoma m¨¢s que presupone, por-su-pues-to, la eliminaci¨®n de cualquier presencia ex¨®gena que obstaculice el proceso de abducci¨®n generalizada".
Hay estadios donde no dejan crecer la hierba para frenar el bal¨®n y rivales cuyo t¨¦cnico ensalza al colega ganador
La alusi¨®n a Valdano como presencia ex¨®gena hizo que a Juanita la Muerte le entrara una risa convulsa y contagiosa que encontr¨® eco, a mand¨ªbula batiente, en la Mujer Invisible y que los cuernos del Diablo, como antenas parab¨®licas, propulsaron. La onda expansiva se propag¨® por las cloacas hasta los m¨¢s rec¨®nditos recovecos del caso G¨¹rthel y sus alrededores, donde, tras protectoras togas y birretes, las ratas se r¨ªen de nosotros. Pero el capit¨¢n, erre que erre, prosigui¨® impert¨¦rrito con su lengua de trapo: "Poco ha importado que el sospechoso mantuviera la mayor discreci¨®n y silencio. En este Real Mourinho tienen expertos en el lenguaje de los sordomudos capaces de leer los labios del pensamiento".
La Lata de Lotina, vac¨ªa y arrumbada a pie de mostrador, se apiad¨® de Caperucita, que no entend¨ªa ni jota de la desfasada diatriba, y, adoptando la voz del ordenador Hal 9.000 de 2001, explic¨® a la desconcertada jovencita que, seg¨²n Grason, lo que suced¨ªa en un club de f¨²tbol pod¨ªa extrapolarse a la sociedad entera, de manera que el pestilente populismo imperante es inequ¨ªvoco s¨ªntoma de renovados efluvios dictatoriales. "?Como las cargas de los Mossos d'Esquadra contra los acampados en la plaza de Catalunya?", pregunt¨® Caperucita con certera inocencia. "O como la ex¨¦gesis de Franco en el diccionario de la Real Academia de la Historia", apuntill¨® la voz de Hal.
Por fortuna, en ese momento, lleg¨® la buena nueva: el f¨²tbol tambi¨¦n se juega en estadios donde no dejan crecer la hierba para frenar el bal¨®n y contra rivales cuyo entrenador ensalza al colega ganador. "El Barcelona es el mejor equipo que he visto nunca", declar¨® sir Alex sin reticencias ni subterfugios que menoscabaran la victoria del contrincante. Tuvimos que ir a Londres para recordar el significado del fair play. Lamentablemente, TVE no hab¨ªa previsto que un escoc¨¦s hablara en ingl¨¦s o puede que, a causa de los recortes publicitarios, no le quedara dinero para contratar int¨¦rpretes ni auriculares. Fueron pat¨¦ticos los denodados intentos de incrustarle en la oreja el pinganillo al ocasional traductor, el guardameta Reina, que aduc¨ªa exculpatorio el que Ferguson ten¨ªa un acento raro. Peccata minuta. El f¨²tbol ha impuesto su ley demostrando que el arte y la inteligencia pueden expresarse con la cabeza y los pies, sin intrigas ni pataleos fuera de tablero.
Esta ¨²ltima reflexi¨®n provoc¨® la irrisi¨®n del Diablo. "?Qu¨¦ ser¨ªa el f¨²tbol sin intrigas ni pataleos, sin insultos ni odios irreconciliables? Un deporte de masas se nutre de las bajas pasiones que despierta. Nadie habla de pimientos si no est¨¢n envenenados", dictamin¨® y, como para corroborar su aserto, al grito de "?mu¨¦rete, Figo!", irrumpieron en la taberna siete boixos nois reci¨¦n llegados de Wembley. Con rencorosa memoria, ni en momentos de gloria perdonaban la supuesta traici¨®n de un profesional que, 11 a?os antes y Florentino mediante, hab¨ªa optado por cambiar de camiseta. A su vez enardecido, en un gesto de irreprimible patriotismo, el hijo ultrasur de la Mujer Invisible y padres desconocidos se baj¨® los pantalones y mostr¨® las nalgas tatuadas con sendas cruces gamadas. Oportuna y disuasoria, Juanita la Muerte empu?¨® la guada?a y, segando el aire, restableci¨® la calma. Los boixos nunca hab¨ªan visto a la Muerte vestida de sevillana y emprendieron una prudente retirada. "Es hora de cerrar por vacaciones", anunci¨® Doris. Disipada la borrachera y mitigados los celos, el orondo capit¨¢n Grason comparti¨® la melancol¨ªa del Diablo.
Formaban una extra?a pareja. Como si Mourinho y Guardiola echaran de menos a una misma mujer.
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