BNG: de te fabula...
Hace unos a?os Anxo Quintela, entonces director del diario digital Vieiros, me hizo una pregunta acerca de ya no me acuerdo qu¨¦ crisis del BNG -ese frente, partido, o lo que sea, est¨¢ siempre en crisis-. Yo le respond¨ª con una boutade: "Al BNG le ir¨ªa bien si expulsase a todos sus militantes". Era una manera r¨¢pida, impresionista, de sugerir que se ha fosilizado en una cultura pol¨ªtica que ha cristalizado en un tipo de militante de efectos contraproducentes. La hip¨®tesis de fondo era que el nacionalismo de hoy, que tiene poco que ver con el de anteguerra, equivoc¨® sus presupuestos desde la transici¨®n, y no ha sabido romper con ellos, lo que le ha llevado al estancamiento. Si no hace una revisi¨®n completa de sus fundamentos se podr¨¢ pronosticar, temo que con gran margen de acierto, De te fabula narratur: el abismo de la consunci¨®n se abrir¨¢ ante ¨¦l. Que lo haga, sin embargo, parece misi¨®n imposible. Las inercias ideol¨®gicas y, sobre todo, los intereses creados internos lo hacen harto dificultoso.
Un partido que se reafirma a cada fracaso no es algo que se vea todos los d¨ªas
En los ¨²ltimos 30 a?os la ejecutoria del nacionalismo no ha sido brillante. En los inicios de la transici¨®n parec¨ªa tener un gran futuro, una vez temperado por la realidad. Pero no ha sido as¨ª. Los errores de enfoque del comienzo se han reproducido hasta la saciedad. La CIG es su gran ¨¦xito, como lo fue el per¨ªodo de Beiras. Pero no ha sabido elaborar un proyecto para la corriente central del pa¨ªs. En realidad, ni lo ha pretendido. Jam¨¢s se le ha ocurrido pensar que el nacionalismo, por serlo, tiene que aspirar a ser lo que Pujol llama el pal de paller de la sociedad. El eje que lo articula y que sostiene el peso del pa¨ªs. Encerrado en el igl¨² que se ha ido construyendo, no ha sabido expresar las preocupaciones y sentimientos del pa¨ªs. Ha tenido muy poco sentido patri¨®tico y escasas ganas de construir consensos sociales en torno a las grandes cuestiones, el idioma entre ellas. M¨¢s bien se ha aislado a s¨ª mismo con cierto sectarismo. S¨®lo algunos de sus alcaldes han sabido acertar.
De hecho, el nacionalismo ha aportado muy poco a la Galicia de hoy. No ha tenido el papel del PNV o CiU en la edificaci¨®n de la autonom¨ªa y la democracia. No ha sabido articular socialmente, como ser¨ªa su obligaci¨®n, dado su ideario. Las grandes transformaciones que han tenido lugar en las ¨²ltimas d¨¦cadas no le han dejado huella. Se ha edificado a s¨ª mismo como una subcultura al margen, a veces con el celo misionero propio de las minor¨ªas. Leyendo sus textos, pareciera que no ha ca¨ªdo el Muro de Berl¨ªn. No se sabe si lo suyo es Cuba o Suecia. O Catalu?a, que deber¨ªa ser el gran ejemplo de naci¨®n viable dentro de un Estado. El BNG se ha contentado con ser una fuerza puramente expresiva -para decirlo al modo de los polit¨®logos- pero que parece tener miedo a gobernar.
Los autores del desastre han comandado la nave desde hace 30 a?os. Es un caso raro, ins¨®lito. Ninguno de los grandes partidos espa?oles o europeos registran tal pertinacia en el mando. Ni PP, ni PSOE, ni IU, ni CiU o el PNV. Todos ellos han dado paso a sucesivas hornadas de dirigentes, y, casi siempre, a nuevas formulaciones ideol¨®gicas dentro de la matriz. Incluso, caso de CiU, cuando han tenido ¨¦xitos ininterrumpidos. Tal vez el partido que m¨¢s se le parece es IU. No, desde luego, ERC, que si bien sufre crisis recurrentes, lo hace renovando su staff casi al cien por cien. En realidad, el BNG es un caso ¨²nico. Un partido que se reafirma a cada fracaso -en vez de corregirse, como ser¨ªa l¨®gico- no es algo que se vea todos los d¨ªas.
En Galicia las ¨²ltimas d¨¦cadas no s¨®lo han erosionado las bases del mundo tradicional y, con ellas, algunos de los que pasan, err¨®neamente, por ser signos distintivos de su identidad espec¨ªfica. Al tiempo, el sentimiento nacional o de simple querencia se est¨¢ diluyendo a ojos vista. La causa hay que buscarla en la incapacidad de formular una modalidad de modernizaci¨®n del pa¨ªs que no sea un puro reflejo mim¨¦tico de las transformaciones del conjunto de Espa?a. Es un d¨¦ficit que no s¨®lo hay que atribuir al nacionalismo, pero tambi¨¦n a ¨¦l. Esa incapacidad pone en riesgo la continuidad de Galicia como sujeto pol¨ªtico y como realidad m¨¢s o menos diferenciada. Nada apunta a que esa falta se resta?e en un futuro inmediato.
Para m¨¢s inri, al BNG le viene otra prueba de fuego, que se podr¨ªa expresar as¨ª: ?Podr¨¢ sobrevivir la identidad de Galicia a Rajoy, un gallego en el gobierno? La derecha va a reformular el Estado en el esp¨ªritu de la Loapa, y es m¨¢s que probable que la autonom¨ªa de Galicia sea su primera pieza cobrada. Pocas dudas puede haber de que la crisis va a ser el mejor pretexto para cargarse trozos del Estado de bienestar, pero tambi¨¦n del autogobierno. ?Tiene el BNG una estrategia para impedirlo m¨¢s all¨¢ de ese resistencialismo c¨®modo que no tiene mayor contenido que esperar a que escampe?
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