La socialdemocracia catalana
La salida de Josep Llu¨ªs Carod Rovira de Esquerra Republicana invita a reflexionar sobre la capacidad autodestructiva de ciertas organizaciones como, en este caso, los partidos pol¨ªticos, pero tambi¨¦n sobre el futuro de la socialdemocracia en Catalu?a.
Josep Llu¨ªs Carod Rovira llev¨® a Esquerra Republicana a sus mejores resultados. Nunca en la democracia posfranquista hab¨ªa tenido tanto poder ni tanta presencia institucional. Fue Carod el que cambi¨® el discurso de Esquerra, sac¨¢ndolo del independentismo testimonial y convirti¨¦ndolo en partido de gobierno. Fue Carod quien, frente al nacionalismo convencional, hizo ¨¦nfasis en una idea republicana de pa¨ªs. Y fue Carod quien, al optar por el tripartito de izquierdas, coloc¨® est¨¢ opci¨®n ideol¨®gica al mismo nivel que la identitaria. Siete a?os despu¨¦s, Esquerra entr¨® en barrena. La psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias y las rivalidades personales han hecho estragos en el espacio independentista. Esquerra no tiene ni liderazgo ni proyecto, totalmente perdida de tanto mirar por el retrovisor a CiU y de tanta energ¨ªa gastada en las querellas de familia. Y Carod se va. Carod tiene, obviamente, su parte de responsabilidad en la ca¨ªda de Esquerra. La primera y principal, que no supo compaginar el liderazgo p¨²blico con un control efectivo de un partido cuya vida interna ha sido siempre dif¨ªcil de dirigir. La crisis de Perpi?¨¢n -el encuentro de Carod con una representaci¨®n de ETA- debilit¨® su autoridad y marc¨® negativamente las expectativas del tripartito. El electorado que arrastr¨® Carod en 2003, en parte desencantado del nacionalismo conservador, necesitaba un Gobierno de ¨¦xito para consolidarse. Y el tripartito se fue degradando desde el primer d¨ªa. Debilitado Carod, Esquerra ha ido cuesta abajo hasta la explosi¨®n actual. Las desavenencias y los resentimientos son un veneno letal para los partidos.
La salida de Carod Rovira de ERC invita a reflexionar sobre la capacidad autodestructiva de ciertas organizaciones
Pero la salida de Carod obliga a mirar a todo el espacio de la izquierda catalana, que en este momento es un erial y est¨¢ sometido a una gran contradicci¨®n: las respuestas ortodoxas a la crisis -impuestas desde Europa- han desdibujado la diferencia entre derechas e izquierdas, y al mismo tiempo, el malestar social crece sin que la izquierda sea capaz de responder positivamente a las demandas reformistas que vienen de la calle. Con el PSC lleno de dudas -y en las dudas siempre se acaban imponiendo las inercias de toda la vida- y con la izquierda independentista hecha trizas, ?ha llegado el momento de pensar en una izquierda socialdem¨®crata nacional? Es decir, ?ha llegado el momento de un partido que agrupe distintas sensibilidades de una izquierda aut¨®noma sin vinculaci¨®n org¨¢nica con la izquierda espa?ola? Naturalmente, la respuesta a esta pregunta pasa por saber si hay espacio para ello y si es un instrumento necesario en la pol¨ªtica catalana. El espacio pol¨ªtico catal¨¢n entra en fase de desequilibrio, con un polo fuerte y cohesionado -CiU- que va a disponer de un poder institucional enorme y una mir¨ªada de partidos bailando en torno a ¨¦l. Algunos con moral renovada, como el PP, por el empuje que viene de Espa?a, pero que no debe olvidar que con todo el viento a favor su presencia sigue siendo modesta; otros en plena crisis, como el PSC y Esquerra. Por lo general, los cambios en el sistema de partidos son fruto de transformaciones de los ya existentes.
En la medida en que Esquerra Republicana, si alguien no lo remedia, parece sumida en el debate identitario y ni siquiera tiene alma para que se vuelva a o¨ªr la voz del independentismo, en un momento en que, como era previsible, con el advenimiento de CiU al poder, el cl¨ªmax independentista ha bajado sensiblemente, parte de la respuesta a estas cuestiones est¨¢ en el futuro congreso del PSC. De c¨®mo los socialistas catalanes enfoquen su futuro depender¨¢ que lo que ahora es una hip¨®tesis se convierta en una necesidad. Si el PSC no da se?ales de renovaci¨®n a fondo, si sigue queriendo estar con un pie en cada lugar, con el riesgo de no estar en ninguno, si insiste en aplazar su rearme ideol¨®gico y pretende seguir viviendo del miedo a la derecha, entonces inevitablemente en el propio PSC y en los dem¨¢s lugares de la izquierda empezar¨¢n a surgir nombres y propuestas para ocupar el vac¨ªo: una izquierda moderna nacional catalana. Pero solo si se act¨²a sin adanismos, partiendo de la realidad pol¨ªtica existente, se podr¨¢ evitar que una nueva organizaci¨®n de este tipo se pierda en el elitismo, el narcisismo y el esnobismo.
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