La Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo
El fracaso en hallar una salida a la acuciante crisis griega pr¨¢cticamente eclips¨® el resto de las decisiones del ¨²ltimo Consejo Europeo, algunas de tanta relevancia como la luz verde a la adhesi¨®n de Croacia o la mutilaci¨®n de la libre circulaci¨®n dentro del espacio Schengen, impuesta, v¨ªa hechos consumados, por Francia, Italia y Dinamarca. Hay que remitirse al comunicado final, concretamente a un anexo dedicado a la relaci¨®n con los pa¨ªses ¨¢rabes (en la jerga comunitaria, la vecindad sur de la UE) para descubrir que los jefes de Estado subrayan "la importancia de la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo, y la importancia de lanzar r¨¢pidamente proyectos concretos y relevantes en el marco de la UpM". La repetici¨®n en una frase tan corta no hace m¨¢s que resaltar su vacuidad, en medio de declaraciones sobre la situaci¨®n pol¨ªtica en una decena de pa¨ªses ¨¢rabes.
En estos momentos de crisis deber¨ªamos crear el Banco Euromediterr¨¢neo de Inversiones
Nacida en la campa?a presidencial francesa como propuesta de Uni¨®n Mediterr¨¢nea -un espacio de hegemon¨ªa para Francia, sin la sombra de Alemania ni de la Comisi¨®n Europea, premio de consolaci¨®n a Turqu¨ªa por su exclusi¨®n de la UE- se convirti¨®, previo pulso de Merkel, en la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo, una improbable organizaci¨®n a 43 Estados (todos los ribere?os, m¨¢s todos los de la UE). Naci¨® hipotecada por la obsesi¨®n por los equilibrios (norte-sur, Israel-Palestina, Grecia-Turqu¨ªa) y por compensar a los damnificados (Eslovenia, que por entonces presid¨ªa la UE, obtuvo la Universidad del Mediterr¨¢neo a cambio de cederle a Francia el protagonismo; Malta consigui¨® una vicesecretar¨ªa general y Jordania, la secretar¨ªa general tras renunciar a la sede permanente).
La designaci¨®n de Barcelona como sede fue el ¨¦xito m¨¢s tangible en pol¨ªtica mediterr¨¢nea de los seis a?os en los que Miguel ?ngel Moratinos fue ministro de Exteriores. Pero la frustraci¨®n por la crisis de Gaza llev¨® a los ¨¢rabes a bloquear su funcionamiento. Todos los mecanismos ideados para insuflar nueva vida a la cooperaci¨®n mediterr¨¢nea fueron fallando, uno a uno: la copresidencia norte / sur no rot¨®, ni alzaron el vuelo los proyectos, la segunda cumbre de jefes de Estado nunca tuvo lugar, incluso dimiti¨® el primer secretario general designado. La primavera ¨¢rabe estall¨® en el punto m¨¢s bajo de la corta historia de la UpM, precisamente cuando le tocaba a Espa?a tomar el relevo de Francia y llevar a la organizaci¨®n a su consolidaci¨®n.
No es casual que los jefes de Estado se vean obligados a defender la UpM: numerosas voces se han alzado para pedir su disoluci¨®n ante su demostrada incapacidad e irrelevancia. La UpM ha sido presentada como ejemplo de la impotencia europea, de la terca ignorancia de las realidades pol¨ªticas de los pa¨ªses ¨¢rabes en nombre de una cooperaci¨®n t¨¦cnica que, al final, resulta alejada de las preocupaciones de las poblaciones. Sin embargo, a pocos de estos cr¨ªticos se les ocurri¨® lo m¨¢s obvio: esperar a que nuevos Gobiernos democr¨¢ticos en la ribera sur puedan decidir conjuntamente con los pa¨ªses de la UE si la UpM es o no un instrumento que les puede ayudar. Ser¨ªa prematuro cerrar una instituci¨®n, pueda o no tener un papel ¨²til en el futuro, antes de dar tiempo a que esta nueva voz ¨¢rabe democr¨¢tica emerja (en un T¨²nez y Egipto posrevolucionarios; si hay reforma sustancial en Marruecos, Jordania e incluso Argelia; y, tal vez, en Libia o Siria tras la violencia). Caer¨ªamos as¨ª, de nuevo, en el error de decidir por todos desde el norte.
Entre las primeras propuestas para apoyar los procesos de cambio en el mundo ¨¢rabe est¨¢ la apertura de nuevas l¨ªneas de cr¨¦dito: del Banco Europeo de Inversiones, del Banco Europeo de Reconstrucci¨®n y Desarrollo, incluso del Banco Mundial. ?No podr¨ªa ser la secretar¨ªa de la UpM un motor para la gestaci¨®n de proyectos y la coordinaci¨®n de estas nuevas l¨ªneas de asistencia financiera? Fracasada como uni¨®n pol¨ªtica, la UpM, haciendo de la necesidad virtud, puede reforzar su car¨¢cter t¨¦cnico y convertirla en el germen de lo que en este momento de crisis no estamos en disposici¨®n de crear: un Banco Euromediterr¨¢neo de Inversiones. Al fin y al cabo, ya tiene identificados algunos proyectos, para los que no cuenta todav¨ªa con financiaci¨®n. No se trata de salvar a toda costa la instituci¨®n, sino de hacer el mejor uso de los recursos escasos lo antes posible. Esta ser¨ªa una apuesta estrat¨¦gica, porque el campo financiero es precisamente uno de los caballos de batalla de la transformaci¨®n democr¨¢tica ¨¢rabe. Donde no lleguen proyectos transformadores e integradores con financiaci¨®n europea, llegar¨¢n los petrod¨®lares saud¨ªes. Y, a estas alturas, quedan pocas dudas de cu¨¢les ser¨¢n las contrapartidas reaccionarias que Riad exigir¨¢ por ellos.
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