De los bocadillos al men¨² de lujo
El cocinero de Pirelli es un pionero de la restauraci¨®n en la F-1
Christian Staurenghi (Brescia, Italia; enero de 1971) llevaba toda la vida esperando el momento de poder colarse en el paddock del campeonato del mundo de f¨®rmula 1, y el fin de semana que Minardi le contrat¨® como conductor de autob¨²s y camarero, para el Gran Premio de San Marino de 1994, se convirti¨® en una pesadilla que a¨²n le estremece cuando echa la vista atr¨¢s. Aquel domingo, Ayrton Senna se mat¨® al estrellarse con su Williams en la curva Tamburello, en Imola, en un accidente que hizo que el mundo entero entrara en estado de conmoci¨®n.
Staurenghi estuvo a punto de no volver a pisar un circuito, pero las ganas y la convicci¨®n de que ten¨ªa algo que ofrecer a la F-1 le hicieron persistir. Ahora, 17 a?os despu¨¦s, este italiano enamorado de Brescia y que profesa una tremenda adoraci¨®n por Pep Guardiola y el Milan es uno de los cocineros m¨¢s exquisito de la F-1, desde su modesta parcela como chef de Pirelli, el suministrador de neum¨¢ticos que esta temporada ha sustituido a Bridgestone.
El italiano va a los mercados de cada ciudad a comprar productos frescos
"El men¨² que sirvo se pagar¨ªa a unos 80 euros en un restaurante"
Staurenghi estudi¨® hosteler¨ªa en Italia y trabaj¨® en el mejor restaurante de Brescia, pero la ciudad se le qued¨® peque?a, de modo que decidi¨® buscar retos mayores y se fue a Alemania con 18 a?os reci¨¦n cumplidos. All¨ª trabaj¨® en un hotel de cinco estrellas de gran lujo, hasta que se dio cuenta de que estaba demasiado lejos los coches de carreras, la otra pasi¨®n que mueve su vida, y eso le empuj¨® a mover cielo y tierra hasta que Minardi le ofreci¨® una oportunidad. Desde aquel momento, este dicharachero cocinero fue progresando y aportando las ideas que hab¨ªa ido recogiendo en sus etapas anteriores, siempre rodeado de exquisiteces y de un servicio de alto copete, y as¨ª, poco a poco, fue sofisticando los men¨²s.
"Yo fui de los primeros cocineros de la F-1. Cuando entr¨¦ no exist¨ªa la restauraci¨®n, era como un c¨¢mping en el que todos ¨ªbamos a base de bocadillos. Ahora se come de lujo, literalmente. El men¨² que sirvo en Pirelli se pagar¨ªa, en un restaurante, a unos 80 euros. Hay varias opciones a elegir, tanto de primer plato como de segundo", explica Staurenghi, que durante los a?os que estuvo en Benetton comparti¨® la cocina con otro mito de los fogones, Luigi Pasticcino Montanini, el primero del paddock en servir un plato de pasta.
M¨¢s all¨¢ de las opiniones que uno pueda recabar d¨¢ndose una vuelta por el circuito, la calidad del servicio que ofrece Staurenghi qued¨® patente en 1999, cuando su cocina, la de Benetton, gan¨® el premio como la mejor de la F-1. Uno de los argumentos que llev¨® al jurado a declararle vencedor fue la frescura de sus productos, el principio fundamental de su propuesta. Eso le obliga a ir al mercado un par de veces al d¨ªa, una costumbre que repite all¨ª cada semana donde se celebre el gran premio, desde Melbourne hasta Mil¨¢n, y pasando por Montreal, Barcelona y Sao Paulo.
"Mis alimentos son siempre frescos, y ofrezco la que creo que es la mejor opci¨®n seg¨²n lo que encuentro en el mercado. En Espa?a hay el mejor jam¨®n y aceite de oliva. En Canad¨¢ pagu¨¦ 450 euros por 12 piezas de at¨²n que en Italia no me habr¨ªan costado m¨¢s de 60", relata el cocinero, que siempre se ha mantenido fiel a los principios que le han reportado el prestigio que ahora tiene. "Me llegaron a pedir que hirviera la pasta por la ma?ana para servirla por la noche. Y, l¨®gicamente, me negu¨¦. ?Verdad que yo nunca he metido las narices en el trabajo que hacen los ingenieros en el coche? Pues que ellos respeten el m¨ªo tambi¨¦n", se despide el cocinero m¨¢s reconocido y reconocible de la F-1.
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