Nosotros y los otros
?Qu¨¦ es para usted la felicidad? "Tener agua. La gente viene a mi casa porque tengo agua. Eso es lo que me hace feliz", confiesa una mujer de Madagascar. Otra mujer, de Siria, afirma sonriente: "Aprobar el examen de ingl¨¦s fue el momento m¨¢s feliz". Al aprender un idioma diferente, tan extra?o y amplio, "es como si te invitaran a hacer un viaje a la Luna o a las estrellas". Y un jovenc¨ªsimo soldado norteamericano que acaba de volver de Irak relata: "Al campamento ven¨ªan todos los d¨ªas un padre y un hijo iraqu¨ªes que se encargaban de la electricidad; no hablaban ni palabra de mi lengua, pero com¨ªamos juntos y nos comunic¨¢bamos de alguna manera. ?sa ha sido la lecci¨®n m¨¢s importante y feliz para m¨ª: comprender que no hac¨ªa falta una lengua para entendernos, que ¨¦ramos iguales en lo sustancial".
?Cu¨¢l es el sentido de la vida? Una chica irlandesa cuenta lo que le pas¨® tras el bautizo de su sobrina. Volv¨ªa en coche con su novio, un poco achispada, y pasaron al lado de un joven tirado en un banco. Cuenta que oy¨® una voz dentro de su cabeza y le rog¨® a su novio que diera la vuelta. ?ste se resisti¨® y ella insisti¨®. Volvieron y el joven, v¨ªctima de una sobredosis, muri¨® en sus brazos. Fue "un privilegio", apunta emocionada, y concluye: ¨¦se debe ser el sentido de la vida, o¨ªr un "help me" y acudir a esa llamada.
?Se ha sentido diferente o discriminado alguna vez? Un se?or mayor, et¨ªope, relata que cuando era joven los europeos le parec¨ªan muy inferiores: eran tan blancos que deb¨ªan estar afectados por la lepra; mejor no tocarles siquiera. De hecho, los et¨ªopes les miraban por encima del hombro. Despu¨¦s, ¨¦l emigr¨® a Estados Unidos, y a quien miraron por encima del hombro fue a ¨¦l. Con un contagioso sentido del humor, cuenta que no le preocupa mucho, pues comprende perfectamente el mecanismo.
Estos y tant¨ªsimos otros testimonios pueden verse y escucharse, sentirse y compartirse en la exposici¨®n 6 mil millones de Otros, en el precioso y reci¨¦n reinaugurado Museo San Telmo de Donostia. Miles de personas del ancho mundo respondiendo a un mismo cuestionario -?Qu¨¦ representa para usted la familia? ?Qu¨¦ le gustar¨ªa transmitir a sus hijos? ?Cu¨¢l es su mayor temor? ?Se siente libre? ?Por qu¨¦ raz¨®n estar¨ªa dispuesto a matar a alguien?-; tiendas de campa?a circulares en las que el espectador entra a oscuras y, en un ambiente de inusitada intimidad, una sucesi¨®n de rostros en primer plano le van hablando con tocante humanidad.
Por cierto que hoy, ma?ana y pasado nos juntamos en Donostia unos 300 pensadores -y todos los que se quieran apuntar: vean el programa tecleando "Congreso Nosotros y los Otros, EHU"). En lugar de historias personales como ¨¦sas, debatiremos teor¨ªas ¨¦ticas y pol¨ªticas, s¨ª, pero en el fondo reflexionaremos sobre lo mismo: sobre aquello que nos hace semejantes y aquello que nos diferencia. Quedan invitados.
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