Y Chueca no se puso los auriculares

Primer experimento fallido. El Orgullo con cascos no funcion¨®. Tras la pol¨¦mica del ruido, la idea de mantener el protagonismo de la plaza de Chueca a costa de perder la m¨²sica, o mejor dicho, escucharla con auriculares, no convenci¨® a casi nadie.

A las 21.00 de ayer, decenas de personas se congregaban en la plaza m¨¢s simb¨®lica del barrio gay de la capital, pero la mayor parte de ellas acud¨ªa sin auriculares para poder o¨ªr la sesi¨®n de DJ que se avecinaba y que pretend¨ªa convertir aquello en una fiesta. Por primera vez en su historia, las tradicionales fiestas de los colectivos de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales (LGTB) se pon¨ªan los cascos. Las protestas vecinales por el ruido surtieron efecto, pero ayer Chueca no bailaba.

"Yo veo a la gente muy despistada", dec¨ªa Dj Bee antes de iniciar su sesi¨®n

No hubo reparto de cascos por parte de la organizaci¨®n como estaba previsto

Una normativa del Ayuntamiento proh¨ªbe autorizar l¨ªmites especiales de ruido en zonas, como resulta ser el caso de la plaza de Chueca, que tengan centros sociosanitarios a menos de 150 metros. Esa fue la base sobre la que se apoyaron algunas asociaciones de vecinos del barrio para tratar de impedir la celebraci¨®n de la fiesta. Pero los organizadores de un Orgullo que ya se ha hecho internacional apostaron por algo ex¨®tico: auriculares para todos. Lo que fuera, con tal de que el epicentro del barrio, su plaza m¨¢s emblem¨¢tica, siguiera manteniendo el liderazgo de la fiesta en la que, adem¨¢s de volver a llamar la atenci¨®n sobre los riesgos del sida, como ocurre este a?o, los colectivos de homosexuales reivindican su espacio f¨ªsico y social.

Ya lo dec¨ªa Dj Bee antes de comenzar ayer su sesi¨®n: "Esto es una prueba, una primera vez para todos, a ver qu¨¦ tal sale. Pero yo veo a la gente muy despistada".

Y as¨ª fue, apenas tres grupos de tres o cuatro personas asistieron al lugar con sus auriculares y no hubo reparto de cascos por parte de la organizaci¨®n como estaba previsto. Una pantalla grande con la imagen de alguien escuchando m¨²sica con aud¨ªfonos era toda la orientaci¨®n que pod¨ªa encontrar el reci¨¦n llegado.

Dos gog¨®s subidos en sendas plataformas, ubicadas a ambos lados de la cabina del DJ, trataban de orientar a una mayor¨ªa, incapaz de escuchar la m¨²sica: "Ahora, ?subid¨®n!", gritaban sin perder el ritmo que segu¨ªan casi solos, y levantaban los brazos tratando de animar una fiesta imposible en la que la decepci¨®n dio lugar a la risa.

"Esto es antisocial, no podemos hablar y escuchar m¨²sica a la vez, cada vez que me agacho a coger el litro del suelo o me muevo le arranco los cascos a ¨¦l, nos hemos convertido en los frikis de la fiesta, en protagonistas por un d¨ªa, pero bueno, es el Orgullo", dec¨ªa uno de los pocos j¨®venes que compart¨ªa cascos con un amigo creando un cierto efecto siam¨¦s.

"Se oye igual que la radio, depende del volumen al que te lo pongas lo escuchas m¨¢s o menos, no tiene nada que ver esta manera de escuchar m¨²sica con colegas", dec¨ªa otra chica que llevaba los suyos propios y estaba con otros dos amigos con cascos intentando disfrutar de la sesi¨®n.

Pero la plaza apenas se mov¨ªa. Y los comentarios de quien trataba de sumarse a la fiesta eran del tipo: "Esto es una basura", "falla mogoll¨®n", "as¨ª no se puede", "no s¨¦ ni qu¨¦ frecuencia tengo que sintonizar"... Mientras, Dj Tania intentaba darlo todo en la cabina y Dj Bee se preparaba para su momento estelar: "Es imposible que esto funcione igual que si todo el mundo estuviera escuchando la m¨²sica, no fluye la energ¨ªa porque precisamente la m¨²sica hace de canal".

El fiasco de los 'conciertos silenciosos'