F¨²tbol entre pu?etazos
Hinchas del River y el Santos enturbian la promoci¨®n argentina y la final de la Copa Libertadores
Los jugadores del River Plate salieron del autob¨²s con la cara larga, sin ¨¢nimos de otra cosa que no fuera llegar al hotel para tratar de conciliar el sue?o. Ser¨ªa, en cualquier caso, complicado si se tiene en cuenta que perdieron (2-0) en la madrugada espa?ola de ayer la ida de la eliminatoria por no descender a la Segunda argentina -terreno desconocido en sus laureados 110 a?os, como les ocurre al Boca Juniors y el Independiente- en el campo del Belgrano. La misma cara se les qued¨® a los del Pe?arol, que perdieron (2-1) la final de la Copa Libertadores contra el Santos la noche de la coronaci¨®n de Neymar como un delantero de remate tan oportuno como certero. Dos resultados jugados sobre el c¨¦sped; dos partidos enturbiados por unos cuantos desalmados que saltaron al campo para repartir estopa. Algo sorprendente en Brasil, sede del pr¨®ximo Mundial y de los Juegos Ol¨ªmpicos de 2016. Algo m¨¢s habitual en Argentina.
El equipo bonaerense, a un paso de Segunda tras caer (2-0) en la ida ante el Belgrano
Neymar toma el relevo de O Rei al reeditar los t¨ªtulos de Pel¨¦ con el Santos (1962 y 1963)
La llegada del River a su hotel, sin embargo, remat¨® una noche desastrosa. Los hinchas agolpados en la puerta del vest¨ªbulo les increparon hasta la saciedad, reiter¨¢ndoles que no se merecen portar su zamarra. Ya dentro de ¨¦l, otros dos fan¨¢ticos siguieron con la cantinela, pero apretaron un poco m¨¢s las tuercas, hasta el punto de que uno se encar¨® con el portero Carrizo, como revelaba el diario Ol¨¦. Este no se amilan¨® y se las tuvieron a agarrones hasta que intervinieron los compa?eros y el cuerpo t¨¦cnico. Era la extensi¨®n de un ejercicio de vandalismo. Todo empez¨® unas horas antes.
Adalberto Rom¨¢n, ingenuo y demasiado impulsivo, sac¨® unas manos infantiles dentro del ¨¢rea y el colegiado pit¨® penalti. El segundo gol del Belgrano y el detonante para que cinco hinchas -tres primero y dos despu¨¦s- de las barras bravas del River saltaran al campo encapuchados. Se encararon con Almeyda, Arano y Rom¨¢n, al que empujaron por detr¨¢s. El colegiado detuvo el encuentro durante 20 minutos. "Entra alguien m¨¢s y no vamos", gritaba el ¨¢rbitro, "y paro esto por su seguridad". La polic¨ªa, no obstante, apenas actu¨®. "No hubo detenidos ni antes ni despu¨¦s, pero est¨¢n filmados", se excusaba Carlos Giovannini, encargado de la seguridad. Al final, se concluy¨® el duelo, el tormento del River.
A 2.300 kil¨®metros de C¨®rdoba (Argentina), en el estadio Pacaemb¨², de Brasil, tambi¨¦n se estrope¨® la fiesta del f¨²tbol, la Copa Libertadores. Ah¨ª apareci¨® Neymar, el delantero por el que suspira media Europa, y Ganso, con una t¨¦cnica sin igual, estupendo en el pase y en la mezcla. Son la imagen del Santos, de un f¨²tbol atrevido que el seleccionador, Menezes, quiere recuperar para Brasil. As¨ª, a un zigzag de Arouca, Neymar continu¨® con un golpe seco y de primeras por el palo que le pillaba m¨¢s cerca. Gol para definir la Libertadores, para coger el relevo de O Rei Pel¨¦ al reeditar la final de 1962. Luego, marc¨® Danilo en una jugada individual y Durval, en propia puerta, salv¨® la honrilla del Pe?arol. Un honor, en cualquier caso, que perdieron todos al finalizar el encuentro. Bien por no saber ganar; bien por no saber perder.
A la vez que Neymar y los suyos celebraban el triunfo, unos brutales hinchas del Santos entraron en el c¨¦sped con la ¨²nica idea de atizar a los del Pe?arol. Estos, calientes por el varapalo, se revolvieron y se enzarzaron en una pelea que prolongaron con los jugadores del Santos. Neymar, por ejemplo, pas¨® de golpear al bal¨®n a golpear a unos rivales que estaban sobre el c¨¦sped. "Estaba en el suelo y vino un bobo a gritarnos en la cara, a babosearnos. Y, cuando le fui a encarar, se me vino encima el resto", explic¨® el jugador uruguayo Luis Aguiar. "Hay que aprender a festejar. Nosotros asumimos la derrota, pero un hincha entr¨® y provoc¨®. Esas cosas son las que hacen la violencia", ampli¨® su compa?ero Martinuccio. La polic¨ªa, una vez m¨¢s escasa y a destiempo, no pudo evitar el bochorno en el mayor torneo de Sudam¨¦rica. Unas deficiencias que ponen en entredicho la seguridad brasile?a con vistas a los dos grandes eventos deportivos del futuro; una cr¨ªtica que no se desprend¨ªa de las ediciones digitales de los diarios brasile?os.
M¨¢s conciencia tiene Argentina de su violencia, por m¨¢s que no se ponga remedio. "Se vive en la histeria porque los torneos son cortos; porque, si pierdes tres encuentros, ya luchas por no descender, y porque el f¨²tbol tiene una importancia exagerada en el pa¨ªs", cuenta ?ngel Cappa, exentrenador del River, el Hurac¨¢n y el Gimnasia; "la ¨²nica posibilidad de ganar del obrero es su equipo. Y de ah¨ª, a la violencia". Algo que se transmite al c¨¦sped, donde las brechas, las patadas con los tacos por delante e incluso los pu?etazos -como el de Lamela ante el Belgrano que no vio el colegiado- est¨¢n a la orden del d¨ªa.
Despu¨¦s de los altercados, el Comit¨¦ de Seguridad de la AFA estudia cerrar las puertas del Monumental para el duelo de vuelta, el viernes. Una medida que evitar¨ªa volver a jugar un f¨²tbol entre bofetadas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.