Merkel, a dos escalas
La canciller alemana, Angela Merkel, ha sido recibida como presidenta de Europa durante su visita oficial a Estados Unidos. No se trata de un error de protocolo, sino de una manifestaci¨®n del pragmatismo norteamericano. Preocupada por la situaci¨®n del euro, que podr¨ªa lastrar la recuperaci¨®n de EE UU, la Casa Blanca ha preferido ir al grano antes que correr el riesgo de extraviarse en los vericuetos de la burocracia europea. Bien es verdad que la diplomacia norteamericana podr¨ªa haber pasado por el despacho del presidente del Consejo, Van Rompuy, o por el de la Comisi¨®n, Dur?o Barroso, o, incluso, haber celebrado alguna reuni¨®n preparatoria con la alta representante, Catherine Ashton. Seguramente, Obama o sus colaboradores lo hubieran hecho con gusto, confirmando la extendida fama de grandes anfitriones que han cosechado los responsables de esta Administraci¨®n. Solo que, en alg¨²n momento, la Casa Blanca ha debido de perder el hilo de las informaciones sobre qui¨¦n es qui¨¦n en la Uni¨®n Europea, y ha preferido preguntar, sencillamente, ?qui¨¦n manda ah¨ª? Y apareci¨® Merkel.
Seg¨²n las noticias oficiales, Obama y Merkel han abordado sobre todo la situaci¨®n econ¨®mica en la UE. Por esta raz¨®n, la diplomacia norteamericana habr¨¢ visto confirmada su apuesta por prescindir de la burocracia de Bruselas. Si, en lugar de preguntar por la econom¨ªa, Obama se hubiese interesado por la crisis del pepino, la impresi¨®n que habr¨ªa obtenido es que la UE sigue siendo la Uni¨®n Europea y que ni el pragmatismo norteamericano lograr¨ªa descifrar qui¨¦n sabe algo sobre el origen de la bacteria E. coli.
En Alemania est¨¢n, sin duda, orgullosos de que Merkel sea la interlocutora escogida por Obama para hablar de las grandes cifras. Pero se preguntan qui¨¦n puede ofrecerles alguna informaci¨®n sobre asuntos tan min¨²sculos como el origen de una bacteria. No la canciller ni su Gobierno, que sigue apuntando en todas direcciones sin acertar en ninguna diana, aunque produciendo destrozos en el campo espa?ol, un peque?o restaurante y una inocente granja de soja.
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