El 'comando patena' vac¨ªa Sol
Cientos de indignados se esmeran en dejar la plaza "mejor de lo que estaba" y llevan la acampada a una ruta itinerante por los barrios de Madrid
Ya lo dijeron cuando decidieron que ayer desmontar¨ªan la acampada: "Hay que dejarlo m¨¢s limpio que estaba". Y a eso se dedicaron durante las ¨²ltimas 12 horas de la ciudad ef¨ªmera y bajo un sol de justicia. Unos 200 indignados celebraron el ¨²ltimo d¨ªa de la acampada en un ambiente festivo pero sin dejar de trabajar.
A las doce de la ma?ana, solo una hora despu¨¦s de que comenzara la limpieza, el intercambiador de transportes de Sol volv¨ªa a dejar entrar la luz a la estaci¨®n. Unas 40 personas limpiaban con algodones, estropajos, agua y jab¨®n los cristales del tragabolas, como tambi¨¦n es conocido, una vez retiradas las cientos de pancartas. En el resto del campamento el ambiente era de trabajo, tranquilo pero sin pausa, y las comisiones se dedicaban a desmantelar sus respectivos puestos.
Varios camiones del Servicio Especial de Limpieza Urgente (Selur) y de Medio Ambiente del Ayuntamiento permanec¨ªan estacionados frente a la Casa de Correos, remolcando cubas para arrojar las estructuras que han mantenido en pie el campamento. Un portavoz de Comunicaci¨®n de la acampada confirmaba que "hay muchas cosas que se est¨¢n enviando a reciclar" y que otras se llevar¨¢n a centros sociales, aunque los objetos que pertenecen a las comisiones ser¨¢n los propios grupos los que decidir¨¢n qu¨¦ hacen con ellos.Una de las partes m¨¢s complicadas de desmantelar era la biblioteca. En estas tres semanas la organizaci¨®n asegura que han logrado reunir, siempre a trav¨¦s de donaciones, unos 4.000 vol¨²menes. Los libros fueron de las primeras cosas que salieron del campamento, y ayer ya no hab¨ªa ni rastro de ellos. Solo quedaban los poemas y escritos an¨®nimos de la gente que quiso dejarlos en la acampada, y que se leyeron ayer por la ma?ana a la entrada de la calle del Carmen.
Seg¨²n un portavoz de la biblioteca, los libros "est¨¢n almacenados en un teatro de Lavapi¨¦s y en un centro social de la zona". Es un almacenamiento temporal, pero los organizadores quisieron dejar claro ayer que "Bibliosol sigue", y que ahora mismo est¨¢n "barajando varios sitios" que les han ofrecido para poner la biblioteca a cubierto.
A lo largo del d¨ªa, las sedes habituales de las comisiones fueron desapareciendo por la Operaci¨®n Patena y, con ellos, las lonas que los cobijaban y las maderas que serv¨ªan de improvisados mostradores. Algunas pancartas fueron archivadas por la Comisi¨®n de Documentaci¨®n junto a un quiosco de la plaza, y las cajas de papeles acumulados durante estos d¨ªas se almacenaban en cajas en la zona cercana a la calle de Carretas. Mientras, otros se jugaban la vida subidos al enorme andamio que hay frente a la sede de la Comunidad para descolgar cada pancarta que se colg¨®, hasta dejar a la vista el cuerpo completo de Paz Vega. En la valla que rodea el edificio de T¨ªo Pepe, tampoco quedaban ya restos de las miles de proclamas que los seguidores del Movimiento 15-M hab¨ªan ido dejando.
Sin embargo, en la zona de la plaza entre las dos fuentes, el ambiente no era de desmontaje sino de construcci¨®n. Unas 20 personas daban forma al que ser¨¢ el punto de informaci¨®n que los indignados dejar¨¢n en la plaza. El aspecto ayer por la tarde era el de una b¨®veda de pal¨¦s de madera de unos ocho metros de largo al que podr¨ªan a?adirse unas estructuras con forma de prisma de m¨¢s de tres metros de alto. En las cintas que rodeaban el esqueleto del futuro punto de referencia de los indignados se pod¨ªa leer: "La plataforma de la construcci¨®n".
La hora de la comida reuni¨® al menos a un centenar de personas bajo las lonas que cobijan las asambleas generales, en la zona cercana a la estatua del Oso y el Madro?o. Mientras los de alimentaci¨®n cocinaban calabacines para una paella de verduras en un perol, unas chicas recog¨ªan entre los transe¨²ntes sue?os -que escrib¨ªan en un papel y met¨ªan en una caja de "sue?os para la revoluci¨®n"- y sonrisas -capturadas por las c¨¢maras de los miembros de la Comisi¨®n de Audiovisuales-. Luego se repartieron abrazos con sabor a despedida a pesar de que durante el d¨ªa no pararon de repetir que "esto es solo el principio" y en las camisetas se le¨ªa la palabra "mudanza".
El momento m¨¢s distendido del d¨ªa lleg¨® con el bochorno de la sobremesa, que congreg¨® a unos 15 j¨®venes en una de las fuentes en torno a las tres de la tarde, cuando decidieron meterse en el agua a darse un ba?o. Mientras arrojaban agua para refrescar a los que los observaban desde fuera gritaban: "?No nos mires, m¨®jate!" y "Este es el spa de la revoluci¨®n". A los pocos minutos, desde la megafon¨ªa se pidi¨® calma a los que se refrescaban. "Por favor, compa?eros, salid de la fuente", dec¨ªan desde la carpa principal. En la zona de las asambleas, las guitarras por rumbas improvisadas y tres perros en un carrito de beb¨¦ pusieron la nota de color a la tarde.
A las cinco lleg¨® la hora de la asamblea general precedida de un divertido n¨²mero en el que los propios asamblearios ense?aban con una coreograf¨ªa los gestos de aprobaci¨®n, rechazo, aportaci¨®n de matices y "te est¨¢s alargando". A esto sigui¨® una parodia de las anteriores asambleas celebradas a diario durante estas tres semanas, en la que se reflejaba la dificultad de llegar a la unanimidad y la diversidad y minuciosidad de las propuestas -que, a veces, hac¨ªan que la asamblea pasara de las cuatro horas de duraci¨®n-.
En la asamblea, se hizo balance de los logros de cada una de las comisiones bajo un cartel que rezaba: "Nos vemos en los barrios". A los logros del Movimiento 15-M se sum¨® una mala noticia: la desaparici¨®n desde hace 10 d¨ªas de una chica que pertenec¨ªa a la Comisi¨®n de Respeto, Lara Delcura. Sus amigos dicen que la ¨²ltima vez que la vieron "iba con un chico extra?o" y han denunciado la desaparici¨®n. Ayer, los padres de la chica acudieron a la asamblea general para reclamar informaci¨®n sobre el paradero de su hija. Luego, los barrios expusieron sus reclamaciones y propuestas, marcadas por el car¨¢cter local.
Tras las asambleas, continu¨® el desmantelamiento de la acampada, pero solo por parte de la organizaci¨®n. Un grupo de indignados no se movieron de sus tiendas y, desde primera hora de la ma?ana, declararon que no ten¨ªan intenci¨®n de marcharse porque la asamblea que hab¨ªa tomado la decisi¨®n de levantar el campamento no les representaba. En la zona m¨¢s cercana a la sede de la Comunidad, permanec¨ªan una treintena de tiendas de campa?a cuyos due?os no hab¨ªan participado en la limpieza de la plaza y ni siquiera se hab¨ªan movido para colaborar.
El fin de fiesta, aunque no era una despedida -se ver¨¢n el pr¨®ximo domingo para celebrar una nueva asamblea en Sol y organizar la posterior marcha hacia el Congreso de los Diputados-, s¨ª que tuvo matices de que con esto se termina algo. El grito mudo, que ya fue el gesto elegido para comenzar la jornada de reflexi¨®n previa a las elecciones y protestar contra la carga policial y desalojo de la plaza de Catalu?a, cerr¨® tres semanas de protesta en el kil¨®metro cero cuando el reloj de la Puerta del Sol dio las doce de la noche. Despu¨¦s, una cacerolada llen¨® de ruido m¨¢s festivo que reivindicativo la plaza y la concentraci¨®n se fue disipando.
Algunos durmieron en sus camas despu¨¦s de 24 d¨ªas haciendo de la calle su hogar, y en Sol quedaron los que no acataron las decisiones de la asamblea y dos carteles. Uno de ellos reposaba entre dos cabinas de tel¨¦fonos con el lema "No nos vamos, nos mudamos a tu conciencia". El otro, sobre las patas del caballo de la estatua de Carlos III, sonaba m¨¢s a continuidad y a desaf¨ªo: "Sabemos el camino de vuelta".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.