Cobertura
Un d¨ªa no muy lejano sub¨ª al Olimpo, el monte m¨¢s alto de Grecia, que se levanta cerca de Tesal¨®nica, donde antiguamente ten¨ªa Zeus su trono, rodeado de toda su parentela. No llegu¨¦ a la cima, pero s¨ª a una altitud considerable y desde all¨ª trat¨¦ de llamar a un amigo con el m¨®vil. No hab¨ªa cobertura. Pens¨¦ que el lugar estaba preservado todav¨ªa por un don de los dioses, aunque tal vez el hecho se deb¨ªa a unas instalaciones de la OTAN, cuyas antenas coronaban la cumbre. Lo cierto es que el Olimpo se hallaba libre de cualquier guirigay, de esa tupida mara?a de conexiones inform¨¢ticas, redes sociales, llamadas perdidas, mensajes y correos electr¨®nicos, con que la humanidad cubre todo el planeta mediante el impulso de los dedos. Realic¨¦ unos ejercicios de respiraci¨®n consciente de que absorb¨ªa el aire incontaminado que respiraron los dioses y llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que hoy la libertad solo existe en aquellos espacios que no tienen cobertura, ya se trate del Olimpo, del s¨®tano del suburbano o del mismo infierno. Solo en esos lugares donde no puedes llamar ni ser llamado est¨¢n exentos de la poluci¨®n t¨®xica de la electr¨®nica y te permiten sentirte a salvo oyendo el propio silencio del yo. Imagino qu¨¦ habr¨ªa sido de nuestra cultura si los dioses del Olimpo hubieran tenido un m¨®vil. Aquellos h¨¦roes facinerosos cuyos cr¨ªmenes y pasiones fueron estelares se habr¨ªan convertido en unos horteras hablando de catarros, operaciones de ves¨ªcula, negocios de parcelas o de modelos de ba?ador y de zapatillas. Si Pen¨¦lope, la de ?taca, que tej¨ªa y destej¨ªa una inexorable manga de jersey esperando al marido hubiera tenido un m¨®vil la Odisea se habr¨ªa convertido en un chismorreo diario, ella preguntando cada media hora donde est¨¢s y Ulises contestando cualquier bobada, obligado a navegar al Hades, latitud de la eterna bruma solo porque all¨ª no hab¨ªa cobertura. La palabra red ya lleva incluida una idea de trampa para estorninos. Frente a la posibilidad de estar siempre expuesto a ser cazado por esa ara?a social, al llegar a un espacio donde no es posible recibir una llamada se tiene una sensaci¨®n similar a la de aquellos exploradores que se sent¨ªan libres al desembarcar en una playa virgen solos bajo el sonido de cotorras aut¨¦nticas, no humanas
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