21 cad¨¢veres con signos de tortura, repartidos por una ciudad de M¨¦xico
No existe una lista con los nombres de los ca¨ªdos en la guerra contra el 'narco'
Lo m¨¢s terrible no es que, en el transcurso de una hora, 21 cad¨¢veres con signos de tortura fueran repartidos por la ciudad de Morelia, la capital del Estado de Michoac¨¢n. Ni que, a plena luz del d¨ªa, dos hombres fueran ahorcados en un puente de Monterrey, la capital de Nuevo Le¨®n. Ni siquiera que varios sicarios se bajaran de una camioneta en la ciudad de Torre¨®n, en el norte?o Estado de Coahuila, y fusilaran a 13 muchachos de un centro de rehabilitaci¨®n de toxic¨®manos. Lo m¨¢s terrible es que, si sigui¨¦ramos con la n¨®mina de asesinatos hasta el centenar que se cometieron el mi¨¦rcoles o los 40.000 contabilizados desde 2007, apenas hallar¨ªamos culpables. Y no solo porque el 98,5% de los delitos que se registran en M¨¦xico quedan impunes, sino porque, como en el caso de la matanza de Morelia, las autoridades no saben qui¨¦n se esconde bajo las iniciales T. A. con las que los sicarios tuvieron la desfachatez de firmar su fechor¨ªa.
Los asesinos firmaron la matanza con las misteriosas iniciales T. A.
La debilidad de las autoridades es tal en lugares como Morelia, la ciudad natal del presidente Felipe Calder¨®n, que los criminales pretenden ganarse el favor de los ciudadanos atribuy¨¦ndose sus funciones. Vendiendo seguridad para los negocios legales o ilegales -gasolineras, tiendas de comestibles, prost¨ªbulos, pirater¨ªa, venta de drogas-, y tambi¨¦n impartiendo supuesta justicia. Justicia r¨¢pida. Justicia sin juicios. Junto a cada uno de los 21 cad¨¢veres -todos hombres, con un tiro de gracia y huellas de tortura- esparcidos por los cinco puntos de acceso a la ciudad, los criminales dejaron unos mensajes escritos en cartulinas: "Porque la sociedad lo exige, aqu¨ª est¨¢n los rateros de casas habitaci¨®n, asaltantes o violadores, y a¨²n faltan m¨¢s". Firmado: "T. A.". ?Qui¨¦nes est¨¢n detr¨¢s de esas siglas? ?Son verdaderamente ladrones y violadores los ajusticiados? Habr¨¢ que esperar las respuestas, pero no es seguro que lleguen.
Y no es seguro porque, de las 40.000 v¨ªctimas ca¨ªdas en la guerra continua y callejera que vive M¨¦xico desde 2007, alrededor de 9.000 personas est¨¢n a¨²n sin identificar, y de otras 5.000 se desconoce el paradero. De hecho, la nueva procuradora general de la Rep¨²blica, Marisela Morales, acaba de proponer la creaci¨®n de un registro de desaparecidos, despu¨¦s de que durante los ¨²ltimos meses se hayan descubierto cientos de cad¨¢veres en fosas clandestinas encontradas en el norte de M¨¦xico, pero tambi¨¦n junto a zonas tur¨ªsticas como Acapulco.
A d¨ªa de hoy, la guerra contra el crimen organizado que emprendi¨® el presidente Calder¨®n se caracteriza, adem¨¢s de por la falta de resultados, por su opacidad. No se sabe ni qui¨¦n muere ni por qu¨¦. Sencillamente, no existe un listado de fallecidos. Ni de supuestos maleantes ca¨ªdos en enfrentamientos con la Polic¨ªa Federal o el Ej¨¦rcito, ni tampoco de servidores p¨²blicos. Cuando un agente de la autoridad es asesinado, la sospecha cae sobre ¨¦l como una segunda losa. Su familia jam¨¢s sabe si lo mataron por defender la ley o por lo contrario. Llama la atenci¨®n que el presidente Calder¨®n jam¨¢s haya asistido al funeral de alg¨²n polic¨ªa o de alg¨²n civil v¨ªctima del fuego cruzado.
"Fue una barbarie, no se recuerda un hecho similar en esta ciudad". Las declaraciones de Jes¨²s Montejano, procurador de Justicia de Michoac¨¢n, dan idea de la conmoci¨®n que ha causado en Morelia el hallazgo de los 21 cad¨¢veres. Y eso que aquella bella ciudad -declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- sabe bien de d¨ªas aciagos. La madrugada del 15 de septiembre de 2008, coincidiendo con la celebraci¨®n del grito de la Independencia, unos desconocidos lanzaron varias granadas sobre la multitud matando a ocho personas. Y durante a?os sus vecinos han sufrido el azote de un peligroso grupo mafioso autodenominado La Familia Michoacana, una especie de secta que no solo atend¨ªa los negocios de los carteles tradicionales, sino que tambi¨¦n aspiraba -y a veces consegu¨ªa- a sustituir al Estado. Sus iluminados l¨ªderes -El Chango y El Chayo- hasta pretend¨ªan ocuparse de la espiritualidad de los michoacanos. Sucesivos golpes de la Polic¨ªa Federal los obligaron a hibernar.
El hallazgo, ahora, de esas misteriosas T. A. junto a los 21 cuerpos viene a resucitar los peores fantasmas.
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