Indignados con el Sur
La crisis y el populismo alientan tensiones entre los vecinos europeos - Alemania se enreda en clich¨¦s con la 'E.coli', las vacaciones y la jubilaci¨®n
Sin el miedo al populismo que recorre Europa, no se explica la resurrecci¨®n de rancias ideas que pretenden ahondar la diferencia entre el sur y el norte del continente, y que en estos momentos abonan la ciza?a entre Alemania y Espa?a. La tensi¨®n comenz¨® con un comentario de la propia canciller alemana, Angela Merkel, sobre las muchas vacaciones que ella supone que se toman los espa?oles (y otros trabajadores del sur de Europa). Solo faltaba la crisis del pepino para completar el s¨²bito cuadro de desconfianza hacia el pa¨ªs m¨¢s grande de la Uni¨®n Europea.
Y sin embargo, la raz¨®n se resiste a admitir la hip¨®tesis de que Alemania odia a los espa?oles, o que hace lo que le da la gana porque es el m¨¢s fuerte de Europa; o que se ha propuesto abatir a los productores espa?oles de frutas y verduras. Ser¨ªa absurdo atribuirles intenciones tan retorcidas, cuando los alemanes compraban la cuarta parte de la exportaci¨®n espa?ola de vegetales hasta hace pocas semanas; y adem¨¢s ven¨ªan en masa -y no hay noticias de que se hayan arrepentido- a disfrutar de sus vacaciones en Espa?a. Pero el miedo a una epidemia mortal sin asesino conocido provoc¨® una informaci¨®n err¨®nea e imprudente por parte de la responsable de Sanidad de Hamburgo, Cornelia Pr¨¹fer-Storks, de proporciones devastadoras para todo el sector hortofrut¨ªcola espa?ol, que de repente fue v¨ªctima de la desconfianza de Alemania y del resto de Europa hacia los productos frescos procedentes de Espa?a.
Merkel est¨¢ en una posici¨®n dif¨ªcil tras las elecciones y los rescates financieros
El pol¨ªtico necesita alguien a quien sacrificar en el altar del miedo ciudadano
La crisis del pepino no es tan grave como la financiera, pero la empeora
Lo m¨¢s inquietante es la tendencia alemana a aislarse en Europa
M¨¢s all¨¢ de pasar la factura por los da?os, la sorpresa de los espa?oles respecto a Alemania ha sido may¨²scula, porque se le considera como la meca de la eficiencia, de la seriedad y del buen hacer. El 78% de los espa?oles ten¨ªa una opini¨®n favorable de Alemania antes de la malhadada crisis, mejor que la existente sobre Italia, la Uni¨®n Europea en su conjunto o Estados Unidos, seg¨²n datos del Instituto Metroscopia correspondientes a 2010. No era tan buena la opini¨®n sobre la canciller, Angela Merkel (58% de opiniones favorables), desde luego menos querida por los espa?oles que Barack Obama (70% a favor), pero mucho m¨¢s que el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, que cosechaba solo un 20% de opiniones positivas en ese mismo estudio. Y no solo es eso: la imagen de Alemania en 2010 hab¨ªa mejorado respecto a la que el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) hab¨ªa medido en 2002, cuando la simpat¨ªa de los espa?oles por Alemania estaba por debajo de la que despertaban Italia o Francia.
Ahora, "es como si hubiera una consigna en toda Europa de no comprar productos espa?oles", protesta Jorge Brotons, el presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas. En una escalada de r¨¦plicas, la COAG -patronal espa?ola del sector agrario- pidi¨® el boicoteo de los consumidores a "todo lo que huela a Alemania", bajo el argumento de que "si ellos han colgado carteles diciendo que no tienen productos espa?oles, tampoco van a tener compradores espa?oles". Se pretende devolver "a los alemanes" parte del desastre econ¨®mico que se ha abatido sobre Espa?a, estimado en p¨¦rdidas de 200 millones de euros semanales, seg¨²n los primeros c¨¢lculos.
El subid¨®n de amenazas ilustra el peligro de desatar una alarma sanitaria imprecisa. Nada se ha arreglado con el intento de designar r¨¢pidamente a los culpables del grave problema de salud que se hab¨ªa presentado en el norte de Alemania. Confundirse de asesinos, como hizo la jefa de Sanidad de la ciudad-Estado de Hamburgo, no ha resuelto problema alguno de salud; era l¨®gico el desconcierto ante un peligro desconocido, pero tambi¨¦n se ve ah¨ª el pavor de los pol¨ªticos a no tener nadie a quien sacrificar en el altar de los miedos ciudadanos. Dicho sea de paso, la crisis del pepino ha evidenciado tambi¨¦n la diferencia en el funcionamiento de las instituciones pol¨ªticas de ambos pa¨ªses. Mientras el Gobierno federal alem¨¢n respaldaba a las autoridades de Hamburgo, por m¨¢s que sean de distinto signo pol¨ªtico -socialdem¨®cratas estas ¨²ltimas, democristianas y liberales las del Ejecutivo de la canciller-, el Partido Popular se ha apresurado a acusar de mala gesti¨®n al Gobierno socialista en Espa?a.
Al cabo de diez d¨ªas de crisis, el balance es aterrador. Sobre todo en el terreno sanitario, donde a las muertes confirmadas hay que a?adir millares de afectados y un n¨²mero indeterminado de personas que se supone incuban la enfermedad. Y entre medias crece la ciza?a, esa gram¨ªnea que "se cr¨ªa espont¨¢neamente en los sembrados y la harina de su semilla es venenosa", seg¨²n la descripci¨®n del diccionario de la Real Academia Espa?ola. Que en el terreno pol¨ªtico afecta ya a la Comisi¨®n Europea por haberse tomado en serio el primer aviso alem¨¢n, para verse obligada a levantar la alerta el mi¨¦rcoles por la tarde tras haber desatado un p¨¢nico general. El desastre trasciende a la huerta espa?ola, se extiende a las de otros pa¨ªses europeos y ha servido de pretexto para el cierre de las fronteras de Rusia a las frutas y hortalizas de toda la UE. A pesar de sus siempre fr¨ªas relaciones, Angela Merkel y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero han tenido finalmente que hablarse para echar algo de agua al incendio.
Es dif¨ªcil explicarse lo ocurrido sin tener en cuenta las tendencias aislacionistas que se advierten en Alemania. Una actitud que parece tentar a la propia canciller y a su partido, muy afectado por problemas electorales. Los democristianos de Angela Merkel quedaron relegados a la tercera posici¨®n en las elecciones de Bremen del 22 de mayo. Un poco antes hab¨ªan sido apeados de seis d¨¦cadas de poder en el Estado de Baden-W¨¹rttemberg, el m¨¢s industrializado de Alemania, donde han sido ejecutados por una coalici¨®n entre Los Verdes y el SPD. Nuevas elecciones parciales les aguardan. Si los cristianodem¨®cratas apenas se sostienen, peor le van las cosas a su socio, el Partido Liberal, aliado de Merkel desde el oto?o de 2009, que no para de perder votos.
Hay que reconocerle a Merkel una posici¨®n extremadamente dif¨ªcil en el problema principal, que es la crisis financiera. Al principio se opuso a dar el visto bueno a un plan de rescate europeo para Grecia, despu¨¦s acab¨® aceptando ese proyecto y los que sucesivamente han sido precisos para Irlanda y Portugal. La canciller y su entorno argumentan que Alemania es el principal beneficiario del euro y que por eso interesa a su pa¨ªs ayudar a los pa¨ªses en dificultades, pero los golpes electorales est¨¢n ah¨ª, explicados por algunos observadores en funci¨®n del malhumor ocasionado por los miles de millones de euros acordados en ayudas a Grecia, Irlanda y Portugal, con los temores sobre Espa?a al fondo. "No se puede gobernar el euro con l¨ªderes pol¨ªticos enfrentados constantemente a elecciones parciales", comentaba recientemente a este peri¨®dico una autoridad europea. El resto, las muestras de menosprecio por los socios del sur, constituyen la m¨²sica que adorna la partitura esencial. Se descubre as¨ª que tantos a?os de cooperaci¨®n entre los Estados europeos, y de intercambios culturales y tur¨ªsticos masivos entre sus pueblos, no sirven para borrar las ideas heredadas del pasado.
Peor a¨²n: que los canales diplom¨¢ticos, la relaci¨®n de confianza entre los l¨ªderes y las vinculaciones a trav¨¦s de las instituciones comunitarias se rompen con facilidad. Cuando se re¨²nen los grandes mandatarios de los pa¨ªses europeos, lo que nunca falla es la foto de familia, en una imagen de unidad que los ciudadanos observan c¨®mo se destroza al menor incidente.
Hay razones todav¨ªa m¨¢s importantes para inquietarse del aislacionismo alem¨¢n. Lo demuestra la decisi¨®n de cerrar todas las centrales nucleares de aqu¨ª a 2022, sin discutirlo con sus socios, ni siquiera con los vecinos m¨¢s cercanos. Las consecuencias que esto pueda acarrear en Italia, donde es inminente la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum sobre la energ¨ªa nuclear, o en Francia, el pa¨ªs m¨¢s nuclearizado del continente, no parecen haber pesado en la decisi¨®n de Merkel y su equipo, o al menos no lo han explicado. Unas semanas antes, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Alemania se hab¨ªa abstenido en la votaci¨®n de la resoluci¨®n que autoriz¨® el uso de la fuerza en Libia "para proteger a la poblaci¨®n civil", a diferencia de otros miembros de la UE.
Mientras que en Espa?a y en Grecia se multiplican las protestas ciudadanas contra la falta de perspectivas de futuro, los alemanes parecen muy dubitativos sobre la relaci¨®n que deben mantener con los pa¨ªses del sur, a los que imputan haber vivido a cr¨¦dito. Desentra?ar las soluciones a todo este delicado problema ya es suficientemente complicado como para enzarzarse en ocurrencias de trazo grueso. Como la sugerencia hecha a los griegos por dos diputados de la mayor¨ªa en el poder en Alemania, el liberal Frank Sch?ffler y el cristianodem¨®crata Josef Schlarmann: ?si los griegos tienen problemas de tesorer¨ªa, que vendan sus islas!
Los espa?oles saben algo de lo dif¨ªcil que es combatir epidemias de origen desconocido. La persecuci¨®n del aceite de colza desnaturalizado, en los primeros a?os ochenta del siglo anterior, tambi¨¦n empez¨® por diversos productos de huerta. Si ahora tenemos por ah¨ª una nueva bacteria asesina, contagiosa y de ignoto origen, conviene tom¨¢rsela absolutamente en serio y tenerla como prueba de lo in¨²til que resulta aislarse en Europa o enzarzarse en represalias.
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