A la sombra de la FDA
Si el sol que abrasa las carnes p¨¢lidas de los turistas ocasionales en Benidorm no es muy diferente del que tuesta los anchos hombros de los surfistas en la playa californiana de San Clemente -ambos brillan, queman y provocan c¨¢ncer-, las regulaciones sobre los bronceadores que acaba de emitir la agencia estadounidense del medicamento (Food and Drug Administration, FDA) deben ser tambi¨¦n aplicables a este lado del Atl¨¢ntico. As¨ª lo creen, de hecho, los m¨¦dicos y las sociedades cient¨ªficas europeas, que una vez m¨¢s se sienten mejor respaldados por la autoridad sanitaria estadounidense que por la de Bruselas.
La nueva regulaci¨®n de la FDA es f¨¢cil de resumir. Las cremas con un factor de protecci¨®n menor de 15 no sirven para proteger del c¨¢ncer de piel. Las que tienen m¨¢s de 15 no constituyen una licencia para torrarse, sino que solo contribuyen a reducir los riesgos. Los factores de protecci¨®n superiores a 50 son enga?osos, porque a partir de ese n¨²mero crece muy poco la filtraci¨®n de los rayos ultravioleta que llegan a la piel. Y la "resistencia total" al agua no es m¨¢s que un camelo: en lugar de vender esa entelequia, los bronceadores deber¨ªan especificar cu¨¢ntos minutos pueden aguantar despu¨¦s de un ba?o. La realidad, aqu¨ª y en California, es que nunca duran m¨¢s de dos horas, y los hay que duran bastante menos.
Los veraneantes europeos har¨ªan bien en preguntarse por qu¨¦ tienen que enterarse de estas cosas a trav¨¦s de las autoridades sanitarias de EE UU. Parte de la respuesta es que los bronceadores est¨¢n all¨ª regulados como medicamentos, por sus efectos preventivos, y por tanto est¨¢n sometidos a un escrutinio m¨¢s escrupuloso. En Europa se los considera simples cosm¨¦ticos, lo que ensancha la manga a la hora de regular su publicidad y sus etiquetas. Y la otra parte es que la FDA emite normas all¨ª donde la Comisi¨®n Europea se limita a balbucir unas "recomendaciones" siempre temerosas de sus efectos sobre la industria.
Por fortuna, la FDA hace tanto ruido que resulta imposible dejar de escucharlo desde nuestras costas. Pasemos este verano a su sombra mientras se aclaran en Bruselas.
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