Bipartidismo y convivencia

Las ¨²ltimas elecciones celebradas en nuestro pa¨ªs han demostrado una vez m¨¢s que gran parte de los ciudadanos apoyan a uno de dos partidos pol¨ªticos. Estos dos partidos, con programas en algunos asuntos bien distintos entre s¨ª, ofrecen una visi¨®n de la persona y de la sociedad frecuentemente enfrentada.

Resulta lamentable que estas situaciones contin¨²en repiti¨¦ndose y no hagan un mayor esfuerzo para entenderse y buscar un bien general para toda la sociedad, sin perjudicar o marginar a ninguna opci¨®n pol¨ªtica por muy peque?a que esta sea. Los representantes pol¨ªticos son los primeros que tienen la obligaci¨®n de dar ejemplo de entendimiento y concordia; de otra manera, ser¨¢ dif¨ªcil exigir a los ciudadanos una convivencia en paz.- Pl¨¢cido Cabrera Ib¨¢-?ez. Ja¨¦n.

Muchas reformas habr¨ªa que introducir en nuestra joven y prematuramente envejecida democracia. Pero hay una que me parece de todo punto impostergable: la segunda vuelta en las elecciones cuando la primera no arroja ninguna mayor¨ªa absoluta.

Solo as¨ª se evitar¨ªa el bochornoso espect¨¢culo que hemos vivido estos d¨ªas, con acuerdos antinatura entre partidos que sabemos que se profesan odio, pero que a la hora de la verdad aparcan todos sus principios con tal de alcanzar el poder, aunque sea compartido, y no digamos si de paso se consuman venganzas hist¨®ricas, o meras rencillas personales.

Dec¨ªa Arist¨®teles que cuando la democracia se desgasta y se debilita es suplantada por la oligarqu¨ªa. Y no hay peor oligarqu¨ªa que la que surge en el seno de los partidos cuando se les da ocasi¨®n de mostrar sus intereses m¨¢s crudos, como ahora.

Una medida como esa, la segunda vuelta, quitar¨ªa de un plumazo ese poder espurio que ejercen las camarillas y devolver¨ªa el poder de decisi¨®n a su ¨²nico y leg¨ªtimo due?o: el electorado. Antonio Rodr¨ªguez Almod¨®var Sevilla