Flamenco y m¨²sica contempor¨¢nea
Un proyecto ambicioso este del que es autor y director Mauricio Sotelo: la fusi¨®n del flamenco -cante, baile y toque- con la m¨²sica contempor¨¢nea. No del todo logrado, a mi juicio, aunque tiene m¨¦ritos suficientes para interesarnos en profundidad.
El desacuerdo fundamental viene de la elecci¨®n del poema en que se basa, titulado Muerte sin fin, y del que es creador Jos¨¦ Gorostiza. Es un poema denso, conceptual, que por momentos se convierte en un pesado lastre para el concierto. Demasiado poema, a mi entender, para una m¨²sica de esta naturaleza, y ello pese al esfuerzo de Juan Diego en la declamaci¨®n, a veces no bien inteligible por causa del sonido. Nos parece, en definitiva, que no debe haber tanto texto en la funci¨®n.
MUERTE SIN FIN
Declamador: Juan Diego. Baile: Fuensanta La Moneta. Cante: Arc¨¢ngel. Guitarra: Juan Manuel Ca?izares. Percusi¨®n flamenca: Agust¨ªn Diassera. Flauta: Roberto Fabbriciani. Viola invitado: Sergio S¨¢ez. Tr¨ªo Arb¨®s. Piano: Juan Carlos Garvayo. Viol¨ªn: Miguel Borrego. Violonchelo: Jos¨¦ Miguel G¨®mez. Direcci¨®n: Mauricio Sotelo.
Teatro Real. Madrid, 29 de junio.
Al hilo del mismo, Mauricio Sotelo compone una m¨²sica funcional, que encaja bien las distintas partes del concierto. M¨²sica que se deja o¨ªr gratamente, intercalada por silencios tambi¨¦n muy significativos. Y que ocupan bastante espacio. La obra as¨ª se arquitectura dignamente, aunque algunos de esos silencios quiz¨¢ la fragmenten, pero no la desvirt¨²an, desde luego. La obra tiene un sentido bien expl¨ªcito, que nos llega con di¨¢fana claridad.
Y se entremezclan, tambi¨¦n, en el desarrollo de este concierto, cantes y bailes, y toques flamencos, que fueron -todo hay que decirlo- lo m¨¢s aplaudido de la noche. El resto del concierto, evidentemente, se distingui¨® por la ausencia de aplausos, porque quiz¨¢ el p¨²blico -m¨¢s flamenco que otra cosa- reaccion¨® con el silencio y la sorpresa ante lo que o¨ªa. Solo al final se explay¨®, y no demasiado, la verdad.
Pero volvamos al concierto, a su parte flamenca. Hay que citar, en primer lugar, a Juan Manuel Ca?izares, que tuvo una parte muy significativa a lo largo del mismo. No siempre son¨® su guitarra con la brillantez en ¨¦l acostumbrada, pero fue siempre el m¨²sico sabio que supo encartarse con precisi¨®n en los momentos que el autor le hab¨ªa marcado.
Otro que brill¨® extraordinariamente fue el cantaor Arc¨¢ngel, que cant¨® mucho y todo lo hizo muy bien. Cant¨® solo, cant¨® para el baile de La Moneta, cant¨® combinando su voz con la de Enrique Morente... Su interpretaci¨®n de la ton¨¢, por ejemplo, casi a palo seco, fue de una excepcional grandeza, y arranc¨® quiz¨¢ las m¨¢s grandes ovaciones de la noche. Soleares, buler¨ªas por sole¨¢, buler¨ªas... Gran recital el de Arc¨¢ngel, verdaderamente grande.
Fuensanta La Moneta bail¨® bastante asimismo, con el relieve de hacerlo casi siempre en primer plano. Fue la bailaora que ya conocemos, rica en registros aunque esta noche los midiera mucho, seguramente por prescripci¨®n de Sotelo. A¨²n as¨ª brill¨® en sus intervenciones, que hizo con sobriedad, con rigor sobre todo. Fuensanta La Moneta es una bailaora de raza, de cuerpo entero, que llega al p¨²blico y mantiene su atenci¨®n, que vibra constantemente en lo que hace. Una gran bailaora, en definitiva.
Por ¨²ltimo, Morente. El concierto estuvo dedicado a ¨¦l, y se utilizaron algunas grabaciones suyas insertadas en la obra, con un equilibrio realmente admirable. El gran Morente, una vez m¨¢s, brill¨® en el cante como si estuviera a¨²n vivo, milagrosamente vivo. Y se le va a recordar por mucho tiempo, ya que su grandeza en el cante cada d¨ªa parece acrecentarse.
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