El susurro de The Low Anthem
El grupo estadounidense de folk act¨²a en el nuevo festival madrile?o DCode
Como un susurro, lo nuevo de The Low Anthem atraviesa el t¨ªmpano reverberando los ecos que estos cuatro chicos de Providence consiguieron atrapar en la f¨¢brica de salsas para pasta donde grabaron su cuarto ¨¢lbum de estudio, Smart Flesh. "El verdadero reto ha sido conseguir manejar este espacio de 100.000 metros cuadrados en nueve meses", cuenta Ben Knox Millar, autor de las letras, al otro lado del tel¨¦fono. Esta oda a los silbidos y silencios tiene un especial regusto a espagueti gracias a los trapicheos que montaron en la f¨¢brica: "Coloc¨¢bamos micr¨®fonos en cada esquina, reproduc¨ªamos una canci¨®n y recog¨ªamos el sonido desde el otro lado de la sala".
Y as¨ª hasta 30 veces, aunque en este disco solo han entrado 11 canciones que salieron a la venta en febrero y se podr¨¢n escuchar en el DCode Festival en Madrid ma?ana y el s¨¢bado. Cuando las paredes no cumpl¨ªan la funci¨®n esperada, recurr¨ªan a alguno de los 27 nuevos instrumentos que han incorporado en Smart Flesh. Knox Millar comienza a describir un utensilio de cuerdas que al chocar emite un singular sonido, pero pronto se cansa. "Estoy harto de hablar de esto, me preguntan demasiado por los instrumentos desde que utilizamos un m¨®vil en el disco anterior", dice.
El grupo grab¨® su ¨²ltimo disco en una f¨¢brica de pasta abandonada
Mezclado por Mike Mogis, miembro de Bright Eyes, "el ¨¢lbum se mueve en espiral y aterriza en el tema que titula el disco". A diferencia de su anterior trabajo, Oh my God, Charlie Darwin, las letras de Smart Flesh son m¨¢s introspectivas, menos combativas en sus acentos: "Hemos dejado el leitmotiv de la pol¨ªtica".
The Low Anthem ha crecido durante los ¨²ltimos cinco a?os al abrigo del ¨¦xito de bandas como Fleet Foxes o Iron and Wine. Aunque Knox Millar no comulga con esta idea y se desquita de la etiqueta country-folk que les persigue desde que empezaron a hacer m¨²sica en directo en peque?os locales de Rhode Island. "La gente tiene esa percepci¨®n porque usamos instrumentos propios del g¨¦nero, pero no se dan cuenta de que se pueden obtener diferentes colores", explica el compositor. "Es como en la pintura, no depende de los colores, sino de los arreglos que hemos conseguido con pinceles-instrumentos cl¨¢sicos".
Los de Providence justifican este revival del folk, que sirve de reclamo en los nuevos festivales de verano, como "una nueva v¨ªa de entrada del g¨¦nero en el circuito comercial". Por eso, cuando sale a colaci¨®n el n¨²mero de conciertos que dar¨¢n en su segunda abundante gira por Europa -la primera vez que visitaron el Viejo Continente fue el a?o pasado- Knox Millar se explaya: "No pensamos en la fama ni en el ¨¦xito. Cuando las giras se hacen m¨¢s largas, tocamos en escenarios m¨¢s grandes o aumentan las entrevistas, nuestra ¨²nica obsesi¨®n es averiguar c¨®mo hacer que nuestras canciones suenen con los colores que las concebimos en espacios diferentes y m¨¢s grandes".
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