Autodeterminacion en Igeldo
En un Estado de derecho, en el que el legislador ha de respetar el contenido esencial de los derechos fundamentales, son los ciudadanos con su voto, y no las leyes o los tribunales, los ¨²nicos que pueden derrotar a una ideolog¨ªa o impedir su hegemon¨ªa. Las elecciones del 22 de mayo confirman que la enfermedad que Euskadi padece no empieza ni acaba en ETA, sino en la incapacidad para configurar un marco jur¨ªdico en el que se puedan encontrar nacionalistas y no nacionalistas, y trabajar para resolver los desaf¨ªos reales que plantea en cada momento el progreso y el bienestar de los ciudadanos. Durante un tiempo cre¨ªamos tener ese marco: el Estatuto de Autonom¨ªa, gracias al cual se explica el desarrollo espectacular que hemos conseguido. Pero es el principal promotor del Estatuto, y el mayor beneficiario del poder que confer¨ªa, quien lo ha da?ado: un PNV que se mantiene en la ambig¨¹edad calculada, que no se atreve a llamar a las cosas por su nombre, que fabrica camelos como el concepto de "soberanismo" para no hablar de independencia, que ofrece planes tan estrafalarios como el de Ibarretxe y su Estado libre asociado, que promovi¨® en Lizarra el primer frente de la historia reciente del pa¨ªs para expulsar de las instituciones a los partidos constitucionalistas, y al que, sin embargo, se le salv¨® del desastre cuando sufri¨® la escisi¨®n de EA, se le ha permitido jugar con distintas barajas, y se le ha convertido en interlocutor privilegiado en Madrid, desairando y desamparando quienes en Euskadi defienden la Constituci¨®n y el Estatuto.
Para el nacionalismo "integrar" solo significa "asimilar", en aras de la misma utop¨ªa de Bildu
Los constitucionalistas est¨¢n obligados a seguir ofreciendo la alternativa del autogobierno
Es m¨¢s, todav¨ªa ahora, cuando al PNV le surge un rival en su propio terreno, que le ha derrotado claramente en Guip¨²zcoa, que le ha igualado casi en n¨²mero total de votos en la comunidad, y que dispone de una mayor¨ªa espectacular de concejales, hay quienes defienden que el constitucionalismo vasco vuelva a pactar con el PNV para evitar que Bildu gobierne en Guip¨²zcoa.
Cuando escribo estas l¨ªneas, no sabemos si prosperar¨¢ esta posici¨®n, que respeto, pero no comparto. Soy consciente de la que "normalizaci¨®n" de la que habla Bilbu consiste en imponer al conjunto de la sociedad vasca un proyecto de construcci¨®n nacional que, con una pol¨ªtica cultural y ling¨¹¨ªstica impositiva, el adoctrinamiento educativo y la manipulaci¨®n de la historia, nos conduzca a la independencia. Pero el problema es que esto mismo es lo que el PNV ha venido haciendo, primero con m¨¢s o menos disimulo, y luego con todo descaro a partir del Pacto de Lizarra.
Para el nacionalismo sabiniano "integrar" solo significa "asimilar", todo ello en aras de la misma utop¨ªa independentista que Bildu persigue. Pues bien, que se arreglen o peleen entre ellos. Quiz¨¢s a esa Guip¨²zcoa tan nacionalista, cuya prosperidad depende en buena medida de los beneficios del Concierto Econ¨®mico y de un mercado espa?ol y europeo, en los que no podr¨ªa competir como lo hace hoy sin la pertenencia a Europa a trav¨¦s de la denostada Espa?a, le venga bien una pasada por Bildu. Hasta podr¨¢n entrenarse en Igeldo para el ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n.
Veremos al final cu¨¢ntos independentistas quedan, y qui¨¦n de ellos es el macho alfa. Al fin y al cabo, dicen que lo que no aprendes por discernimiento lo aprendes por el sufrimiento, incluido el saber votar adecuadamente.
Otra cosa ser¨ªa si el PNV decidiera volver al consenso estatutario, sin renunciar a mejorarlo. Entonces tendr¨ªa sentido que los constitucionalistas vascos volvieran a colaborar con un PNV que, a partir de hoy, tiene que resolver ¨¦l, y solo ¨¦l, un dilema evidente: si une su fuerza a una izquierda nacionalista radical que pretende sustituirle como l¨ªder del nacionalismo, y veremos entonces cu¨¢ntos de los que hoy votan al PNV son de verdad radicalmente nacionalistas e independentistas, o si busca hacer un pa¨ªs con identidades compartidas en un marco de autogobierno que reconoce e impulsa cuanto conforma la identidad vasca. Entre tanto, que se las apa?e como pueda, porque si miramos al pasado reciente, lo m¨¢s probable es que si ahora se les ayuda otra vez a mantener el poder de las Diputaciones forales, y si Rodr¨ªguez Zapatero hoy o Rajoy ma?ana siguen aceptando el chantaje nacionalista permanente, la normalizaci¨®n real que nos espera significar¨¢ el exilio interior de muchos ciudadanos vascos.
No s¨¦ qu¨¦ tiene que ocurrir para que se entienda cu¨¢l es el verdadero problema del Pa¨ªs Vasco, y qu¨¦ es lo que en ning¨²n caso los constitucionalistas pueden hacer, si buscan al menos no agravarlo: aceptar ser los eternos segundones de un PNV sin que este demuestre con hechos fehacientes y continuados que de Bildu y compa?¨ªa les separa, no solo los m¨¦todos y las formas, sino tambi¨¦n los fines. Por desgracia, no estamos ante un nuevo tiempo en la vida pol¨ªtica vasca, ni est¨¢ claro que caminemos hacia una normalizaci¨®n real desde el respeto y la efectividad de los valores de la justicia, de la igualdad y del pluralismo.
Por ello, m¨¢s que nunca los constitucionalistas est¨¢n obligados a seguir ofreciendo la alternativa del autogobierno, mantener sin complejos y sin impaciencia una confrontaci¨®n ideol¨®gica contundente con el nacionalismo frentista, y adoptar en las instituciones una posici¨®n clara y coherente con lo que defienden. Al final los pueblos no se suicidan, y estoy seguro de que los ciudadanos de este pa¨ªs, en el que parece que hay ya miles de arrepentidos de su decisi¨®n del d¨ªa 22 de mayo, aprenderemos a votar, en vez de confiar en recetas m¨¢gicas o de creer que con una ley se puede transformar la realidad u ocultarla. Tendremos que sufrir para saber discernir.
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