El Tribunal Constitucional, en precario

Cuando en una democracia el m¨¢ximo ¨®rgano judicial encargado de velar por la correcta aplicaci¨®n e interpretaci¨®n de la Constituci¨®n da un golpe de mano -esperemos que solo haya sido un amago, ya que el presidente del Alto Tribunal no ha aceptado la dimisi¨®n de tres de sus magistrados- se enciende una luz roja que nos indica que nuestras instituciones est¨¢n siendo atacadas por la ambici¨®n pol¨ªtica.

Quiz¨¢s haya que preguntarse una vez m¨¢s qu¨¦ partido es el que m¨¢s cromos tiene para adjudicarle el premio a la deslealtad, por omisi¨®n o por acci¨®n interesada partidista. Vivimos unos momentos que exigen una ciudadan¨ªa reflexiva, madura y no influenciable. ?Qu¨¦ dif¨ªcil es para muchos de nosotros convertirnos en voces airadas de tanta corrupci¨®n y descaro pol¨ªtico! En una gran mayor¨ªa, somos ciudadanos de buena fe pero ni tontos ni ignorantes. Se han encargado de hacernos sentir una nueva arma de destrucci¨®n democr¨¢tica: la desconfianza hacia la clase pol¨ªtica. Pero, ojo, no nos equivoquemos, no todos los pol¨ªticos son iguales, esto es lo que quisieran determinados partidos que lleg¨¢ramos a pensar para hacerse con el poder y utilizarlo a su antojo.

Recordemos el pasado lejano y reciente, reflexionemos sobre el presente y decidamos para un futuro a corto plazo que permita tomar las medidas pol¨ªticas necesarias para que Espa?a recupere su tono muscular para el medio y largo plazo. El reto es nuestro.