Limpiaparabrisas
El triunfo de una tenista china en Roland Garros a los aficionados cl¨¢sicos les son¨® a excentricidad, algo as¨ª como un esquimal triunfando en el voley playa, pero ilustra la explosi¨®n del enorme pa¨ªs en todos los sectores. En los mismos d¨ªas se celebraba el aniversario de los sucesos de la plaza Tiananmen y en oportuno lavado de cara internacional, el Gobierno chino contact¨® con familiares de v¨ªctimas para ofrecerles alguna compensaci¨®n econ¨®mica. Todo ello mientras artistas como Ai Weiwei lograban libertad condicional tras meses de encarcelamiento o disidentes pol¨ªticos como el premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo contin¨²an bajo la persecuci¨®n de las autoridades.
Los enviados especiales occidentales tienen que afinar el tiro para surtirnos de informaci¨®n sin irritar a esos gobiernos anfitriones. El periodista desplazado a pa¨ªses en libertad vigilada sufre a veces las represalias por la l¨ªnea editorial de su publicaci¨®n en el pa¨ªs de origen o la alegr¨ªa con la que los articulistas somos capaces de sentenciar sobre un lugar sin haberlo pisado jam¨¢s. Pero los enviados especiales son tan necesarios como los limpiaparabrisas en un d¨ªa de lluvia. Hace poco un amigo mexicano me dijo que recurr¨ªa a las cr¨®nicas de Pablo Ordaz para entender mejor su pa¨ªs. En Siria, cerrada la informaci¨®n libre a cal y canto, quienes nos mantienen al d¨ªa usan de lazarillo a disidentes que filtran im¨¢genes. El Gobierno vende mano tendida y cambios de gobierno de cara a la galer¨ªa externa mientras en el interior prosiguen detenciones y torturas.
En los ¨²ltimos meses resulta gratificante cada pieza que env¨ªa Almudena Ariza desde China para TVE. Al pie de sectores reprimidos, su c¨¢mara y ella son un inc¨®modo testigo. China elude demandas de libertad, derechos laborales y m¨ªnimos sin lo cuales, en tiempos de mejores balances econ¨®micos, habr¨ªa merecido censura o sanciones por parte de los pa¨ªses democr¨¢ticos. La involuci¨®n financiera troca aquello que afear en ejemplo internacional. Por suerte, la bandera del periodismo libre brilla en cada una de sus cr¨®nicas. Puede que a veces el trabajo esforzado de un enviado especial en el oc¨¦ano internacional se pierda en la charca removida de la pol¨ªtica local, pero los espectadores atentos reconocen el m¨¦rito y lo agradecen como unos cristales reci¨¦n limpiados.
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