Necesidad de lo obvio
Hace alg¨²n tiempo, en Mozambique se dec¨ªa -al menos los que pod¨ªan permitirse tener sentido del humor- que en la bandera del pa¨ªs deber¨ªa figurar, en lugar de la azada, el libro y el kalashnikov, una mano tendida en adem¨¢n de pedir. Quiz¨¢ los gallegos deber¨ªamos plantearnos sustituir el c¨¢liz por otra cosa, a tenor de las sucesivas derrotas que estamos acumulando. Desde una Xunta que ha renunciado a gobernar y lo f¨ªa todo al Estado, salvo las operaciones de desmantelamiento, hasta los descensos y no ascensos de nuestros equipos de f¨²tbol, o la muerte por inanici¨®n calculada e indiferencia de Galicia Hoxe. No todas las derrotas tienen la misma dimensi¨®n, claro, pero en conjunto muestran un electrocardiograma colectivo progresivamente plano.
Los partidos a¨²n creen que si hallan la direcci¨®n pol¨ªtica correcta volver¨¢n a conectar con el electorado
La sociedad, por activa o por pasiva, es la culpable, como dec¨ªan Rousseau y Siniestro Total. Pero sobre todo lo son sus representantes. Lo malo es que la clase pol¨ªtica gallega, como la espa?ola, se ha ido degradando, desde el progresivo empeoramiento de la calidad de sus l¨ªderes al de sus usos y maneras (el bochornoso espect¨¢culo de las bancadas en el debate del estado de la naci¨®n es la ¨²ltima prueba). No pasaba nada, porque la rueda segu¨ªa girando sin que nadie la cuestionase o hubiese alternativa. Quiz¨¢ siga siendo cierto para los grandes partidos. Desde luego lo es para el PP, cuyo tipo de relaci¨®n con su base electoral no parece haber evolucionado mucho desde aquel "?Todo el poder para el jefe!" que propugnaba la CEDA, y ya se ver¨¢ si tambi¨¦n lo es para el PSOE. Pero no para los dem¨¢s, que tienen la ventaja/inconveniente de que sus seguidores son mucho m¨¢s exigentes con quienes pretenden representarles y m¨¢s susceptibles con sus m¨¦todos.
"Qu¨¦ tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente", reza la tan manoseada como todav¨ªa vigente queja de Friedrich D¨¹rrenmatt. Pasado ma?ana se re¨²nen en Santiago una serie de d¨¹rrenmattistas, bajo el apacible y hasta franciscano nombre de Iniciativa BenCom¨²n. En chapucera s¨ªntesis de sus manifiestos (Desde a indignaci¨®n preparando o futuro y Once teses para o ben com¨²n. 11 obviedades para revitalizar a esquerda en Galicia) denuncian la desafecci¨®n de la base sociol¨®gica de la izquierda hacia los partidos que hasta ahora la representan, que atribuyen no a la falta de propuestas sino a que llevan a?os sin renovar discursos, actitudes y estructuras, m¨¢s preocupados por sus propios problemas que por resolver los de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
Puede haber una cierta sensaci¨®n de dej¨¤ vu de aquellos manifiestos de intelectuales a favor de la unidad de la izquierda que proliferaban a finales de la transici¨®n (quiero decir de la Transici¨®n). No es as¨ª. Primero porque lo que IBC reclama, o as¨ª lo entiendo, no es una UTE de los partidos progresistas, sino un cambio total en su pr¨¢ctica pol¨ªtica y sobre todo en la relaci¨®n con su base social. Y segundo porque esa base social ahora exige p¨²blica y notoriamente unas medidas progresistas, independiente y despegadamente de estos partidos. Ese toque de atenci¨®n/intento regenerador nace extramuros de los partidos a los que IBC llama izquierda nacional (PSdeG-PSOE, EU y BNG) porque en ellos rige todav¨ªa el atavismo de que si encuentran la direcci¨®n pol¨ªtica correcta, todo lo dem¨¢s, incluida la conexi¨®n con el electorado, se les dar¨¢ por a?adidura. (Como dec¨ªa aquel: "Programa, programa, programa"). Y en ello est¨¢n, en la b¨²squeda de direcci¨®n y piloto que la gu¨ªe hacia ella.
IBC decidir¨¢ este s¨¢bado si se organiza como partido, lobby de presi¨®n, elemento transversal presente en los tres partidos o como fundaci¨®n de ideas. Lo del partido siempre es una tentaci¨®n, pero la realidad es que no escasea precisamente la oferta: solo en el BNG hay para escoger cuatro opciones de izquierda y una de centro progresista. Y las posibilidades de influir en los realmente existentes son, como dec¨ªa Samuel Johnson de casarse por segunda vez, el triunfo de la esperanza sobre la experiencia. El PSOE siempre ha afrontado las crisis mudando la c¨²pula, impermeabilizado ante los colectivos que se integraban, fuesen los del PSG en el PSdeG o los del PCE en el PSOE. IU y BNG lo han hecho depurando la l¨ªnea y localizando enemigos internos, con sus consecuencias tradicionales de escisi¨®n o abandono.
Te¨®ricamente, el campo nacionalista es el que parece m¨¢s d¨²ctil, aunque solo sea porque es el m¨¢s inestable. Pero el esp¨ªritu fundacional de Riazor de anta?o no parece casar con el hecho de que hoga?o en el actual equipo intranegociador figuren dirigentes con tantas cicatrices de guerras internas como si hubiesen estado en los tercios de Flandes. Y la experiencia de Nunca M¨¢is se contradice con la vuelta a los viejos m¨¦todos de lo que no se controla no existe, o no deber¨ªa de existir. De todas formas, como dec¨ªa Jorge Guill¨¦n, cuando uno pierde la esperanza se vuelve reaccionario.
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