La sardana no sale redonda
Cesc Gelabert no entusiasma en la inauguraci¨®n del Grec con su reinvenci¨®n de la popular danza - Un espect¨¢culo digno pero que se queda a medio camino
La sardana del Grec no sali¨® redonda. Pese a que contiene im¨¢genes bell¨ªsimas, momentos lograd¨ªsimos y pasajes de unas contagiosas vitalidad y alegr¨ªa, La muntanya al teu voltant, el espect¨¢culo que anoche inaugur¨® muy dignamente el festival de verano barcelon¨¦s y con el que Cesc Gelabert se reinventaba la popular danza catalana homenaje¨¢ndola de paso, no entusiasm¨® al p¨²blico. Aplausos correctos y nada m¨¢s. Los comentarios generales eran de "s¨ª, pero...". "Cesc cae simp¨¢tico y lo de la sardana tiene miga y crea buen rollo, pero la cosa no va m¨¢s all¨¢", sintetiz¨® un conocido director de teatro. "Muchos altibajos", fue otra extendida apreciaci¨®n.
Ya escribi¨® Pla: "A l'estiu els crepuscles s¨®n llargs" (tambi¨¦n dijo que "de sardanes n'hi ha algunes de bones, poques, i una quantitat considerable d'horribles"), y la funci¨®n de estreno dio comienzo con luz a¨²n en el cielo. La velada, agradable y con el c¨¢lido aliento del verano ya despleg¨¢ndose, sirvi¨® de paso para escenificar oficiosamente el traspaso de poder municipal -la rueda del poder-: Trias parec¨ªa llevar ya la vara de alcalde.
La velada sirvi¨® para escenificar el traspaso de poder municipal
Primera sorpresa, tras el inicio musical -apabullante el sonido de la banda municipal bajo la batuta de Salvador Brotons- los bailarines de Gelabert aparecen en pa?os menores, ellas con el pecho al aire, y amontonados libidinosamente, contradiciendo la can¨®nica apreciaci¨®n po¨¦tica de Joan Maragall: "No ¨¦s la dansa lasciva".
Bailan como en un aquelarre de las brujas de Arb¨²cies. Tras ese pr¨®logo tel¨²rico, Gelabert, con faja, se entrega a una verdadera deconstrucci¨®n de la sardana sobre un suelo de curvas de nivel que parece representar el territorio. Alg¨²n momento, parad¨®jicamente visto el tema, recuerda su personaje de Belmonte. Los bailarines vuelven a aparecer ataviados de estiuejants o as¨ª y cantando. Se suceden pasajes juguetones y vitalistas, llenos de contagiosa energ¨ªa (y de emotivo sentimiento de pa¨ªs), realmente espl¨¦ndidos, con momentos de corte dram¨¢tico. Resulta tentador leer episodios esencializados de la historia de Catalu?a: un pueblo en danza a trav¨¦s de los tiempos ("tota ma p¨¤tria cabr¨¤ en eixa anella").
Gelabert cuenta con sus 11 bailarines y los 14 seleccionados de colles sardan¨ªsticas que aguantan el tipo en las lides contempor¨¢neas del de Sarri¨¤ (aunque a ellas se las ve muy preocupadas por no quedar con las faldas al aire). Preciosa la composici¨®n de un c¨ªrculo fragmentado de bailarines que sugiere un Stonehenge de cuerpos. En una secuencia del espect¨¢culo, Gelabert aparece caracterizado de personaje noucentista y ofrece un solo hipn¨®tico, de ardua sobriedad.
Los bailarines fan i desfan la sardana disolvi¨¦ndola en bailes individuales fren¨¦ticos, en una clara (?) materializaci¨®n del seny i la rauxa. En un momento de apoteosis, la sardana gira y gira vertiginosamente como la rueda de la historia: ?no son esa gente que clama desde el centro los indignados del 15-M? "Hasta parece un baile enrollado, digno del S¨®nar", susurr¨® alguien en el p¨²blico que, como Francesc Guardans, mostraba doble militancia luciendo la pulserita del festival de m¨²sica avanzada.
En su parte final La muntanya al teu voltant mezcla muchas cosas. Referencias visuales a Mir¨® y a la multiculturalidad, un ¨¢rbol c¨®smico... para concluir con un anticl¨ªmax incomprensible. L¨¢stima.
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