La pol¨ªtica en el epicentro de la indignaci¨®n
Mucha gente se ha quedado perpleja ante el hecho de que el Movimiento 15-M se haya puesto de acuerdo, fundamentalmente, en reformas de tipo pol¨ªtico, m¨¢s que econ¨®mico. Esas propuestas van desde la reforma de la Ley Electoral a la eliminaci¨®n de imputados en las listas de los partidos pol¨ªticos, hasta la petici¨®n de listas abiertas y en general m¨¢s democracia en los partidos. No estoy de acuerdo con los que critican al Movimiento 15-M por haberse centrado, al final, en pedir reformas de tipo pol¨ªtico. Al rev¨¦s, creo que su petici¨®n tiene bastante sentido, como tratar¨¦ de argumentar en las l¨ªneas que siguen.
La crisis econ¨®mica que comienza en 2007 fue seguida, entre otras muchas declaraciones rimbombantes, por la petici¨®n de Sarkozy de que hab¨ªa que "refundar el capitalismo". A partir de ah¨ª, el mundo se organiz¨® en el G-20, y los pa¨ªses m¨¢s desarrollados del planeta, junto con una representaci¨®n de los no tan desarrollados, comenzaron a coordinarse y a hacer propuestas encaminadas a regular m¨¢s, y sobre todo mejor, los mercados internacionales. El objetivo era que lo que hab¨ªa ocurrido a partir de 2007, y sobre todo a partir de septiembre de 2008, con la ca¨ªda de Lehman Brothers, no se volviera a repetir jam¨¢s en el futuro. Dichas propuestas eran todas ellas bienintencionadas: se trataba, en esencia, de eliminar los perversos incentivos que propiciaban los comportamientos de alt¨ªsimo riesgo en los mercados financieros.
El 15-M pretende reforzar el Estado y sus instituciones para que protejan mejor a los ciudadanos
Si uno se pasea por Sol, la pregunta que le hacen es: ?c¨®mo es posible que todo siga igual?
El caso es que a fecha de hoy, estas propuestas siguen siendo eso, meras propuestas. Los mercados internacionales siguen haciendo dinero como lo han estado haciendo en los ¨²ltimos 20 a?os, es decir: poniendo en riesgo a la econom¨ªa real de todo el planeta y, con ello, a toda la ciudadan¨ªa. Parece que han cambiado muchas cosas, pero en realidad, desde que estallara la burbuja financiera, en 2007-2008, nada, o muy poco, ha cambiado.
El Movimiento 15-M nace, crece y va a seguir desarroll¨¢ndose fundamentalmente sobre la desesperanzada constataci¨®n de que a pesar de la que nos ha ca¨ªdo encima nada ha cambiado. Si uno se pasea por Sol, la pregunta que le hacen recurrentemente es la siguiente: ?c¨®mo es posible que todo siga igual? Esa pregunta ha dejado perplejos, desorientados, a los pol¨ªticos de toda clase y condici¨®n. Precisamente por ello es absolutamente necesario dar respuesta a esa pregunta. El pol¨ªtico, los pol¨ªticos que acierten en hacerlo ser¨¢n los que se lleven el gato al agua, no de estas elecciones o de las siguientes, sino del gran cambio de paradigma econ¨®mico, pero sobre todo pol¨ªtico, que se avecina desde que comenz¨® la crisis.
Para responder a la anteriorpregunta, vayamos por partes. Una de las razones por las que "todo sigue igual" es porque los Estados no tienen potencia suficiente, capacidad, recursos, para hacer frente a los llamados mercados. En realidad, los Estados ya no son lo que una vez fueron.
?Por qu¨¦? Hagamos un poco de memoria. En los a?os ochenta, cuando comienza el movimiento liberalizador de los mercados internacionales, fundamentalmente de capitales, se produce, al mismo tiempo, de manera paralela, una revoluci¨®n en las ideas pol¨ªticas, que hemos convenido en llamar neoconservadurismo. El abanderado de esa revoluci¨®n pol¨ªtica fue Ronald Reagan, quien puso de moda el "small is beautiful". En su dimensi¨®n pol¨ªtica, small is beautiful quiere decir que el Estado, cuanto m¨¢s peque?o, mejor. De esta manera, lo que vemos a partir de los a?os ochenta, no solamente en Estados Unidos, y lo que es m¨¢s grave, no solamente en los pa¨ªses gobernados por partidos conservadores, es una progresiva retirada del Estado de todos aquellos espacios que tradicionalmente hab¨ªa ocupado desde la II Guerra Mundial. As¨ª, los monopolios p¨²blicos de Estado se fueron privatizando.
Se fue dando cabida a la iniciativa privada en sectores absolutamente consustanciales con la propia esencia de lo p¨²blico, como la sanidad, la educaci¨®n y hasta la seguridad. Y se fueron mermando, poco a poco, los recursos, tanto materiales como humanos, de los Estados. El Estado ten¨ªa que centrarse "en lo principal" y dejar a un lado "lo accesorio", como rezaban principios tan en boga en el momento como el de la subsidiariedad. La realidad es que, con el tiempo, el Estado ya no pudo centrarse ni en lo principal, ni siquiera en lo accesorio. Dicho de otra manera, el Estado dej¨® de ser eficaz.
Cuando el Estado deja de ser eficaz, empieza a perder su base de legitimaci¨®n social. Como se?ala Bel¨¦n Barreiro en un excelente art¨ªculo publicado en estas mismas p¨¢ginas (EL PA?S, 16 de junio de 2011), los ciudadanos buscan en el Estado, ante todo, eficacia, que las instituciones resuelvan sus problemas de empleo, seguridad, salud, educaci¨®n o de lo que sea menester. Cuando esto no ocurre, miran para otra parte. Es decir, cuando se constata, por ejemplo, que los Estados no son eficaces para subirse a los lomos de un caballo desbocado llamado "mercados financieros internacionales", los ciudadanos empiezan a preguntarse para qu¨¦ valen las instituciones, para qu¨¦ valen los pol¨ªticos, para qu¨¦ valen los coches oficiales en los que viajan, para qu¨¦ valen los asesores a los que pagan... Un suma y sigue que suele acabar generando el m¨¢s rancio de los populismos.
Por eso, cuando el Movimiento 15-M solicita, ante todo, reformas pol¨ªticas, lo que est¨¢ mandando es un mensaje m¨¢s o menos articulado de denuncia ante la ineficacia del Estado. Hay que reforzar el Estado, nos est¨¢n diciendo, y sus instituciones, para que pueda cumplir su promesa de que proteger¨¢ a los ciudadanos. Y reforzar al Estado pasa necesariamente por ponerlo a punto desde una perspectiva pol¨ªtica. Fundamentalmente, porque si un Estado no es suficientemente representativo, transparente y abierto, jam¨¢s podr¨¢ ser eficaz, y si no es eficaz, carecer¨¢ de la necesaria legitimaci¨®n social.
La manera de volver a crear una alianza entre la gente y el Estado, sus instituciones y los pol¨ªticos, es tomando en serio las reivindicaciones de aquellos que piden que se acometa una segunda transici¨®n pol¨ªtica en nuestro pa¨ªs. Sin ella no se contar¨¢ con el respaldo de la gente. Y sin el respaldo de la gente, el Estado, nuestro Estado y todos los dem¨¢s, jam¨¢s tendr¨¢n el empuje necesario como para poner en orden nuestra maltrecha econom¨ªa. Construyamos los cimientos de nuestro nuevo modelo de sociedad empezando no por el tejado, sino por sus pilares: hablemos de pol¨ªtica, y reform¨¦mosla, como punto de partida.
Antonio Estella es catedr¨¢tico Jean Monnet de Derecho de la UE, Universidad Carlos III de Madrid.
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