Mal de altura
La sorpresa electoral de Bildu ha cogido a todos por sorpresa. Era previsible un regreso exitoso de la izquierda abertzale tras a?os de ostracismo, pero nunca hasta el extremo que han arrojado los resultados. Quiz¨¢s nadie m¨¢s sorprendido que la propia coalici¨®n. La izquierda abertzale se encuentra en una posici¨®n favorable para tocar poder, lo cual, en democracia, se resuelve en algo modesto y oscuro: tocar poder quiere decir hacer gesti¨®n.
Es una situaci¨®n turbadora, que inquieta a sus adversarios y a muchos sectores sociales, pero la turbaci¨®n mayor, la conciencia de la dimensi¨®n de esta aventura, corresponde a Bildu. La izquierda abertzale lleva m¨¢s de tres d¨¦cadas asentada en el discurso antisistema. El escaso ¨¦xito de las movilizaciones 15-M en Euskadi se explica, entre otras cosas, porque aqu¨ª el antisistema ya ten¨ªa su sitio. Tambi¨¦n su "indignaci¨®n" era anterior a la crisis econ¨®mica. Adem¨¢s, la presencia en la coalici¨®n de Alternatiba, una facci¨®n radicalmente anticapitalista y revolucionaria, puede reforzar lo que la izquierda abertzale siempre ha representado, en lo ideol¨®gico y en lo emocional.
Toda organizaci¨®n antisistema, cuando se asoma al poder, sufre mal de altura. Su ideolog¨ªa se convierte en una trampa. Al pisar moqueta s¨®lo caben dos alternativas: o destruir el juego de alfombras del palacio foral o echar mano de la palmeta de mimbre. Para entendernos, el antisistema o dinamita el sistema o se resigna y lo administra. Sencillamente, no hay m¨¢s. Es posible que Bildu administre buena parte del poder local de Euskadi, especialmente en Guip¨²zcoa. Y, aunque resulta dif¨ªcil hacer predicciones, vamos a intentarlo. La predicci¨®n es que Bildu, en un acceso de realismo, acabe integr¨¢ndose en el modelo -si sustituimos "sistema" por "realidad" todo deviene m¨¢s sencillo-. Su herencia hist¨®rica y pol¨ªtica le situar¨ªa en una socialdemocracia algo a la izquierda del ala izquierda del PSOE. Ser¨ªa posible, por tanto, una mayor agresividad fiscal y alguna gesticulaci¨®n ecologista, pero la gesti¨®n los convertir¨ªa, a medio plazo, en una pieza m¨¢s del paisaje pol¨ªtico. En esas condiciones, y si la coalici¨®n se mantiene, la tensi¨®n a la derecha, en t¨¦rminos relativos, de Eusko Alkartasuna, y a la ultraizquierda de Alternatiba, dejar¨ªa a la izquierda abertzale en una posici¨®n interna de especial comodidad. El alumbramiento de una socialdemocracia con rom¨¢nticos ribetes izquierdistas est¨¢ servida.
Queda la suerte de Aralar, la parte de la izquierda abertzale que tuvo la decencia moral y la valent¨ªa de dar un paso al frente en contra de ETA. Su futuro no es halag¨¹e?o. A veces, hablando de las v¨ªctimas, hemos dicho que en pol¨ªtica no existe ni arrepentimiento ni perd¨®n. La suerte de Aralar certifica que en pol¨ªtica tampoco existe la justicia. Y habr¨ªa que preguntarse qu¨¦ hay de bueno en la pol¨ªtica, si es que hay algo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.