Espa?a deber¨ªa dejar que Kosovo sea Kosovo
La pol¨ªtica exterior estadounidense durante los a?os de George W. Bush ha sido un contrasentido. Ello nunca result¨® m¨¢s evidente que en su p¨¦sima decisi¨®n de forzar el reconocimiento de Kosovo como rep¨²blica independiente, en marzo de 2008.
Nadie cuestionaba que Kosovo fuera una naci¨®n. Su identidad y existencia datan de siglos. En 1912 Kosovo fue invadido y ocupado por las tropas serbias, m¨¢s poderosas, mientras terminaba de desmoronarse la dominaci¨®n otomana de los Balcanes. Serbia se aferr¨® a su colonia de Kosovo y en los acuerdos de entreguerras Belgrado mantuvo su control sobre la poblaci¨®n kosovar. Esto era poco importante, mientras que a las dem¨¢s naciones de la antigua Yugoslavia tambi¨¦n se les negase la independencia nacional. Con la ca¨ªda del comunismo en 1989, la mayor¨ªa de las peque?as naciones del imperio sovi¨¦tico fueron emergiendo t¨ªmidamente a la normalidad. Robert Badinger, el conocido jurista y ex ministro de Justicia franc¨¦s, declar¨® en 1992 que la antigua Federaci¨®n Yugoslava se hab¨ªa disuelto. Pero Milosevic, el nuevo l¨ªder serbio que abandon¨® el comunismo nominal para adoptar una ret¨®rica populista de nacionalsocialismo clerical -un eco del lenguaje y opresi¨®n franquistas- no dej¨® que Bosnia fuera Bosnia, ni que Kosovo sea Kosovo.
Denis MacShane ?No ser¨ªa posible que PSOE y PP se pusieran de acuerdo en este aspecto menor de pol¨ªtica exterior?
El empe?o serbio por hacer que Bosnia se inclinara ante la voluntad de Belgrado termin¨® en la tragedia y atrocidades que rodearon el asedio de Sarajevo. En Srebrenica, Milosevic fue m¨¢s lejos: 8.300 europeos fueron sacados, uno a uno, para ser asesinados a manos de verdugos serbios. Fue la peor atrocidad ocurrida en tierras de este continente desde 1945.
Tras Dayton, el mundo pens¨® que Milosevic estaba borracho de sangre. Pero no. Estaba centrado en destrozar el deseo, claramente expresado, del pueblo kosovar de tener el mismo rango que las dem¨¢s naciones de la regi¨®n. Milosevic se neg¨® a negociar con el l¨ªder pacifista kosovar y profesor de literatura, Ibrahim Rugova. Una oleada de kosovares partieron solicitando asilo. Despu¨¦s de que, en 1998, Milosevic destrozara ciudades y pueblos del oeste de Kosovo, 250.000 personas huyeron a la monta?a para acampar en los montes. La breve guerra de 1999 puso fin al reino del terror de Milosevic. Pero tambi¨¦n los kosovares perdieron, ya que a su naci¨®n de dos millones de personas -mayor que algunos de los miembros m¨¢s peque?os de la UE- le fue negado un reconocimiento pleno. En Naciones Unidas, Rusia se neg¨® a admitir como miembro a Kosovo.
Para 2008 la situaci¨®n rayaba en lo kafkiano. En vez de esperar que acabasen el acoso ruso y las bravatas serbias, la mayor¨ªa de las democracias mundiales decidieron reconocer a Kosovo. Pero el anuncio se hizo un par de d¨ªas antes de las elecciones espa?olas de marzo de 2008. Ello oblig¨® a Miguel ?ngel Moratinos, ministro de Exteriores de Espa?a, a declarar en Bruselas que Espa?a no reconocer¨ªa a Kosovo. El PP hab¨ªa dejado claro que si el Gobierno socialista votaba a favor de Kosovo, la derecha espa?ola lo interpretar¨ªa como un voto a favor del rompimiento de Espa?a. Nada estaba m¨¢s lejos de la verdad. Existen muchos pa¨ªses con regiones separatistas que han reconocido a Kosovo. Kosovo es, a todas luces, una naci¨®n, y la Corte Internacional de Justicia ha reconocido su independencia como legal.
Pero el error diplom¨¢tico de anunciar el reconocimiento de Kosovo en medio de las elecciones espa?olas de 2008 coloc¨® a los pol¨ªticos de Madrid en dif¨ªcil situaci¨®n. Estados Unidos deber¨ªa haber esperado a los resultados de las elecciones y tratado de convencer al PSOE y al PP de que Espa?a deber¨ªa plegarse a la UE y a la OTAN en el reconocimiento de Kosovo.
Dos miembros ortodoxos de la UE, Grecia y Chipre, tambi¨¦n se negaron a reconocer a Kosovo por solidaridad con la Iglesia ortodoxa de Serbia. Ruman¨ªa y Eslovaquia tem¨ªan las reivindicaciones nacionalistas de Budapest sobre las zonas de habla h¨²ngara de Ruman¨ªa y Eslovaquia. Pero el resto de Europa ha reconocido a Kosovo. Ya hay 76 pa¨ªses que lo respaldan y, entre ellos, la mayor¨ªa de las democracias mundiales. El ministro de Exteriores brit¨¢nico, William Hague, dijo la semana pasada en la C¨¢mara de los Comunes que Serbia y Kosovo deber¨ªan negociar su entrada en la UE. Belgrado no lo har¨¢ mientras Espa?a no abandone el no-reconocimiento de Kosovo.
Despu¨¦s del arresto de Ratko Mladic, el carnicero de Srebrenica, el punto final de los terribles a?os de Milosevic tan solo se producir¨¢ cuando Serbia abra la puerta al ingreso a la Uni¨®n. Esto no suceder¨¢ hasta que Belgrado acepte a Kosovo y termine con la ficci¨®n de que forma parte de Serbia. Espa?a da lugar a que los pol¨ªticos de Belgrado vivan esta mentira. ?No ser¨ªa posible que el PSOE y el PP se pusieran de acuerdo en este aspecto menor de pol¨ªtica exterior, haciendo que Espa?a reconozca a Kosovo? De esa forma, Europa podr¨ªa comenzar la transformaci¨®n de los Balcanes occidentales de manera similar a la que Europa ayud¨® a transformar la Pen¨ªnsula despu¨¦s de Salazar, de Caetano y de Franco para convertirla en una regi¨®n de paz, democracia y prosperidad.
Denis MacShane es diputado laborista brit¨¢nico y ministro para Europa entre 2002 y 2005.
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