M¨¢s celeridad
Ya se sabe que la Justicia es una m¨¢quina lenta. De acuerdo. El aforismo cl¨¢sico dice que la Justicia trabaja sin prisa, pero sin pausa. Sin embargo, en este caso de los ni?os robados, los ni?os apropiados, los ni?os dados ilegalmente en adopci¨®n, la Justicia se est¨¢ mostrando lenta y casi perezosa.
Las v¨ªctimas -madres a las que presuntamente arrebataron a sus hijos; hijos que buscan a sus madres- est¨¢n entrando en un proceso de desaliento. Y no es para menos. Despu¨¦s de tantos a?os de sufrimiento en silencio, muchas de estas personas est¨¢n cayendo en un pozo de des¨¢nimo, a la vista de los escasos avances que hasta ahora se han producido en la investigaci¨®n. Tanto es as¨ª que muchos de esos hombres y mujeres han decidido olvidarse o desconectar de este asunto para no enloquecer. Esa es la realidad.
Han transcurrido cinco meses desde que la Asociaci¨®n Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (ANADIR) presentara una denuncia colectiva. Demasiado tiempo. Afortunadamente, la reciente exhumaci¨®n de tres cad¨¢veres de ni?os en La L¨ªnea de la Concepci¨®n (C¨¢diz) ha supuesto un soplo de esperanza para los cientos de afectados. Porque parece que algo se mueve.
Lo que resulta un tanto inexplicable es que todav¨ªa no haya sido citado a declarar ninguno de los presuntos implicados en las diversas redes de tr¨¢fico de beb¨¦s que operaron en Espa?a desde la posguerra hasta 1987. ?Por qu¨¦ a¨²n no se les ha llamado, cuando en muchos casos est¨¢n perfectamente identificados? Nadie lo entiende. Y los afectados, menos que nadie.
Adem¨¢s, hay que tener en cuenta que los m¨¦dicos, las comadronas, las monjas, los curas y los funcionarios implicados son hombres y mujeres de edad muy avanzada. As¨ª que el tiempo corre en contra de las v¨ªctimas.
Hay m¨¢s de un afectado que cree que la investigaci¨®n habr¨ªa caminado mucho m¨¢s r¨¢pidamente si estos casos hubieran sido asignados a un solo juez. No se trata de que los magistrados y los fiscales act¨²en precipitadamente. No. Pero la justicia no debe olvidar que en este asunto hay por medio sentimientos muy humanos. ?Qui¨¦n puede exigir m¨¢s paciencia a miles de personas que llevan 20 0 30 a?os buscando a sus madres o a sus hijos?
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