Lecciones de libertad en Bengasi
Las ¨¦lites rebeldes preparan la transici¨®n democr¨¢tica en una Libia dividida - Los sectores populares recelan ante un r¨¦gimen de 'despotismo ilustrado'
Ya casi no queda un edificio en pie en Bab al Aziziya. Desde hace tres meses, el cuartel general de Muamar el Gadafi en Tr¨ªpoli es blanco cotidiano de los bombardeos de la OTAN, que ha arreciado los ataques contra la infraestructura militar del r¨¦gimen libio. El dictador vive como un fugitivo, sus ministros le abandonan y hasta sus m¨¢s conspicuos aliados, como Rusia o China, comienzan a darle la espalda. Hay consenso: la salida de Gadafi es cuesti¨®n de tiempo. ?Cu¨¢nto? Imposible de determinar, debido a lo que el ministro de Defensa franc¨¦s, G¨¦rard Longuet, llama "la irracionalidad" del coronel, que sigue lanzando proclamas desafiantes. Pero la oposici¨®n se prepara para cuando llegue el momento. En el Oriente liberado, la ¨¦lite intelectual y econ¨®mica intenta sentar las bases para la transici¨®n, tarea tit¨¢nica en un pa¨ªs que nunca ha conocido la vida democr¨¢tica.
El Comit¨¦ Ejecutivo hace las veces de Gobierno; lo forman 17 profesionales
Los dirigentes se han formado fuera del pa¨ªs y tienen un perfil tecn¨®crata
Otra inc¨®gnita es c¨®mo encajar¨¢ Tr¨ªpoli la nueva hoja de ruta
Nadie habla a¨²n de partidos. Y se soslayan las rivalidades internas
Gadafi sell¨® su suerte cuando, en febrero, decidi¨® responder a las demandas de apertura con una guerra que se ha cobrado al menos 10.000 vidas. Asediado en su feudo de Tr¨ªpoli, y con la regi¨®n de la Cirenaica fuera de su control, el dictador apuesta ahora por la divisi¨®n de Libia con tal de mantenerse en el poder. El pa¨ªs vive una partici¨®n de hecho. Oriente y Occidente est¨¢n incomunicados -tienen ya incluso televisiones distintas- y se mueven a dos velocidades. Pero para los rebeldes la unidad de Libia est¨¢ fuera de discusi¨®n. La hoja de ruta hacia la democracia solo se pondr¨¢ en marcha, dicen, cuando Tr¨ªpoli se haya liberado tambi¨¦n de una tiran¨ªa de 42 a?os.
Convertido en una especie de rep¨²blica autogestionaria, el Oriente es ahora el laboratorio de la transici¨®n. "Libia fue siempre el sistema del no sistema. No tenemos sociedad civil, ni instituciones, ni administraci¨®n profesional", dice Mohamed Ambarak, cirujano y rector de la Universidad M¨¦dica Internacional de Bengasi. No es de extra?ar que las riendas pol¨ªticas hayan quedado en manos de una intelligentsia inusitadamente s¨®lida. Abogados, m¨¦dicos, ingenieros y empresarios integran el grueso del llamado Consejo Nacional de Transici¨®n (CNT), una suerte de asamblea legislativa formada por medio centenar de representantes de las poblaciones insurrectas. El CNT ha escogido al Comit¨¦ Ejecutivo, que hace las veces de Gobierno. Se trata de 17 profesionales de perfil m¨¢s tecn¨®crata, la mayor¨ªa formados en el exterior.
Al CNT se le ha reprochado su opacidad. La sensaci¨®n de que un nuevo r¨¦gimen de despotismo ilustrado dirige ahora la revoluci¨®n suscita recelos en los sectores populares. "Es l¨®gico. Pero hay que tener en cuenta que todo esto es provisional", explica Ambarak, que junto a un amplio grupo de acad¨¦micos asesora al CNT en materias diversas, desde derecho constitucional a educaci¨®n o salud. "Se trata de gente honesta y respetada, que ha llenado el vac¨ªo de poder y lo est¨¢ haciendo bien. Para m¨ª es casi un milagro".
Las circunstancias, sin duda, son complicadas. "Tenemos tres desaf¨ªos: el frente militar, que es el m¨¢s perentorio; el frente dom¨¦stico (servicios e infraestructuras para la poblaci¨®n) y planificar el futuro para cuando haya un Gobierno", explica Atiya el Awjily, ministro de Cultura y Asuntos Comunitarios. "El hecho de que Gadafi no haya ca¨ªdo de forma repentina nos ha dado tiempo para empezar a preparar a la gente. Conceptos como democracia, libertad o Constituci¨®n son nuevos. Tenemos por delante una tarea pedag¨®gica inmensa". EE UU, Francia, Espa?a y Dinamarca, a?ade, han ofrecido su ayuda.
Nadie habla de partidos. No es el momento. El objetivo compartido es un pa¨ªs abierto, con un sistema democr¨¢tico y un Estado de derecho. Tambi¨¦n se soslayan las rivalidades internas que se van manifestando, de forma sutil o patente, y que auguran futuras luchas de poder. De hecho, adem¨¢s de combatir a Gadafi, uno de los cometidos del ministro de Defensa, el prestigioso general Yalal el Digheily, es meter en cintura a algunas estructuras armadas nacidas durante la revoluci¨®n de febrero y que comienzan a ir por libre. "Aqu¨ª ahora hacemos un frente com¨²n para acabar con Gadafi. Todo es nosotros, frente a ¨¦l", dice Mustafa Gheriani, antiguo portavoz de los rebeles.
Otra inc¨®gnita es c¨®mo encajar¨¢ Tr¨ªpoli los planes de transici¨®n de Bengasi, dada su rivalidad hist¨®rica y los resentimientos que esta guerra ha generado. "Todos los libios estamos unidos contra un hombre y compartimos las mismas aspiraciones de libertad", sostiene Mohamed Ambarak, que desestima tambi¨¦n la influencia del factor tribal. "Las tribus son paraguas sociales, pero no tienen peso pol¨ªtico". Varias autoridades rebeldes han se?alado que el acompa?amiento internacional ser¨¢ imprescindible en la etapa post Gadafi. La OTAN, la UE y la ONU se preparan para ello.
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