Dom¨ªnguez y V¨¢zquez
Dom¨ªnguez y V¨¢zquez. No es el t¨ªtulo de una comedia espa?ola, sino los apellidos de dos se?ores que responden por Roberto y Curro, y que son los apoderados de El Juli y Morante, respectivamente. Y vienen a esta secci¨®n no porque ayer hicieran el pase¨ªllo, no, que ya lo hicieron a?os ha y ambos con recordada fortuna. Se les nombra porque, colgados los h¨¢bitos de oro y enfundados en modernos ternos gris marengo, son responsables -no los ¨²nicos- de la tomadura de pelo que ayer se perpetr¨® contra la afici¨®n. Ambos representan a dos primer¨ªsimas figuras del toreo, y parece que muestran un empe?o personal en que sus toreros sean objeto de mofa y rid¨ªculo. Incomprensible, ?verdad? Pues, eso.
DEL R?O / MORA, MORANTE, EL JULI
Cinco toros de Victoriano del R¨ªo y uno, el sexto, de toros de Cort¨¦s, desiguales de presentaci¨®n, mansos y sosos; noble el cuarto.
Juan Mora: casi entera contraria y tres descabellos (silencio); estocada recibiendo y cuatro descabellos (silencio).
Morante de la Puebla: media baja (pitos); dos pinchazos, casi entera y un descabello (silencio).
El Juli: bajonazo que asoma y dos descabellos (divisi¨®n de opiniones); media estocada (silencio).
Plaza de Las Ventas. 8 de junio. Corrida de Beneficencia. Lleno. Presidi¨® el Pr¨ªncipe Felipe desde el palco real.
?Por qu¨¦ los apoderados eligen toros impresentables para sus figuras?
Aparecen en el ruedo Morante y El Juli y salen dos gatos por los chiqueros, los lidiados en segundo y tercer lugares. Y la gente se enfada. Y los toreros ponen cara de pocos amigos, como si no entendieran nada. Y nadie valora su labor. Y, despu¨¦s, se quejar¨¢n, seguro, del trato recibido.
No es admisible pensar que estos apoderados sean tan torpes. Tiene que existir una causa extra?a, que se escapa a la raz¨®n, para que los se?ores Dom¨ªnguez y V¨¢zquez elijan impresentables raspas a sabiendas de que ser¨¢ pr¨¢cticamente imposible que sus toreros triunfen con ellas. Y ellos lo saben mejor que nadie porque han sido toreros y conocen al dedillo los gustos de esta afici¨®n.
?Y no tienen nada que decir sus toreros? ?No son figuras, tambi¨¦n, para exigir a sus apoderados que se dejen de milongas y elijan toros de verdad?
Aqu¨ª hay gato -otra vez el dichoso animal- encerrado. Pero mientras no se descubra, lo cierto y verdad es que Morante y El Juli marcharon al hotel con las orejas gachas despu¨¦s de recibir un rapapolvo de quienes no se dejaron enga?ar.
Parece mentira, se?ores apoderados, que sean capaces de cometer semejante atropello con la calidad que atesoran los toreros que representan. El Juli tiene poder¨ªo, t¨¦cnica, dominio y capacidad suficiente para triunfar a lo grande con un toro de verdad. Y as¨ª lo demostr¨® con el anovillado tercero, que embest¨ªa rebrincado y sin clase, y al que meti¨® en la muleta poco a poco en un alarde de firmeza, en un labor de menos a m¨¢s, y con el que se luci¨® con una tanda de largos y ligados naturales, y otra m¨¢s, aguantando la incierta embestida del animal, hasta el dominio total. ?Por qu¨¦, entonces, se le deja en rid¨ªculo? Hizo bien la suerte de matar, pero la espada cay¨® muy baja y asom¨® por los costillares, lo que termin¨® de oscurecerlo todo. Volvi¨® a intentarlo ante el muy descastado y parado sexto y ya nada fue posible.
?Y que hace el se?or Morante inmiscuido en tan gatuno asunto? Si tiene a la gente a sus pies; si no hace falta ni que toree para que se levante de los asientos... Pero si es que hizo un quite por chicuelinas vulgares en el cuarto y los ol¨¦s se escucharon en el Manzanares... Lo ¨²nico que pide esa bendita gente es que no la enga?en. Y que el toro sea toro, por favor... Vulgar¨ªsimo estuvo con el chiquit¨ªn segundo, despegado, acelerado, sin confianza... Claro que ese torete exig¨ªa mando y lo que tiene Morante en las mu?ecas es embrujo y no poder. As¨ª que se limit¨® a quitarle las moscas y a otra cosa, mariposa. Y un calco fue lo ocurrido en el quinto, muy justo de trap¨ªo tambi¨¦n. El animal era una birria, y al torero se le puso cara de asco, tir¨® de precauciones y abrevi¨®. ?Tiene necesidad Morante de hacer el rid¨ªculo en Madrid? ?Merece Madrid que dos primeras figuras pretendan dar gato por liebre? Lo dicho: raro es, y alguna causa extra?a habr¨¢.
Poco tendr¨ªan que opinar Juan Mora y su apoderado -apellidado N¨²?ez- en la elecci¨®n de los toros, pero tambi¨¦n es casualidad que el lote mejor presentado fuera el suyo. Y eso que se sortea. Tambi¨¦n es mala suerte, se?or Mora. Pero tampoco triunf¨®. Juan Mora es un torero que acompa?a muy bien la embestida, pero manda muy poco, y se deja enga?ar en demas¨ªa los enga?os. Con ambos se dobl¨® muy bien en los comienzos de faena, pero muy inseguro y despegado se mostr¨® con el desclasado primero, al que rob¨® una tanda de derechazos despegados y la gente se lo agradeci¨®; pero fall¨® ante el noble cuarto, con el que aprovech¨® el viaje del animal, pero sin la hondura requerida. Tiene la ventaja, eso s¨ª, de que desprende un aroma a?ejo, pero ayer fue insuficiente. Pero que no hable, por favor, con Dom¨ªnguez y V¨¢zquez, que ya sabe a lo que se expone...
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