Humanitarismo a ca?onazos
Las intervenciones armadas para proteger a la poblaci¨®n civil en guerras o cat¨¢strofes suscitan dudas sobre su legitimidad
Las guerras entre militares profesionales pr¨¢cticamente han dejado de existir. Los combates ya no se libran solo en el campo de batalla, tambi¨¦n en las casas, las escuelas o los campos de labranza. Conflictos asim¨¦tricos, entre un ej¨¦rcito regular y un grupo insurgente o terrorista; contiendas entre milicias armadas por l¨ªderes tribales o se?ores de la guerra multiplican hasta el infinito el n¨²mero de v¨ªctimas civiles, en una proporci¨®n sangrante: frente al 5% de poblaci¨®n civil muerta en la Gran Guerra, las v¨ªctimas civiles en cualquier conflicto se sit¨²an hoy en torno al 80% del total de bajas. Solo en el de Irak hubo 60.000 v¨ªctimas civiles, es decir, 31 iraqu¨ªes muertos al d¨ªa, seg¨²n los papeles de Irak filtrados por Wikileaks. Impedir que esa y otras sangr¨ªas mayores, como el genocidio, se repitan es uno de los prop¨®sitos de las denominadas intervenciones -a veces llamadas guerras- humanitarias.
En la Gran Guerra, solo el 5% de los muertos eran civiles, hoy lo son el 80%
En la contienda de Irak murieron unos 60.000 civiles, 31 cada d¨ªa
Los genocidios de Ruanda y Bosnia hicieron reaccionar a Naciones Unidas
Los expertos creen que se ha abusado de la etiqueta "humanitario"
Pero ?puede una guerra ser humanitaria, o es una pura contradicci¨®n en los t¨¦rminos? ?Pueden las Fuerzas Armadas, adem¨¢s de disparar misiles, ser agentes humanitarios, o se trata de mero posibilismo? La intervenci¨®n aliada en Libia para proteger a la poblaci¨®n civil, de la mano de la resoluci¨®n 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, ha vuelto a suscitar la pertinencia de la m¨¢s neutra -y ampliamente legitimada- de las guerras del siglo XXI.
Este debate hunde sus ra¨ªces en el oprobio que para la comunidad internacional supuso la inacci¨®n en las matanzas de Ruanda (1994) y Bosnia (genocidio de Srebrenica, en 1995, y cerco de Sarajevo), dos ejemplos de limpieza ¨¦tnica que sirvieron de aldabonazo a la conciencia del mundo.
Los expertos consultados en la elaboraci¨®n de este reportaje son en general cr¨ªticos con la denominaci¨®n "humanitaria" por cuestiones sem¨¢nticas. "Habr¨ªa que distinguir entre una intervenci¨®n humanitaria, con presencia de ONG especializadas y organismos internacionales (Unicef, FAO, Programa Mundial de Alimentos) y un apoyo log¨ªstico militar, de car¨¢cter puntual pero cuyo peso recae en el componente civil, y la guerra humanitaria, una guerra derivada de una cat¨¢strofe humanitaria, que ser¨ªa una respuesta militar a una situaci¨®n de desastre humanitario", distingue Vi?ens Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. "La intervenci¨®n humanitaria siempre est¨¢ justificada; la guerra humanitaria, en cambio, obedece a un c¨¢lculo puramente militar sobre las capacidades de revertir una situaci¨®n igualmente militar, y eso no siempre est¨¢ justificado".
Y Libia, ?en qu¨¦ caso se encuadra? Fisas: "Desde mi punto de vista hab¨ªa que actuar con rapidez y de forma militar ante la posible toma de Bengasi, y despu¨¦s de que Gadafi no optara por medios diplom¨¢ticos para arreglar la crisis". El almirante de la Marina francesa Pierre-Fran?ois Forissier, el pasado 3 de junio, dec¨ªa sobre la perspectiva de una ayuda humanitaria militarizada: "Cuando alcancemos nuestros objetivos militares, necesitaremos asistencia humanitaria. Se usar¨¢n medios militares en una primera fase porque es la forma m¨¢s r¨¢pida y f¨¢cil de proporcionarla". Una tercera opini¨®n, la de Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde, director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH): "La intervenci¨®n aliada en Libia se est¨¢ convirtiendo en el apoyo a¨¦reo a uno de los bandos", el de los rebeldes.
"Es una prostituci¨®n de los t¨¦rminos. Cuando un concepto genera simpat¨ªa en la opini¨®n p¨²blica, se utiliza para todo: hoy no hay nada que no lo sea, y una intervenci¨®n humanitaria es una cosa m¨¢s. Pero no podemos hablar de humanidad cuando lo que en realidad se est¨¢ planteando es justicia o no justicia, legalidad o ilegalidad", sostiene N¨²?ez Villaverde.
"En el caso de Libia, la resoluci¨®n 1973 de la ONU parec¨ªa al fin un paso en la direcci¨®n correcta, porque hace referencia a la 'responsabilidad de proteger' que formul¨® la ONU en 2005 (el Estado es el primer responsable de sus ciudadanos, y si no, es la comunidad internacional quien debe protegerlos), pero la resoluci¨®n se est¨¢ prostituyendo, porque esa intervenci¨®n se est¨¢ convirtiendo en el apoyo a¨¦reo de una de las fuerzas combatientes". Para este experto, todos los pasos que se est¨¢n dando en Libia desde el 19 de marzo violan la legalidad internacional: "Armar a los rebeldes, la presencia de unidades terrestres especiales [de EE UU y Gran Breta?a]... todo esto viola la ley".
La acci¨®n militar, para el responsable del IECAH, debe limitarse a "crear un entorno de seguridad para que los agentes humanitarios puedan, en cat¨¢strofes naturales o en conflictos violentos, hacer su trabajo, es decir, aportar ayuda humanitaria".
El problema de confundir los t¨¦rminos -o las funciones- implica, para N¨²?ez, "despilfarrar el capital pol¨ªtico acumulado tras la adopci¨®n de la 'responsabilidad de proteger', en septiembre de 2005. Desde [el Tratado de] Westfalia reg¨ªa el principio de no injerencia en los asuntos internos de un pa¨ªs, pero las tragedias de los Grandes Lagos y los Balcanes rompieron esa convenci¨®n. Pero en las relaciones internacionales, que se mueven por el cortoplacismo, sigue imperando el doble rasero. ?D¨®nde est¨¢ la responsabilidad de proteger en el caso de Siria?".
"Un Ej¨¦rcito nunca puede ser un actor humanitario. No es bueno que un soldado reparta botellas de agua", sostiene con firmeza N¨²?ez Villaverde, que plantea el hecho de que el Ej¨¦rcito, "con un presupuesto de 18.000 millones de euros al a?o", sea la instituci¨®n m¨¢s valorada por los espa?oles. "El debate sobre defensa y seguridad sigue pendiente en Espa?a, pero en vez de eso se refuerza la idea de revestir de humanitario lo militar, eso explica muchas cosas en clave nacional. Y no es el ¨²nico pa¨ªs donde sucede: desde la ¨¦poca de [el primer ministro Tony] Blair, en Gran Breta?a la cooperaci¨®n es un elemento m¨¢s de la pol¨ªtica exterior y de seguridad. En el caso de EE UU, USAID, la agencia estadounidense de cooperaci¨®n, es, desde el 11-S, un componente m¨¢s del departamento de Estado de Defensa".
Para Joana Abrisketa, profesora de Derecho Internacional P¨²blico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto, el requisito legal para justificar una intervenci¨®n militar es que exista, previamente, una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU con un mandato determinado. "Salvo que la acci¨®n militar sea en leg¨ªtima defensa, una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad es el fundamento para legitimarla". Como Villaverde, Abrisketa cree que en la d¨¦cada de los noventa se abus¨® de la etiqueta humanitaria, "que garantiza poco en t¨¦rminos jur¨ªdicos". En 2000, la llamada 'responsabilidad de proteger' se incorpor¨® a este debate, quiz¨¢s porque la "intervenci¨®n humanitaria" hab¨ªa quedado desprestigiada. "Me pregunto c¨®mo se materializa la expresi¨®n 'responsabilidad de proteger', formalmente impecable y que quiere transmitir la idea de imparcialidad, a trav¨¦s del Consejo de Seguridad, un ¨®rgano pol¨ªtico dif¨ªcilmente imparcial", recuerda Abrisketa.
Hist¨®ricamente, y aunque desde el siglo XIX se han invocado razones humanitarias en algunas intervenciones (por ejemplo, la de Francia y Grecia en Siria en 1860, en apoyo de los cristianos maronitas), las ra¨ªces de este tipo de intervenci¨®n hay que buscarlas en el nuevo orden internacional que sigui¨® a la guerra fr¨ªa. "El Consejo de Seguridad se reactiva al desaparecer los dos bloques, porque durante la guerra fr¨ªa un bloque neutralizaba al otro. Yugoslavia, Somalia y Ruanda son los tres casos emblem¨¢ticos. Pero el papel del Consejo de Seguridad se va diluyendo porque ninguna de ellas es exitosa, por falta de recursos o error de t¨¢cticas, por ejemplo una operaci¨®n a¨¦rea y no terrestre... Por eso se deslegitima".
En el debate sobre las intervenciones humanitarias planea tambi¨¦n un concepto, forjado a finales de los ochenta por el franc¨¦s Bernard Kouchner, m¨¦dico, pol¨ªtico y fundador de la ONG M¨¦dicos sin Fronteras, y el jurista Mario Bettati: el deber de injerencia. Bettati dio cuerpo jur¨ªdico a la idea. En palabras del ensayista David Rieff, claramente intervencionista, "la diplomacia, sin la habilidad de desplegar una fuerza militar, no sirve para nada". Porque la diplomacia es muchas veces un factor subordinado.
Sobre los intereses no confesados, pero a veces clamorosos, que acompa?an este tipo de intervenciones -asegurar el suministro de petr¨®leo, por ejemplo-, o el aparente resabio colonialista de algunas de ellas, Fisas opina: "Desde hace muchos a?os se ha venido denunciando el car¨¢cter neocolonista de muchas intervenciones, sobre todo de exmetr¨®polis que intentan recuperar o asegurar sus espacios de influencia pol¨ªtica y econ¨®mica a trav¨¦s de lo humanitario. Es un riesgo real".
Si sobre las relaciones internacionales planean en todo momento intereses geopol¨ªticos y geoecon¨®micos, para Oladiran W. Bello, del think tank FRIDE, este tipo de intervenciones militares han ayudado a repintar el mapa del mundo tras la guerra fr¨ªa. "En el pasado, habr¨ªa resultado muy dif¨ªcil que Rusia y China no hubieran vetado la resoluci¨®n 1973. Esta vez no la han apoyado, pero tampoco la han vetado, y eso indica, motivaciones humanitarias al margen, que lo hacen tambi¨¦n por motivos pol¨ªticos, porque nadie quiere quedarse fuera de la ola de cambio en el mundo ¨¢rabe. Brasil es otro ejemplo: tambi¨¦n se opone a ella; los tres pa¨ªses son contrarios a la intervenci¨®n militar, pero no han hecho mucho por evitarla".
"Ahora existe m¨¢s presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica de que hay un riesgo cierto de genocidio, como el que exist¨ªa en Bengasi cuando el Consejo adopt¨® la resoluci¨®n 1973. En el pasado, al menos hasta las tragedias de Grandes Lagos y Bosnia, no exist¨ªa ese clamor. As¨ª que lo que mueve a decidir una intervenci¨®n de este tipo es la consideraci¨®n de motivos humanitarios, s¨ª, pero tambi¨¦n las probabilidades de tener ¨¦xito. Algo que no puede aplicarse hoy por hoy al caso de Siria", apunta Bello.
Libia versus Siria. En lo que a intervenciones se refiere, esa dicotom¨ªa, que revela la tensi¨®n de la cuerda en la relaci¨®n de fuerzas mundial, no solo sirve para circunscribir el debate, tambi¨¦n para situarlo en el centro de un c¨ªrculo viciado: el del doble rasero. "Siria es un pa¨ªs excepcional en el c¨¢lculo de probabilidades de una hipot¨¦tica soluci¨®n al conflicto de Oriente Pr¨®ximo. Muchos analistas temen que el recambio de Bachar el Asad al frente del pa¨ªs no sea un r¨¦gimen tan previsible como el actual; si hay cambios en Siria, se van a extender al resto de pa¨ªses vecinos", opina Bello.
"Libia es una rev¨¢lida para la aplicaci¨®n del principio de 'responsabilidad de proteger", asegura Bello, "pero lo que no s¨¦ es qu¨¦ va a suceder a medio y largo plazo: prevenir el genocidio es algo relativamente f¨¢cil, no as¨ª la soluci¨®n del problema real de esta guerra: el fin del r¨¦gimen".
Ej¨¦rcitos para misiones de paz
En los ¨²ltimos 22 a?os, el Ej¨¦rcito espa?ol ha intervenido en 57 operaciones en el extranjero, la mayor¨ªa de ellas como fuerza de interposici¨®n o mantenimiento de la paz; una minor¨ªa han sido intervenciones humanitarias.
A diferencia de las normales, "las humanitarias no requieren la intervenci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU", explica el general Miguel ?ngel Ballesteros, director del Instituto Espa?ol de Estudios Estrat¨¦gicos. Se trata en la mayor¨ªa de los casos de paliar los efectos de cat¨¢strofes naturales u otras causadas por el hombre, como ¨¦xodos de poblaci¨®n por una guerra. "Por ejemplo, en el terremoto de Hait¨ª, la magnitud de la cat¨¢strofe fue tal que los ¨²nicos capaces de reaccionar, por medios y por aproximaci¨®n integral, eran los militares. El Ej¨¦rcito de EE UU fue el primero que actu¨®. Pero es siempre el Estado el que da respuesta a la emergencia, y los militares son complementarios a la parte civil salvo en casos de conflicto b¨¦lico como Libia", recuerda Ballesteros, que cita la Operaci¨®n Atalanta de la UE, en aguas de Somalia, como paradigma de intereses sobrepuestos: "La primera obligaci¨®n de las patrulleras es proteger a los barcos del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, aunque es una operaci¨®n de seguridad, no estrictamente humanitaria".
"El Ej¨¦rcito no es una ONG, y a las Fuerzas Armadas solo hay que llamarlas con car¨¢cter excepcional. Con las ONG nos entendemos, y las cr¨ªticas que nos hacen de invadir su espacio son muchas veces te¨®ricas; sobre el terreno hay mucho m¨¢s entendimiento". La primera Estrategia Espa?ola de Seguridad "invitar¨¢ a las ONG a sumarse a la coordinaci¨®n sobre el terreno". Porque, recuerda Ballesteros, "ni siquiera los conflictos b¨¦licos se resuelven solo militarmente: hay que llevar desarrollo, estabilidad y paz".
Mandatos para evitar genocidios
- Resoluci¨®n 1296 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (2000). "La deliberada selecci¨®n de poblaciones civiles como objetivo y la comisi¨®n de violaciones sistem¨¢ticas y flagrantes del derecho internacional humanitario pueden constituir una amenaza para la paz y la seguridad internacionales".
- 'Responsabilidad de proteger'. Las matanzas de Ruanda (1994) y Bosnia (1995) suscitaron un vivo debate sobre la suerte de la poblaci¨®n civil en conflictos armados. A iniciativa de Canad¨¢, que cre¨® en 2000 la Comisi¨®n Internacional sobre Intervenci¨®n y Soberan¨ªa de los Estados, la Cumbre Mundial de Naciones Unidas dio en 2005 cuerpo jur¨ªdico a la doctrina responsabilidad de proteger (RtoP o R2P, en sus siglas en ingl¨¦s), sobre la protecci¨®n de grupos amenazados de genocidio o violaciones de sus derechos humanos. En 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU recogi¨® la idea en la resoluci¨®n 1674.
- Fundamentos de la RtoP. Riesgo evidente de genocidio o cr¨ªmenes de guerra; que el Gobierno del pa¨ªs no demuestre capacidad a la hora de evitarlos; la probabilidad de tener ¨¦xito para prevenirlos, y la articulaci¨®n de una acci¨®n colectiva de la comunidad internacional de la mano de la ONU.
- Otras resoluciones. El Consejo de Seguridad de la ONU ha adoptado con posterioridad otras resoluciones que recogen el principio de la responsabilidad de proteger. Son la 1674 (2006), sobre protecci¨®n de civiles en conflictos armados; la 1706 (2006), sobre la crisis de Darfur; la 1820 (2008), sobre mujeres, paz y seguridad, y las resoluciones 1888, 1889 y 1894 (las tres adoptadas en 2009), sobre protecci¨®n de civiles en conflictos armados.
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