En busca de la cabra del Pindo
La plataforma vecinal que reclama la declaraci¨®n de parque natural para la zona descubre en un texto de Rof Codina que existi¨® una raza aut¨®ctona de este animal
Pepe do Sieiro andaba de rapaz por el Pindo con las cabras. Su padre era cabrero, y a ¨¦l tambi¨¦n le toc¨®. Fue, seguramente, el ¨²ltimo pastor del lugar. El ¨²ltimo, al menos, capaz de aprenderse el nombre de cada penedo en un monte en el que todos los penedos tienen nombre. Porque en el Pindo, donde bastantes cosas se han extinguido, si algo abunda de verdad son las piedras. Aquella formaci¨®n rocosa de ah¨ª en lo alto, por ejemplo, se llama Outeiro das aves que cagan darriba, y ya casi nadie se acuerda, pero Pepe, que va algo mayor, tiene buena memoria. As¨ª que los vecinos que en octubre, por no quedarse "con los brazos cruzados", formaron la Asociaci¨®n Monte Pindo Parque Natural, se afanan ahora en "exprimir" al cabrero. Quieren sacarle "toda la informaci¨®n posible", microtoponimia, historias verdaderas, cuentos y leyendas, y dejarla registrada para la posteridad.
En 1913, varios ejemplares viajaron a Madrid y causaron sensaci¨®n
No revelan el lugar donde sobrevive otra especie end¨¦mica, el carballo enano
Pero aunque tienen con ellos a Pepe do Sieiro, y aunque alguna vez le hab¨ªan o¨ªdo hablar de los reba?os, los de la asociaci¨®n no sab¨ªan que aquellas cabras del Pindo que ¨¦l sol¨ªa cuidar eran lo nunca visto. Lo descubrieron cuando uno de los socios se present¨® con un art¨ªculo del a?o 28 que firmaba Juan Rof Codina en el Bolet¨ªn de la Sociedad Cultural y Agraria del Distrito de Mug¨ªa, una revista que trataba de llevar las noticias de la tierra a los emigrados en Argentina. Resulta que en la quinta entrega del bolet¨ªn, el veterinario catal¨¢n, estudioso sucesivamente desterrado por las dictaduras de Primo y Franco e impulsor de la ganader¨ªa gallega, describ¨ªa las rar¨ªsimas cabras aut¨®ctonas del Pindo, se sorprend¨ªa de su existencia y relataba c¨®mo la raza hab¨ªa dejado impresionados 15 a?os antes a los investigadores de la fauna.
En el primer tercio del siglo XX ya se organizaban excursiones al monte sagrado de los celtas y al "soberbio espect¨¢culo" de la cascada del ?zaro. Pero tambi¨¦n a la no menos prodigiosa Hidroel¨¦ctrica del Pindo, la viva imagen del progreso "aprisionando" el ¨²nico salto sobre el mar de toda Europa para desarrollar "una fuerza de 12.000 caballos" y alimentar "ocho hornos el¨¦ctricos de ferromanganeso, ferrosilicio y carburo de calcio".
Una de estas visitas, con los Amantes del Campo de A Coru?a, fue la que dio pie a Rof Codina para recordar en la revista de Mug¨ªa aquellas cabras que a?os antes hab¨ªa hallado. Al recorrer la hidroel¨¦ctrica, narraba el experto en su art¨ªculo, "record¨¢bamos que por entre los riscos y pe?ascales de aquellos montes exist¨ªa en estado natural un elemento de la ganader¨ªa gallega, que para los hombres de estudio ten¨ªa un valor de consideraci¨®n y que se desconoc¨ªa su existencia por la mayor¨ªa de los gallegos".
Antes de top¨¢rselas, Rof Codina cre¨ªa que "aquella mole de piedra" estaba "completamente inhabitada". La falta de arbolado y de tierra "hace presumir", dec¨ªa, que "no sea posible en sus pe?as la vida animal". "Y sin embargo, entre sus riscos viven durante todo el a?o varios reba?os de ganado cabr¨ªo", segu¨ªa en el art¨ªculo, "que aprovechan los musgos y hierbecillas que crecen entre las oquedades". "Las cabras del Pindo son de peque?o tama?o, muy ligeras y con el cuerpo cubierto de un pelo muy largo que las hace muy estimables" comercialmente, describ¨ªa. Y acto seguido, el veterinario recordaba el furor que estos herb¨ªvoros hab¨ªan causado en una reuni¨®n en Madrid de la Asociaci¨®n General de Ganaderos del Reino.
Esta entidad hab¨ªa emprendido en 1913 el estudio de la "ganader¨ªa ind¨ªgena nacional", y con esa excusa se presentaron en Madrid "unos lotes de cabras del Pindo". Los ejemplares "llamaron poderosamente la atenci¨®n de los zoot¨¦cnicos, que ignoraban la existencia en Espa?a de ganado cabr¨ªo de este tipo".
Aparentemente, las cabras del Pindo est¨¢n extinguidas, al menos de las mil caras del monte rocoso. Pero la Asociaci¨®n Monte Pindo Parque Natural cree que en las aldeas de los alrededores, Cabanude, Reboredo, Nuboa, Lugari?o o Fieiro, podr¨ªa quedar alg¨²n ejemplar. Tambi¨¦n parec¨ªa que el carballo enano, otra especie end¨¦mica del lugar, hab¨ªa desaparecido y el colectivo localiz¨® los ¨²ltimos en una zona de dif¨ªcil acceso, de la que de momento no dan pistas para preservar los ¨¢rboles. "Si fu¨¦ramos parque natural la recuperaci¨®n ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil", lamenta el presidente de la asociaci¨®n, Xilberto Caama?o.
Hace unos meses, despu¨¦s de que Adega pidiese para el Pindo la declaraci¨®n de parque natural, la Xunta rechaz¨® la propuesta con el argumento de que el monte est¨¢ de sobra protegido como Lugar de Inter¨¦s Comunitario. Los vecinos, y tambi¨¦n Adega, sospechan que en realidad la Xunta intenta proteger los intereses de la hidroel¨¦ctrica de Villar Mir y los de otros empresarios con licencia para construir varias minicentrales, levantar dos parques e¨®licos y ampliar el que ya existe al suroeste.
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