El regreso de la vida abstracta
El tibur¨®n flotando en un tanque de formaldeh¨ªdo, la vaca y el ternero con signos de putrefacci¨®n, la calavera con 1.000 brillantes componen una parte de la obra de Damien Hirst que, en 2008, se convirti¨® en el artista vivo m¨¢s rico del mundo.
Mientras los peri¨®dicos anunciaban la quiebra de Lheman Brothers en 2008, Hirst ingres¨® durante ese aciago a?o 270 millones de d¨®lares (190 millones de euros). En 2011, sin embargo, enhiesta ya la Gran Crisis, la cotizaci¨®n de Hirst ha descendido un 73% en las subastas porque, ?qui¨¦n iba a revender con ventaja un tibur¨®n a¨²n m¨¢s muerto en un mundo agonizante?
Y algo parecido ha ocurrido con los dem¨¢s artistas del grupo Young British Artist (YBA) audazmente patrocinados por la agencia publicitaria Saatchi&Saatchi, cuya sede principal ha llegado a ser el antiguo palacio del Duque de York. La entrada a ese lugar es gratuita pero la impresi¨®n incalculable.
La pintura espa?ola no ha muerto con estos a?os de escasez. Le ha sentado bien el malhumor de esta crisis
Los hermanos Saatchi, que fundaron su empresa en 1970, la convirtieron en la primera del mundo siete a?os despu¨¦s. De esta taumaturgia se derivan sus ¨¦xitos con los coleccionistas ricos y la fanfarria de sus estrategias que no excluyen ni incendios ni profanaciones de todo orden. Tanto pecado, en suma, que la entrada a la exposici¨®n de los YBA en el Brooklyn Museum de Nueva York, en 1999, fue prohibida a menores de 18 a?os.
De sus esc¨¢ndalos especulativos, s¨ªmbolos dorados de la Gran Crisis que vendr¨ªa enseguida, fueron naciendo fen¨®menos como los de Jeff Koons o Anish Kapoor, autores de escultoras tan gigantescas como infantiles, representativas de una etapa en la que el gasto superfluo y las incontinencias pueriles lograron su m¨¢ximo esplendor.
Ahora, estos artistas siguen la inercia de ser los elegidos en bienales y ferias de arte, pero tanto la obscenidad de su escala como el vac¨ªo de su rigor hacen pensar en los mejores tiempos de la org¨ªa. En la actualidad, expuestas sus esculturas en prestigiosos espacios exteriores o interiores, evocan un tiempo regio y fatuo donde pod¨ªa jugarse tanto con el capital como con su muerte en broma.
Todav¨ªa es pronto para constituir una nueva tendencia, pero la met¨¢fora de esta Gran Crisis se hallaba representada, en Art Basel 2011, clausurada el domingo, a trav¨¦s de recreaciones del expresionismo abstracto boyante tras la Segunda Guerra Mundial y presente hasta nuestros mismos d¨ªas. No nos hallamos, formalmente, en una tercera guerra mundial. No estamos sufriendo una guerra cl¨¢sica pero ?qui¨¦n duda de que la guerra ha de ir tomando otras formas y de que la desolaci¨®n de las miles de empresas muertas (destruidas o sin actividad) y de millones de parados (mediomuertos) remedan los millones de factor¨ªas y vidas civiles destruidas desde 1939 a 1945?
Setenta y cinco a?os despu¨¦s nos vemos de nuevo superados por la cat¨¢strofe (de los mercados), y desesperados ante la incompetencia para determinar un horizonte. Crecientemente empobrecidos y crecientemente ciegos para acabar con el desastre.
En la Art Basel concurren tantas galer¨ªas importantes, tantas obras llamativas desde los cinco continentes, que en su laberinto puede verse de todo pero a¨²n as¨ª, en medio del gran bazar, la producci¨®n del arte abstracto -hoy ya "cl¨¢sico"- continuado desde el final de la contienda hasta los ¨²ltimos a?os setenta, copa su esp¨ªritu. ?El mismo esp¨ªritu de aquellos a?os postb¨¦licos y la continuidad pac¨ªfica de la clase media?
Seguro que hoy no es lo mismo de ayer pero el arte recuerda la creatividad de aquellos tiempos. Recrea la experiencia mediante cuadros sin figuraci¨®n alguna, mediante collages a lo Jasper Johns. Lo recuerda a trav¨¦s de otras visiones amenazantes como las de Bacon, de fiestas decadentes como Frank Stella o de silencios como los de Cy Twombly.
De los espa?oles, la obra de T¨¤pies, de Esteban Vicente, Guerrero, de Sicilia, del primer Albacete, el primer Usl¨¦, el primer Broto, casi todo Barcel¨® o el R¨¤fols Casamada de los a?os ochenta-noventa, Miguel ?ngel Campano o Xavier Grau en la actualidad, unos m¨¢s cotizados que otros, unos muertos y otros vivos, desprenden el mismo aire de una pintura honrada. Una pintura que no ha muerto con estos a?os de escasez sino a la que sienta bien el malhumor de esta crisis.
Mucho maestro del expresionismo norteamericano (de Rothko a Franz Klein, de De Kooning a Gorki) ocupaba en Art Basel galer¨ªas rimbombantes como Gagosian o Marlborough, junto a estos tr¨¢gicos alemanes como Gerhard Richter o Lucian Freud que, en conjunto, componen un coro que hoy se revaloriza -con o sin subastas- en sinton¨ªa con la amarga melod¨ªa de nuestro tiempo.
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