Primera l¨ªnea de fuego
Tras la I Guerra Mundial, los aliados exigieron a Alemania el pago, en concepto de reparaciones por da?os de guerra, de unos 132.000 millones de marcos oro, lo que significaba, aproximadamente, un 6% del PIB alem¨¢n. El efecto de esa decisi¨®n fue devastador: impidi¨® que su econom¨ªa se recuperara, provoc¨® el hundimiento de su sistema financiero y social y determin¨® un nuevo enfrentamiento. Desde el principio, algunas voces, entre ellas la de Keynes, advirtieron del elevad¨ªsimo coste social y pol¨ªtico que tendr¨ªa ese castigo y del riesgo que llevaba impl¨ªcito, pero aun as¨ª las autoridades competentes siguieron adelante con esa exigencia.
El caso griego actual es muy distinto, empezando porque no se trata del pago de una reparaci¨®n, sino de una deuda libremente contra¨ªda; y siguiendo por el hecho de que a Grecia se le han facilitado, finalmente, cr¨¦ditos imprescindibles para intentar poner las cuentas en orden. Pero lo que no se deber¨ªa tampoco perder de vista es que, seg¨²n muchos expertos, el recorte tan r¨¢pido de gasto p¨²blico que los mercados financieros y la Uni¨®n Europea est¨¢n exigiendo a Atenas, a cambio de la ayuda, provocar¨¢ una ca¨ªda en su PIB de entre un 3,5% y un 4%.
Hay que solventar las dificultades de Grecia sin cargar sobre sus ciudadanos un peso insoportable
Muchas voces est¨¢n advirtiendo del riesgo que supone la crisis financiera y social griega. Es imposible que las autoridades de la Uni¨®n Europea, y de los pa¨ªses que forman su n¨²cleo duro, no se hayan dado cuenta, desde el principio, del peligro que corre la UE. Y sin embargo, Joschka Fischer escribe, en un destacado art¨ªculo publicado en la web (http://www.project-syndicate.org/commentary/fischer63/English), que cualquier ciudadano europeo que examine la situaci¨®n desde fuera no sacar¨¢ esa impresi¨®n.
"Por primera vez en su historia", afirma Fischer, que fue ministro de Exteriores alem¨¢n, "lo que est¨¢ en juego es la propia continuidad del proyecto europeo. Y sin embargo, el comportamiento de la UE y de los pa¨ªses miembros m¨¢s importantes es vacilante, con una impresionante falta de liderazgo". En el coraz¨®n de esta crisis est¨¢ la convicci¨®n de que el euro no sobrevivir¨¢ sin una mayor unificaci¨®n pol¨ªtica europea. Hasta Jean-Claude Trichet, el presidente saliente del Banco Central Europeo, propuso, t¨ªmidamente, la creaci¨®n de una especie de Secretario europeo del Tesoro.
Europa atraviesa una crisis pol¨ªtica decisiva y Grecia es la primera l¨ªnea de fuego. Pretender dejarla sola no es solo una estupidez, sino simplemente imposible. Hay que encontrar la manera de solventar sus dificultades financieras y reestructurar muchos de los mecanismos de su econom¨ªa, obsoletos e insuficientes (Grecia no ha sido capaz de aprovechar en los ¨²ltimos siete a?os ni el 25% de los fondos sociales y estructurales europeos a los que hubiera podido tener acceso). Pero no ser¨¢ posible hacer nada de eso si se pretende que los griegos carguen con un peso que es realmente insoportable. Como no tuvo sentido pedir a los alemanes de 1921 que pagaran lo que era imposible pagar.
Lo curioso de toda esta situaci¨®n es que si se propusiera a los ciudadanos de los grandes pa¨ªses de la Uni¨®n (Francia y Alemania) que votaran la desaparici¨®n de la UE, es casi seguro que se negar¨ªan en redondo. Es muy probable que incluso en el esc¨¦ptico Reino Unido el voto fuera finalmente negativo. Los ciudadanos europeos, con todas sus quejas, son conscientes de que la Uni¨®n Europea es un elemento imprescindible para asegurar su futuro. Es imposible que sus dirigentes no sepan, necesariamente, que el futuro de Europa no es posible sin consolidar el euro; que eso exige, irremediablemente, una mayor integraci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas; y que no se le puede pedir a nadie lo que se le est¨¢ pidiendo a los griegos. ?Ser¨¢n tan ciegos y tan est¨²pidos como lo fueron sus colegas de 1920? -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.