"Es m¨¢s dif¨ªcil satirizar a Italia que a Suecia"
Con el pasaporte de su mujer y el carn¨¦ de identidad caducado desde hac¨ªa cuatro a?os, Niccol¨° Ammaniti (Roma, 1966) intent¨® salir airoso en la aduana del aeropuerto de Roma con la excusa de que era escritor y ten¨ªa que ir a Barcelona para presentar su novela. Podr¨ªa haberse quejado de c¨®mo era posible que esa polic¨ªa no le reconociera, a ¨¦l, traducido a 44 idiomas, galardonado con los prestigiosos Stregga y Viareggio... Pod¨ªa haber utilizado, en fin, la t¨¢ctica de su Fabricio Ciba, archifamoso autor de best seller invitado a la fiesta del siglo de Italia organizada por el especulador constructor Sas¨¤ Chiatti. En plena Villa Ada de Roma monta, como si siguiera los pasos de las francachelas bunga-bunga de Silvio Berlusconi, safaris con tigres y elefantes para goce de sus hu¨¦spedes.
En 'Que empiece la fiesta' parodia una juerga berlusconiana con safari incluido
Todos est¨¢n convocados en Que empiece la fiesta (Anagrama; Angle, en catal¨¢n), una c¨¢ustica comedia italiana, con la que retoma su presencia en las librer¨ªas espa?olas tras dejar a Mondadori. La dureza de su libro anterior, Como Dios manda, le llev¨® a plantearse un divertimento que el editor Jorge Herralde no duda en calificar de "una de las mejores s¨¢tiras sobre la Italia de Berlusconi y uno de los tres libros m¨¢s divertidos que he publicado, tras La conjura de los necios y Wilt".
"No crea, es m¨¢s dif¨ªcil hacer s¨¢tira hoy de la Italia de Berlusconi que de Suecia; los personajes reales superan cualquier parodia; cre¨ª que hab¨ªa hecho una fotograf¨ªa deformada y viendo las fiestas de Berlusconi me doy cuenta de que soy un escritor realista y minimalista", expone. Sus seres son, pues, muy contempor¨¢neos. "Es gente que tiene miedo a perder poder, ¨¦xito; esto es muy com¨²n hoy; lo tragic¨®mico es su resistencia a abandonar ese punto de famoseo". ?Es eso lo que les lleva a un pat¨¦tico infantilismo? "Eso es por la creencia de que cuanto m¨¢s infantil y desinhibido es uno m¨¢s creativos somos; es una ley que se impone. Hace tiempo que pienso que falla por doquier la ¨¦tica: si te equivocas no hay responsabilidad alguna por ello, hemos pasado de suicidarte cuando perd¨ªas tu patrimonio familiar a que una cosa as¨ª sea hasta divertida... La gram¨¢tica de los sentimientos ha mudado completamente".
La criatura que a Ammaniti m¨¢s le gusta de su particular circo (am¨¦n de ese escritor que refleja "mis pulsiones m¨¢s horribles, como el miedo a los nuevos escritores emergentes" y en el que en Italia quer¨ªan ver a un ¨¢lter ego de Alessandro Baricco) es el cocinero estrella b¨²lgaro, tan chulesco como sant¨®n. "Estos chefs son la prueba de que el mercado lo va probando todo hasta encontrar algo de ¨¦xito, d¨®nde y c¨®mo sea". Un mercado que lo devora todo, especialmente el patrimonio p¨²blico, una met¨¢fora que en la novela protagoniza la Villa Ada, propiedad del constructor, "tan falto de principios como Berlusconi", refuerza. "En Italia estamos intentando vender hasta los museos, el problema es que no nos los compra nadie".
Ammaniti ve una luz al final del t¨²nel en hechos como el vuelco electoral en Mil¨¢n y N¨¢poles: "Es tan positivo que hasta me parece inquietante; es como si un virus fuera contagi¨¢ndose entre gente encantada y se fuera despertando; como si la flauta del flautista dejara ya de hipnotizar". ?Y el movimiento del 15-M? "S¨ª, est¨¢ la cr¨ªtica del poder omn¨ªvoro medi¨¢tico y la crisis econ¨®mica, pero lo que la gente demuestra con esas manifestaciones es que es tremendamente infeliz, sea de derecha o de izquierda". La guerra de Ammaniti es, ahora, individual: est¨¢ con la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de su ¨²ltima obra, Yo y t¨², nada menos que con Bernardo Bertolucci y en 3D.
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