Los textos inmortales arrastran una mala salud de hierro
Las colecciones de cl¨¢sicos viven un momento de esplendor filol¨®gico y cautela econ¨®mica - Algunas editoriales usan la Red para mantener vivos sus fondos
?Qu¨¦ es un cl¨¢sico? Un libro que acumula definiciones. Italo Calvino, por ejemplo, escribi¨® 14 diferentes. Entre ellas, esta: "Los cl¨¢sicos son esos libros de los cuales se suele o¨ªr decir: 'Estoy releyendo...' y nunca 'Estoy leyendo...". Y esta otra: "Los cl¨¢sicos son libros que cuanto m¨¢s cree uno conocerlos de o¨ªdas, tanto m¨¢s nuevos, inesperados, in¨¦ditos, resultan al leerlos de verdad". En Espa?a, las obras inmortales tienen hoy una mala salud de hierro. Por un lado, la p¨¦rdida de peso de las humanidades en la educaci¨®n parece condenar cada vez m¨¢s a Cervantes y fray Luis -por citar a dos presos- a un conocimiento "de o¨ªdas". Por otro, el esplendor que vive la filolog¨ªa hace que este sea el momento en que con m¨¢s rigor se les podr¨ªa leer "de verdad".
"Nunca se ha editado tanto y tan bien a los antiguos", afirma Garc¨ªa Gual
La RAE acaba de lanzar un canon que quiere ser la Pl¨¦iade espa?ola
En 20 a?os se ha pasado de imprimir 10.000 ejemplares a tan solo 3.000
"Hay obras que se deben publicar, vendan o no", dicen en C¨¢tedra
Las sucesivas reformas educativas han colocado las colecciones de cl¨¢sicos de sellos como Castalia, Biblioteca Nueva, Espasa o C¨¢tedra ante un panorama que Josune Garc¨ªa, directora editorial de esta ¨²ltima, califica de "desolador". Miles de estudiantes se acercaron al canon de la literatura espa?ola abriendo las tapas negras de la colecci¨®n Letras Hisp¨¢nicas de C¨¢tedra. La serie sigue viva -se acerca al n¨²mero 700-, pero las alegr¨ªas pasadas se han transformado en cautela. Por dos razones. Una: en la Ense?anza Secundaria no hay una serie fija de t¨ªtulos recomendados para toda Espa?a sino que var¨ªa por autonom¨ªas. Y dos: el n¨²mero de alumnos de letras en la universidad ha bajado radicalmente. El resultado es una ca¨ªda dr¨¢stica de las tiradas. Los entre 7.000 y 10.000 ejemplares de hace dos d¨¦cadas se han reducido a 3.000.
Junto a ese ajuste, algunas editoriales han adoptado dos estrategias de supervivencia: colgar en la Red los t¨ªtulos que no van a reeditar en papel y abrir m¨¢s sus cat¨¢logos a los contempor¨¢neos -de Mateo D¨ªez a Julio Llamazares-, aunque eso suponga dar una vuelta de tuerca a un factor antes fijo en la definici¨®n de cl¨¢sico: el juicio de la historia. No obstante, el realismo no le ha comido a¨²n todo el terreno al idealismo y una de las novedades puede ser la Po¨¦tica de Ignacio de Luz¨¢n, del siglo XVIII. "En una colecci¨®n can¨®nica", argumenta Garc¨ªa, "hay t¨ªtulos que, vendan o no, deben estar porque s¨ª, porque son parte de la cultura universal".
Ese mismo impulso de exhaustividad es el que hace casi 40 a?os llev¨® a Carlos Garc¨ªa Gual a proponer a la editorial Gredos que publicara en castellano todos los cl¨¢sicos griegos y latinos. "Era algo que en Europa se hab¨ªa hecho ya en el siglo XIX", explica el helenista. La aventura empez¨® en 1977 y hoy se acerca a los 400 tomos. "El esp¨ªritu con el que naci¨® era m¨¢s c¨ªvico que comercial. Y nunca tuvo financiaci¨®n p¨²blica", recuerda Garc¨ªa Gual. "Fue dif¨ªcil, pero los editores perseveraron. Imprim¨ªan 2.000 o 3.000 ejemplares y encuadernaban 1.000. Con las ventas de Plat¨®n se compensaba a Apolonio D¨ªscolo". Pesaban m¨¢s las letras que los n¨²meros. De ah¨ª los casi 20 tomos de Plutarco o los siete de Hip¨®crates.
Pero el de los cl¨¢sicos no es un prestigio sin lectores. El propio Gual se?ala la pulcritud -"nunca se ha editado tanto y tan bien a los antiguos"- de las ediciones de bolsillo de Alianza o Akal. O las ofertas con las que RBA -que en 2006 compr¨® Gredos- ha llevado a los quioscos a Homero y a Arist¨®teles. "Ahora que no hay estudiantes parece que hay p¨²blico", dice mientras lamenta que las bibliotecas p¨²blicas no compren cl¨¢sicos. "En Francia, por esa v¨ªa, la Pl¨¦iade vende 10.000 ejemplares de antemano".
Pese a todo, la sombra del Ibex no desanima a los entusiastas de ?yax. Ah¨ª est¨¢, de Herodoto (biling¨¹e) a Gald¨®s, la docena de t¨ªtulos con los que acaba de lanzar su colecci¨®n cl¨¢sica la editorial Dykinson, especializada en libros jur¨ªdicos. Y ah¨ª est¨¢n las 1.400 p¨¢ginas de los Di¨¢logos espa?oles del Renacimiento de la guadianesca Biblioteca Literaria Universal (BLU), que ha recalado en el sello Almuzara despu¨¦s de arrancar en Espasa.
La irregularidad de esta ¨²ltima contrasta con la velocidad de crucero de una iniciativa singular: la Biblioteca Castro. Un art¨ªculo en el que el cr¨ªtico Rafael Conte lamentaba no encontrar unas obras completas de Cervantes para regalar fue lo que decidi¨® a la Fundaci¨®n Jos¨¦ Antonio de Castro a levantar una colecci¨®n que, desde 1993, ha publicado 220 tomos con m¨¢s de 2.000 obras de 80 autores. Entre ellas, como dice su director literario, Dar¨ªo Villanueva, "un in¨¦dito del siglo XIII publicado en el XXI": los 10 vol¨²menes de la General Estoria de Alfonso X, nunca antes editada completa. "Una colecci¨®n as¨ª ser¨ªa insostenible comercialmente sin una fundaci¨®n detr¨¢s", reconoce Villanueva. Para que sea viable, la Biblioteca Castro imprime 1.000 ejemplares que se distribuyen entre suscriptores -"un centenar"-, librer¨ªas de toda Espa?a y una propia en Madrid. Tambi¨¦n a trav¨¦s de placistas, "agentes que tienen su p¨²blico en distintas localidades y colocan cierto n¨²mero de ejemplares". Preparados por especialistas, los textos se presentan sin notas. "Con todo el rigor filol¨®gico pero sin la erudici¨®n de otras colecciones. Queremos ser la Rivadeneyra del siglo XXI", explica Villanueva en alusi¨®n a todo un mito, la Biblioteca de Autores Espa?oles de mediados del XIX.
Si la Castro quiere ser la Rivadeneyra, la Biblioteca Cl¨¢sica que acaba de lanzar la Real Academia Espa?ola quiere ser la Pl¨¦iade espa?ola. Palabra de V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha. Patrocinada por La Caixa con 700.000 euros para los pr¨®ximos cuatro a?os, publicada por Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores -que tira 4.000 ejemplares- y dirigida por Francisco Rico, la colecci¨®n prev¨¦ publicar 111 t¨ªtulos -del Mio Cid a Pardo Baz¨¢n- y versiones "para estudiante" y de bolsillo. De su estreno destaca la primera edici¨®n cr¨ªtica de la Gram¨¢tica sobre la lengua castellana, de Nebrija. La escueta pero enjundiosa presentaci¨®n editorial recuerda que, pese a su fama actual, la obra fue una "extravagancia" en el trabajo de su autor. Lo mismo cabr¨ªa decir de los cl¨¢sicos en general en un tiempo en el que la sabidur¨ªa paga peaje a la rentabilidad. Se ha olvidado la vieja historia que Calvino contaba en Por qu¨¦ leer a los cl¨¢sicos: "Mientras le preparaban la cicuta, S¨®crates aprend¨ªa un aria para flauta. '?De qu¨¦ te va a servir?', le preguntaron. 'Para saberla antes de morir".
Don Juan Tenorio seduce v¨ªa m¨®vil
La Biblioteca Cl¨¢sica de la RAE publicar¨¢ una nueva edici¨®n del Quijote en 2015, coincidiendo con el cuarto centenario de la segunda parte de la novela cervantina. Entretanto, la colecci¨®n ha nacido con una extensi¨®n digital que permite consultar gratis material de archivo como el manuscrito del Busc¨®n y descargar en libros electr¨®nicos y tel¨¦fonos m¨®viles una selecci¨®n de obras que van desde las Coplas a la muerte de su padre, de Manrique, al Tenorio, de Zorrilla.
Adem¨¢s, la Red es cada vez m¨¢s el destino de t¨ªtulos cuya reedici¨®n en papel es hoy poco viable econ¨®micamente. Para mantener vivo su fondo, C¨¢tedra ha lanzado su Biblioteca Digital, temporalmente gratuita para los usuarios particulares. Lope de Vega, el Juan Ram¨®n Jim¨¦nez prosista y Carmen Mart¨ªn Gaite ya tienen sitio all¨ª.
Pero las nuevas tecnolog¨ªas no solo sirven para descargarse las comedias de Plauto por 3,36 euros en la p¨¢gina de la editorial Akal. Tambi¨¦n han servido para que el texto del Cantar de Mio Cid publicado por la RAE -"la mejor edici¨®n posible", seg¨²n Francisco Rico- haya surgido de un an¨¢lisis espectrogr¨¢fico del manuscrito que aclara pasajes dudosos y permite ver incluso qu¨¦ hay bajo las manchas del papel. Beneficios de la filolog¨ªa.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.