La p¨¢gina que no pasa
Los talibanes responden a los planes de Obama con m¨¢s muertos, entre ellos dos espa?oles
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pretende pasar p¨¢gina dando por terminada en 2014 la presencia militar activa norteamericana en Afganist¨¢n, lo que vale igualmente para el contingente espa?ol de 1.550 efectivos, y el resto de la fuerza occidental. Pero la insurrecci¨®n talib¨¢n no se da por aludida, y apenas unas horas antes de que un sargento y una soldado -de origen colombiano- de las tropas espa?olas murieran ayer al estallar un explosivo al paso de su blindado, un atentado suicida al este del pa¨ªs causaba docenas de muertos. El pasado d¨ªa 18, en una acci¨®n casi id¨¦ntica, cuatro soldados espa?oles resultaban heridos -dos de gravedad- y otro atentado, tambi¨¦n suicida, se saldaba con nueve muertos en una comisar¨ªa de Kabul.
Desde el comienzo de la guerra en oto?o de 2001, en que con enga?osa facilidad el contingente occidental y sus auxiliares afganos derrocaban al r¨¦gimen talib¨¢n, la fuerza norteamericana -que hoy cuenta con 100.000 soldados- ha tenido 1.500 bajas mortales, mientras que las tropas espa?olas han sufrido proporcionalmente una cifra muy superior de ca¨ªdos con 96 muertos (81 en accidentes, 13 en ataques armados y 2 por causas naturales). Y a mayor abundamiento, hay una diferencia importante entre uno y otro caso. Los norteamericanos desempe?an una misi¨®n de combate como represalia por el atentado de las Torres Gemelas -septiembre de 2001- perpetrado por Al Qaeda desde su refugio afgano, y la OTAN, que incluye a la fuerza espa?ola, cumple una misi¨®n de estabilizaci¨®n y reconstrucci¨®n del pa¨ªs, por mandato de la ONU. Pero tan sutil distinci¨®n se les escapa a los talibanes que luchan contra el r¨¦gimen del presidente Karzai -universalmente acusado de corrupci¨®n y manejo electoral fraudulento- y sus protectores occidentales.
El Gobierno espa?ol cuenta tambi¨¦n con concluir su presencia militar en Afganist¨¢n en ese relativamente lejano 2014, pero sin que la tragedia sea mayor o menor por ello, este es un p¨¦simo momento, tras la grave derrota del PSOE en las municipales y los golpes de la crisis econ¨®mica, para hacer frente a las dos nuevas muertes. Voces de la izquierda -IU y BNG- piden la retirada inmediata de una misi¨®n que, tras el anuncio de Washington, cuesta defender, y el l¨ªder del PP, Mariano Rajoy, reclama, responsablemente, que se reconozca el valor y el servicio a Espa?a de los dos muertos. Suponer, sin embargo, como hace Estados Unidos, que la guerra est¨¢ casi ganada y que toca volver a casa, es un ejercicio de voluntarismo para cortar la sangr¨ªa. Y hay que cortarla, pero sin hacerse ilusiones.
Si la misi¨®n de la OTAN es de normalizaci¨®n pol¨ªtica del Estado afgano y de reconstrucci¨®n del pa¨ªs, es evidente que lo que no se haya hecho ya, menos va a hacerse en un par de a?os. La ministra de Defensa, Carme Chac¨®n, volaba anoche a Afganist¨¢n en un apropiado gesto. Pero es el calendario de regreso lo que hay que pasar cuidadosamente por el tamiz. Para que no haya ni un d¨ªa de m¨¢s.
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