El futuro del Bloque
La asamblea que el BNG va a celebrar el pr¨®ximo oto?o, y el proceso de debate que le conducir¨¢ a ella, marcar¨¢n, sin el menor g¨¦nero de dudas, el futuro del nacionalismo gallego. Por sus resultados sabremos si el Bloque aspira a convertirse en una fuerza con vocaci¨®n de mayor¨ªa, hoy en la oposici¨®n y ma?ana en el Gobierno, o si, por el contrario, se resigna a ser una fuerza pol¨ªtica, todav¨ªa influyente, pero minoritaria y subordinada.
En los proleg¨®menos de esta decisiva asamblea, y al calor de los resultados electorales del 22-M, los temas que parecen ocupar el primer plano de la discusi¨®n solo contribuyen a crear la sensaci¨®n de que el debate nacionalista responde, sobre todo, a necesidades internas, y que adolece de la necesaria conexi¨®n con un proyecto pol¨ªtico, que apenas logra hacerse un hueco en el escenario de la controversia. Sin embargo, es evidente que una situaci¨®n como la que atraviesa el BNG solo puede explicarse en funci¨®n de la existencia de relevantes diferencias pol¨ªticas, lo que hace imprescindible que tales discrepancias se hagan expl¨ªcitas, para que los militantes y simpatizantes de la organizaci¨®n -y la opini¨®n p¨²blica- puedan conocerlas a trav¨¦s de un debate leal, democr¨¢tico y trasparente, que, por supuesto, no excluye la necesaria s¨ªntesis final. Solo as¨ª evitar¨¢ el Bloque que se desvirt¨²e o se manipule su asamblea, y solo de esta manera lograr¨¢ que el eterno debate organizativo, tambi¨¦n muy importante, sea el producto natural de un proyecto pol¨ªtico. De lo contrario, el BNG proyectar¨¢ inevitablemente la imagen de que su debate se reduce a una mera lucha por el poder, a una confrontaci¨®n de intereses personales o corporativos en pugna por la influencia y control de la organizaci¨®n.
Es imprescindible que se hagan expl¨ªcitas las discrepancias para que exista un debate leal
En los a?os noventa, el Bloque experiment¨® un crecimiento sin precedentes en la pol¨ªtica gallega, alcanzando en las elecciones auton¨®micas de 1997 el 25% de los votos y el liderazgo de la oposici¨®n. Dos a?os despu¨¦s, en las elecciones municipales del 99, culmin¨® su trayectoria exitosa conquistando numerosas e importantes alcald¨ªas, entre ellas las de Ferrol, Pontevedra y Vigo. El BNG hab¨ªa realizado una brillante trayectoria pol¨ªtica que le hab¨ªa llevado en muy poco tiempo de las catacumbas a convertirse en una fuerza de gobierno. Pero, a partir de ese momento, la organizaci¨®n nacionalista ha venido perdiendo apoyos sociales y electorales de forma sistem¨¢tica, elecci¨®n tras elecci¨®n, hasta cosechar el magro resultado del pasado 22-M.
As¨ª pues, el Bloque debe reconocer que un ciclo se ha cerrado tanto en la vida pol¨ªtica gallega como en su organizaci¨®n. Lo cual plantea la necesaria reformulaci¨®n de su proyecto pol¨ªtico, como condici¨®n indispensable para que el nacionalismo gallego pueda recobrar su impulso y reiniciar un proceso expansivo. La definici¨®n de un modelo econ¨®mico para salir de la crisis, que mantenga la coherencia entre los objetivos y los instrumentos, la formulaci¨®n de un proyecto de autogobierno y su relaci¨®n precisa -no ret¨®rica- con la Constituci¨®n y el vigente Estatuto, el modelo de Estado, el proyecto europeo y su pol¨ªtica de alianzas, son otras tantas cuestiones que el BNG deber¨¢ clarificar sin ambig¨¹edades, si aspira a protagonizar otra vez una alternativa de Gobierno.
Especialmente relevante ser¨¢ el tipo de relaciones que la asamblea decida establecer con el Partido Socialista. Si el BNG decidiera reducir dicha relaci¨®n a decisiones puntuales o coyunturas determinadas y sustituir su dif¨ªcil cooperaci¨®n competitiva de car¨¢cter estrat¨¦gico con el PSdeG por el distanciamiento y aun la confrontaci¨®n, contribuir¨ªa a difuminar la necesaria alternativa al PP y, desde luego, renunciar¨ªa definitivamente a encabezarla.
En este contexto es donde adquiere importancia la revisi¨®n organizativa a la que est¨¢ abocado el Bloque. Pero ocultar los problemas pol¨ªticos tras la cortina de humo de una pol¨¦mica exclusivamente organizativista no conducir¨ªa m¨¢s que al agravamiento de la crisis. Si se considera el importante peso que la inercia y la tradici¨®n tienen en el nacionalismo gallego, concluiremos que los cambios a los que debe enfrentarse el Bloque no son tarea f¨¢cil. Pero el tiempo se agota, y en pol¨ªtica no suele haber pr¨®rroga.
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