M¨²sica de todo menos sosa
Cuatrocientos espectadores celebran con ¨¦xito una edici¨®n singular del Festival Sinsal en la Illa de San Sim¨®n
La idea llevaba tiempo orbitando en las cabezas de los directores del Festival Sinsal, que miraban hacia la Illa de San Sim¨®n y ve¨ªan un escenario natural inmejorable. Experiencias previas, como congresos y un encuentro de creadores de danza contempor¨¢nea, y un ensayo, con el concierto de Ariel Pink para 140 personas el verano pasado, les animaron a dar los pasos decisivos.
Con tiempo, voluntad de varias partes y mucho trabajo, el pasado s¨¢bado la m¨²sica llen¨®, por fin, la Illa de San Sim¨®n. Como parte de la Estaci¨®n Ver¨¢n del Festival Sinsal, los dos islotes que forman el conjunto insular ejercieron de soporte f¨ªsico, o "sal¨®n noble", como dijo el director de la Fundaci¨®n Illa de San Sim¨®n, Xabier Alonso, para m¨¢s de diez horas de m¨²sica, proyecciones audiovisuales, proyectos de arte contempor¨¢neo de alumnos de Belas Artes de Pontevedra y propuestas esc¨¦nicas comisariadas por Normal, un ¨¢mbito de la Universidade da Coru?a para la cultura.
Las argentinas The Kellies se resist¨ªan a aparcar sus instrumentos
Las expectativas del p¨²blico, que pr¨¢cticamente agot¨® las 400 entradas disponibles a un precio de 25 euros y que inclinan los trasladados en barco, se vieron colmadas por la organizaci¨®n impecable y la actitud entusiasta de los artistas participantes. Alrededor de una treintena, en los conciertos en horario ininterrumpido, desde los gallegos 2uS, hacia la una de la tarde, hasta la despedida con tintes g¨®ticos y capuchas de los Secret Chiefs 3, al filo de las diez y media de la noche. Fue poco despu¨¦s de que el servicio de restauraci¨®n sorprendiese al p¨²blico repartiendo fruta fresca gratis.
A ambos lados de los tres escenarios ubicados en algunos de los lugares m¨¢s espectaculares del archipi¨¦lago (el emblem¨¢tico Paseo dos Buxos, el mirador empedrado de San Ant¨®n y la terraza de hierba junto al embarcadero norte de San Sim¨®n) flotaba todo el tiempo la contagiosa sensaci¨®n de estar viviendo un momento ¨²nico, como reflejaron las integrantes de The Kellies, procedentes de la escena bonaerense, resisti¨¦ndose a a aparcar instrumentos y micros, y una impresionada Jane Joyd, asida a su guitarra e imprimiendo m¨¢s fuerza a la dulzura de su voz contra el viento, que a media tarde vino a aliarse con los isle?os para sobrellevar los 30 grados de la jornada.
Lo cierto es que cada cual encontr¨® en las islas un modo de aliviar el calor, ya que el acceso era libre a todos sus espacios naturales, y todos, sin perder de vista el respecto por el entorno y los ingredientes culturales de la convocatoria, pudieron desarrollar su plan al aire libre: en familia, sesteando bajo los ¨¢rboles, con chapuzones y paseos, como el que dieron al atardecer los m¨²sicos franceses Laetitia Velma y Dominique A.
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