Cuando fuimos africanos
Como hace siglos fuimos tan africanos, unos m¨¢s que otros, nos ha quedado siempre, adem¨¢s de la Alhambra, el turr¨®n y el arco de herradura, una sabidur¨ªa comercial, que ahora se glosa en una estupenda exposici¨®n abierta hasta fin de septiembre en Casa ?rabe, el organismo oficial de largo y tal vez redundante subt¨ªtulo (Instituto Internacional de Estudios ?rabes del Mundo Musulm¨¢n), albergado con l¨®gica en el edificio neo-mud¨¦jar de las antiguas Escuelas Aguirre, en la calle de Alcal¨¢. La exposici¨®n se llama Brisas de Oriente, un t¨ªtulo perfumista pero adecuado, pues entre los carteles expuestos abundan los de esencias arom¨¢ticas y otros productos de tocador, todos con su trasfondo oriental. Y eso es lo que se expone: 100 a?os de carteler¨ªa comercial espa?ola de asunto morisco, coleccionada por un particular, Carlos Velasco, que contribuye adem¨¢s con un art¨ªculo escrito al cat¨¢logo de la muestra.
La exposici¨®n 'Brisas de Oriente' recopila cien a?os de carteler¨ªa comercial espa?ola de asunto morisco
Como era de esperar (y as¨ª se subraya en los textos y en las cartelones explicativos de las salas de Casa ?rabe), el estereotipo racial abunda en estos anuncios, con el a?adido inevitable, que se da en todas las culturas colonizadoras, de la condescendencia, el brochazo de color local y, por qu¨¦ no decirlo, la lujuria que inspiran los pa¨ªses colonizados del m¨¢s profundo sur. La odalisca, el oasis, la mujer velada, el joven con turbante; todo el repertorio ic¨®nico, a veces m¨¢s imaginario que real, aparece aqu¨ª, y en alg¨²n caso con deliciosa incoherencia, como ese anuncio del Jarabe Polibals¨¢mico Bascu?ana que representa, en precioso trazo muy a?os veinte, a un negrito tocado de un fez rojo portando bajo el brazo lo que parecen las tablas de la ley contra la tos.
Hay verdaderas joyas, como la cromolitograf¨ªa de 1902 que anuncia en franc¨¦s un "Concours Egyptien de Produits Espagnols" a celebrar en Alejandr¨ªa; el cartel y el concurso habr¨ªan hecho feliz a Terenci Moix. Por alguna rara coincidencia, hay dos, entre los mejores, vinculados a Alcoy, que no es la ¨²nica poblaci¨®n de la zona valenciana con nombre derivado del ¨¢rabe. El primero, de 1901, pregona el papel de fumar Zaida, que fabricaba en la ciudad del Serpis un tal Leopoldo Ferr¨¢ndiz. El segundo de los alcoyanos es el mejor, pues presenta en una escena de semipenumbra campestre a tres ¨¢rabes sentados en el suelo y mirados por una muchacha que lleva un c¨¢ntaro; a su lado, como en un collage fant¨¢stico de Max Ernst, hay una maquinaria moderna con una polea atada a la testuz de un camello. El t¨ªtulo o reclamo del anuncio no puede ser m¨¢s novelesco: El vulcano alcoyano.
Es incongruente pero tiene gracia uno del desinfectante Zotal (que comprobamos que ya exist¨ªa hace m¨¢s de 100 a?os), pues sobre la caja que contiene los polvos y la leyenda escrita se ve, sin aspecto de haberse rascado por el picor, una guitarrista andaluza con mantilla, aposentada en un mirador del Guadalquivir que deja ver al fondo la Torre del Oro y una versi¨®n demasiado ancha de la Giralda. Enternecedor, y casi dir¨ªamos que multicultural, es uno de la leche condensada La Lechera en cuatro idiomas, ingl¨¦s, franc¨¦s, espa?ol y ¨¢rabe; ocupa la parte inferior una madre musulmana que sonr¨ªe mientras le da el biber¨®n a su ni?o, sin ning¨²n s¨ªntoma de desnutrici¨®n.
No todo es pintoresco o caprichoso en los carteles. Pintores muy solventes y celebrados contribuyeron con sus dise?os a este arte ef¨ªmero, y en Casa ?rabe hay ejemplos de la obra de Jos¨¦ Segrelles, Lanz, Carlos S¨¢enz de Tejada y Mariano Bertuchi. De este ¨²ltimo, interesant¨ªsimo artista granadino que colabor¨® en la posguerra con el r¨¦gimen franquista, se presenta casi una docena de carteles de propaganda tur¨ªstica de las principales ciudades marroqu¨ªes del Protectorado Espa?ol, en el que el mismo Bertuchi lleg¨® a desempe?ar el cargo de inspector de Bellas Artes, participando personalmente en los trabajos de restauraci¨®n arquitect¨®nica del palacio del Califa de Tetu¨¢n y otros monumentos de la zona. Orientalista tard¨ªo pero refinado, los carteles de Bertuchi son comparables y a veces se asemejan a los del franc¨¦s Majorelle; en alguno, como el de Ketama, de 1940, Bertuchi paga el tributo de ¨¦poca, incluyendo en su visi¨®n costumbrista de la ciudad norteafricana un monumento a Franco, colosalmente horrendo como todos los que el General¨ªsimo generaba.
No s¨¦ si el mejor pero s¨ª desde luego el m¨¢s incorrectamente atrevido de todos los que figuran en Brisas de Oriente es el de una cerveza cordobesa popular en los a?os 1930, La Mezquita, que por cierto incluye en el propio cartel su capital social: tres millones de pesetas. La bonita plancha, de bonito que firma R. Yzquierdo, representa a un musulm¨¢n con un rostro de ¨¦xtasis que bien podr¨ªa ser suf¨ª, pero no lo es cuando advertimos que el hombre sostiene una jarra ya medio vac¨ªa de cerveza, encima de la cual est¨¢ el eslogan de La Mezquita: "El Cor¨¢n lo proh¨ªbe, pero es tan exquisita...".
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