Uruguay, ?un modelo para Grecia?
El pa¨ªs latinoamericano llev¨® a cabo una existosa reestructuraci¨®n de deuda en 2003
El deterioro de la situaci¨®n fiscal y financiera en Grecia, con un d¨¦ficit p¨²blico desbocado pese a los recortes de gastos ya aprobados y con el rendimiento del bono a 10 a?os por encima del 16%, ha vuelto a disparar las alarmas de los mercados, en el convencimiento de que alg¨²n tipo de reestructuraci¨®n de su deuda es ya inevitable. Tanto como para que el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisi¨®n Europea hayan creado un grupo de trabajo con el objetivo de abordar este proceso de la manera m¨¢s ordenada posible, seg¨²n han confirmado fuentes del sector financiero, dada la cantidad de agentes que se ver¨ªan afectados por un default griego.
La falta de un marco definido dentro de la Uni¨®n Europea para abordar posibles suspensiones de pagos de los Estados miembros obliga a inventar un modelo espec¨ªfico para la uni¨®n monetaria o a rescatar viejos procesos de reestructuraci¨®n que en su d¨ªa funcionaron en pa¨ªses en crisis. Uno de los procesos que se examinan con m¨¢s atenci¨®n es el caso de Uruguay.
Atenas acumula el doble de deuda y comparte banco central con 16 pa¨ªses
El peque?o pa¨ªs latinoamericano se vio arrastrado en 2002 por la crisis que hab¨ªa asolado Argentina un a?o antes. En el verano de 2002, las autoridades uruguayas afrontaban una fuga masiva de dep¨®sitos que eran incapaces de frenar y que amenazaba con colapsar el sistema financiero y desembocar, inevitablemente, en una suspensi¨®n de pagos, como le hab¨ªa sucedido a su vecino del sur. De hecho, la ¨²nica receta que el Fondo Monetario estaba dispuesto a extender al pa¨ªs era forzar esa quiebra, a la que las autoridades se opon¨ªan. La prima de riesgo entre el bono uruguayo a 10 a?os y el estadounidense se dispar¨® hasta los 3.000 puntos b¨¢sicos (30%) en 2002. El diferencial del bono griego con el alem¨¢n ronda en estos momentos los 1.400 puntos.
El presidente Jorge Batlle y su ministro de Finanzas, Alejandro Atchugarray, acudieron al Tesoro de EE UU en busca de ayuda y ¨¦ste, en contra de la opini¨®n del FMI, proporcion¨® a Uruguay una l¨ªnea de cr¨¦dito de 1.500 millones de d¨®lares, que liber¨® a su vez distintas partidas de ayuda del Fondo, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, lo que sirvi¨® como garant¨ªa para los dep¨®sitos y fren¨® el temor a un colapso financiero.
A partir de ah¨ª, el gobierno uruguayo estableci¨® una negociaci¨®n con los acreedores que ha sido calificado como "uno sacado del manual de soluciones voluntarias del Tesoro de EE UU y propio de Wall Street". No en vano, cont¨® con el asesoramiento del banco de inversi¨®n Salomon Smith Barney (hoy integrado en Morgan Stanley). Despu¨¦s de dos semanas de entrevistas en Nueva York, Tokio y otras ciudades en todo el mundo, el plan de reestructuraci¨®n de la deuda uruguaya se lanz¨® en abril de 2003 y se complet¨® el 29 de mayo, con una aceptaci¨®n del 93% de los acreedores. Los bonistas ten¨ªan que elegir entre un aplazamiento de los vencimientos de cinco a?os, mantiendo el rendimiento prometido inicialmente, u optar por un nuevo bono, m¨¢s l¨ªquido, pero con menor inter¨¦s. Este acuerdo redujo la carga efectiva del pa¨ªs sudamericano en aproximadamente un 15% y para 2004 el ritmo de crecimiento de la econom¨ªa ascend¨ªa al 11%. En honor a la verdad, el proceso fue exitoso pero tampoco f¨¢cil, numerosas huelgas se sucedieron en aquellos a?os por las medidas adoptadas por el gobierno para proteger a la banca.
Uno de los protagonistas de aquel plan fue John B. Taylor, reconocido economista, profesor de la Universidad de Stanford y entonces subsecretario del Tesoro de EE UU para asuntos internacionales. Taylor viene explicando que una de las lecciones m¨¢s importantes de aquella crisis "fue la necesidad de un marco para que los pa¨ªses pudieran comprometerse con sus acreedores del sector privado cuando la deuda soberana tuviera que ser reestructurada". Uruguay utiliz¨® un mecanismo voluntario y, en ¨²ltima instancia, agreg¨® nuevas cl¨¢usulas de acci¨®n colectiva en sus bonos, que dieron garant¨ªas a?adidas a los inversores.
La profesora Carmen Reinhart, autora junto a Kenneth Rogoff del libro Esta vez es diferente: ocho siglos de disparates financieros, lleva meses defendiendo una soluci¨®n a la uruguaya aunque con una inevitable quita de deuda, seg¨²n asegur¨® en una reciente entrevista.
Otras fuentes del mercado tambi¨¦n ponen como ejemplo Uruguay porque "se trata de evitar que las agencias de calificaci¨®n declaren que Grecia entra en suspensi¨®n de pagos, lo que har¨ªa muy dif¨ªcil que el BCE pudiera aceptar deuda griega como colateral y generar¨ªa problemas muy serios en Europa".
Una reprogramaci¨®n de la deuda -de siete a?os, que es lo que, seg¨²n fuentes financieras, est¨¢n pidiendo las autoridades europeas a los bancos- "servir¨¢ para que Grecia gane tiempo para avanzar en otros ¨¢mbitos, lo m¨¢s importante sin duda alcanzar un super¨¢vit primario", explican fuentes financieras. Los mayores vencimiento de deuda griega se concentran hasta 2017 [ver gr¨¢fico adjunto].
Las circunstancias de Grecia en 2011 no son las de Uruguay en 2003. El stock de deuda griega se prev¨¦ que alcance el 160% del PIB en 2012, casi el doble del que ten¨ªa Uruguay y es poco probable que, cuando vuelva a crecer, Grecia alcance crecimientos medios del 6,1% como ha hecho el pa¨ªs suramericano desde entonces. en el caso griego, adem¨¢s, las consecuencias de una suspensi¨®n de pagos recaen sobre el banco central de otros 16 pa¨ªses.
Zsolt Darvas, investigador del think tank con sede en Bruselas Bruegel y autor del informe "Reestructuraci¨®n de deuda en Europa: ?un demonio necesario pero manejable?" descarta que s¨®lo una reprogramaci¨®n de deuda sirva para garantizar la sostenibilidad de la deuda griega "porque a diferencia de Uruguay, la deuda de Grecia no es sostenible" y defiende un plan B, que incluya una fuerte quita en un proceso obligatorio y una bater¨ªa de medidas para asegurar que el BCE siga suministrando liquidez a la banca. Del modelo uruguayo, en la pr¨¢ctica, queda poco.
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