6.000 a?os de fuego forestal
La tierra gallega se debe a 'paleoincendios' provocados, seg¨²n una tesis del CSIC
Los abor¨ªgenes en Australia, los indios en la selva del Amazonas y los gallegos en las carballeiras. Por distintos motivos, todos estos pueblos incendiaron sus arboledas desde antiguo, en el caso concreto de los gallegos, desde al menos el 4.000 antes de Cristo. Lo hac¨ªan para despejar el terreno, que hace 9.000 a?os empez¨® a poblarse de carballos, con el fin de dedicarlo al pastoreo. Y la prueba est¨¢ grabada en la tierra, por ejemplo en la que rodea los petroglifos de Campo Lameiro, un lugar muy habitado desde antes de la Edad de Bronce del que el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) y la Universidade de Santiago extrajeron y analizaron m¨¢s de 200 muestras. Los resultados los recoge la tesis doctoral de un holand¨¦s de 31 a?os, Joeri Kaal, investigador asociado del CSIC que, tras comprobar que "la cultura del fuego tiene al menos 6.000 a?os" en el noroeste peninsular, planea quedarse en Galicia para seguir haciendo arqueolog¨ªa del paisaje en otros parajes con petroglifos y muy deforestados, como la isla de Ons.
Hace 11 milenios, Galicia era una estepa muy fr¨ªa, de arbustos y hierbas
Este es uno de los suelos m¨¢s ricos del mundo en carb¨®n vegetal
El suelo t¨ªpico del monte gallego es el r¨¢nker atl¨¢ntico. Coincide con el de otros muchos lugares de la costa occidental de Europa, pero aqu¨ª se diferencia, sobre todo, por una cosa. Es uno de los m¨¢s ricos del mundo en carb¨®n vegetal. La prueba se puede hacer en infinidad de municipios: la tierra es negra, la capa es profunda (hasta que se encuentra la roca, es necesario excavar una media de tres metros) y hay un alto contenido en materia org¨¢nica, de la que en Galicia entre un 30% y un 40% son residuos del fuego.
"El concepto 'aut¨®ctono' es muy relativo", defiende Joeri Kaal, "?qu¨¦ es aut¨®ctono en Galicia, si hace 11.000 a?os era una estepa muy fr¨ªa, donde predominaban los arbustos y las hierbas?". El r¨¢nker es un "archivo f¨ªsico de los cambios ambientales" en el que quedan registradas las transformaciones que han sufrido el clima y la vegetaci¨®n. La capa m¨¢s baja, en Campo Lameiro, corresponde a 9.000 a?os antes de Cristo, 11.000 hasta ahora. Luego, en un per¨ªodo m¨¢s c¨¢lido, empezaron a prosperar formas de vegetaci¨®n m¨¢s altas, y entonces medr¨® el carballo.
Los gallegos de aquel tiempo no buscaban fertilizar la tierra. Lo que quer¨ªan era alimentar el ganado. El roble, despu¨¦s de un incendio, tarda en alcanzar la madurez sexual para reproducirse. Y mientras tanto, el brezo, el madro?o, el toxo y la xesta se adue?an r¨¢pidamente de la superficie. Tras aquellos primeros incendios forestales, termin¨® mandando el brezo, pero bastante m¨¢s adelante en el tiempo fueron los propios gallegos quienes ayudaron al toxo a tomarle la delantera. Ten¨ªa una importancia econ¨®mica enorme como fertilizante, y "el hombre se preocup¨® por propagar sus semillas". Adem¨¢s, sigue explicando Kaal, el toxo contaba con una ventaja adicional: se adapt¨® tanto a los incendios que incluso le convienen; sus semillas est¨¢n cubiertas de una resina que debe derretirse con el calor para germinar.
La idea de centrarse en Campo Lameiro no fue del holand¨¦s, que lleg¨® casualmente a Santiago dentro de un proyecto de investigaci¨®n europeo. Era el profesor del CSIC Felipe Criado el que estaba reclamando un investigador para este espacio que en julio abrir¨¢ al p¨²blico como parque arqueol¨®gico de arte rupestre. Con Criado, dirigi¨® la tesis de Kaal el catedr¨¢tico de Santiago Antonio Mart¨ªnez Cortizas. Y para llevar a cabo los an¨¢lisis hubo que aplicar m¨¦todos procedentes de la antropolog¨ªa, la qu¨ªmica org¨¢nica, la edafolog¨ªa y la arqueolog¨ªa del paisaje. Es, seg¨²n el CSIC, el estudio m¨¢s exhaustivo que se hace en Europa para reconstruir el contexto ambiental del arte rupestre.
El r¨¢nker gallego se empez¨® a formar desde la primera mitad del Holoceno, en ciclos de erosi¨®n y sedimentaci¨®n. El carb¨®n procedente de los "paleoincendios" permanece ah¨ª abajo, dif¨ªcilmente digerible por los microorganismos y apenas mudable por el agua de la lluvia.
Kaal, aficionado al monte, asegura que en los de Galicia ¨¦l es capaz de adivinar a simple vista mucho de las costumbres ancestrales. Ya con el microscopio electr¨®nico y diversas t¨¦cnicas bastante sofisticadas, cuando observa un fragmento de carb¨®n procedente del carballo lo reconoce por los poros que presenta cuando se corta. "Los rasgos del pino, por ejemplo, son totalmente diferentes". Adem¨¢s, en las capas correspondientes a hace 6.000 a?os, cuando comenz¨® la regresi¨®n de la masa forestal, tambi¨¦n se conservan p¨®lenes perfectamente identificables, entre ellos el del llant¨¦n y el de la ortiga, y esporas de hongos. Todo esto "sugiere pr¨¢cticas de quema para aclarar el monte para el ganado". Eso s¨ª, "har¨ªan falta otro tipo de an¨¢lisis", ahora, para saber qu¨¦ tipo de animales acostumbraban pastorear en aquella zona de Pontevedra hace seis milenios.
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