Los demasiados libros
?Se publican 52 libros nuevos al d¨ªa, cada d¨ªa! ?sa es la media de edici¨®n espa?ola, seg¨²n el presidente de la Asociaci¨®n de Escritores, Antonio G¨®mez Rufo. De ah¨ª su conclusi¨®n: "Seamos realistas; no hay tanto lector para tanto libro". Y menos ahora que la crisis ha llegado tambi¨¦n a este sector. En los d¨ªas previos a la Feria del Libro, la venta en librer¨ªas hab¨ªa bajado cerca de un 20% con respecto al a?o anterior, a lo que hay que sumar la ca¨ªda de las compras institucionales (bibliotecas, centros de ense?anza, Ayuntamientos). Muchas peque?as y no peque?as librer¨ªas han tenido (y tendr¨¢n) que cerrar, lo mismo que muchas editoriales. O reinventarse como prestamistas de libros electr¨®nicos que es a donde, seg¨²n parece, apunta el futuro. Y el futuro es un oc¨¦ano acechado por piratas e incertidumbres. Como lo es para la industria musical y cinematogr¨¢fica, s¨ª, pero en nuestro caso adem¨¢s por el temor, un poco apocal¨ªptico, de quedarnos sin literatura de papel, sin editores que hagan de intermediarios y garantes de calidad, sin libreros que gu¨ªen y contagien el fervor a los lectores.
Sin embargo, no parece que vaya a disminuir la pasi¨®n por leer ni por escribir. Teniendo en cuenta que m¨¢s del 80% de los que conseguimos publicar libros no ganamos pr¨¢cticamente ni un euro con ello, es claro que nuestro af¨¢n o nuestra locura obedecen a otras causas. ?La b¨²squeda de reconocimiento? ?La satisfacci¨®n de madurar el fruto de a?os de trabajo, de darlo a conocer, de regalarlo al mundo (a ese mundo que responder¨¢ con un moh¨ªn de indiferencia)? De todo un poco, seguramente, y tambi¨¦n de intuir que todo libro, hasta el m¨¢s peregrino y worst seller, tendr¨¢ agazapado en alg¨²n rinc¨®n de la existencia su lector, aquella persona que recibir¨¢ con alegr¨ªa el chorro de p¨¢ginas, que entender¨¢ que el autor le habla a ella, especialmente a ella, desde ese soterrado t¨²nel de palabras.
La verdad es que los libros tienen bastantes ventajas respecto de los humanos: siempre est¨¢n ah¨ª cuando se los necesita; no traicionan ni prometen m¨¢s de lo que pueden ofrecer. Huelen. Acompa?an. Ofrecen. No juzgan al lector, no lo hieren, no lo abandonan. Siempre apelan a su inteligencia, dan conversaci¨®n. Es extra?o, pero nos hacen dialogar ¨ªntimamente (como iluminados por la luz de una vela) con autores muertos o que viven al otro lado del planeta, con personajes supuestamente inexistentes, pero m¨¢s reales que algunos miembros de nuestra familia. Aunque los libros tambi¨¦n tienen sus deficiencias, claro, como saben bien los solitarios: ni nos miran, ni nos acarician...
Puede que sean demasiados y, sobre todo, puede que falten compradores para que el negocio resulte rentable. Y, sin embargo, el volumen y la suma de los libros componen una comunidad de conversaci¨®n sin fronteras, una s¨ªntesis del af¨¢n humano de progresi¨®n y entendimiento; en suma: un universo de esperanza.
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