Las mujeres, motor del cambio
Est¨¢n las mujeres a punto de convertirse en motor del cambio pol¨ªtico en Europa? En los c¨ªrculos de expertos en crecimiento econ¨®mico, la experiencia y el sentido com¨²n indican que los avances, la rendici¨®n de cuentas y el trabajo denodado comienzan con las mujeres y dependen de ellas. Los microcr¨¦ditos, por ejemplo, son mucho m¨¢s eficientes cuando son las mujeres las que los reciben y los amortizan. Tal vez por ser las que tienen a los hijos y deben encontrar medios para alimentarlos, ahora se ve a las mujeres como los mejores "agentes de cambio".
Esa afirmaci¨®n parece hoy tan aplicable a la pol¨ªtica europea como lo ha sido a la econom¨ªa en ciertas partes de ?frica y Asia. Los resultados de las recientes elecciones municipales de Italia podr¨ªan ser una se?al de una din¨¢mica incipiente: fueron las mujeres las que expulsaron del poder con sus votos al partido de Silvio Berlusconi en Mil¨¢n, ciudad que ha controlado durante mucho tiempo (y base de su poder).
Islandia eligi¨® a una mujer fuerte y responsable para afrontar una crisis causada por varones
No existe una vinculaci¨®n directa entre ese resultado y el dram¨¢tico esc¨¢ndalo de Dominique Strauss-Kahn en Nueva York, pero, inmediatamente despu¨¦s de la detenci¨®n de DSK, mujeres y j¨®venes italianos se movilizaron decisivamente para derrotar con sus votos al partido de Berlusconi (encabezado en Mil¨¢n, ir¨®nicamente, por una mujer). Esos votantes no pudieron soportar m¨¢s la combinaci¨®n de machismo y vulgaridad que en tiempos hab¨ªa resultado tan ¨²til al hombre al que los humoristas italianos llaman ahora Berlus-Kahn.
Cuando Silvio Berlusconi lleg¨® al poder hace 17 a?os, cont¨® con el apoyo de una mayor¨ªa de mujeres. No las disuadi¨® su actitud para con ellas, al celebrar por turno su domesticidad tradicional y glorificar su cosificaci¨®n sexual. Pero la sociedad italiana ha cambiado: ahora la mayor¨ªa de las mujeres trabajan y ya no est¨¢n dispuestas a aceptar el anacr¨®nico y escandaloso machismo de Berlusconi.
Los hombres italianos pueden compadecer al envejecido dirigente, cada vez m¨¢s parecido a su efigie de cera en el museo de Madame Tussaud, pero las italianas (en realidad, las mujeres de todas partes, parece) solo sienten irritaci¨®n ante un hombre tan obsesionado consigo mismo, sus diversos juicios penales y sus vulgares placeres, ante alguien que parece no tener otro prop¨®sito que el de permanecer en el poder el mayor tiempo posible.
Naturalmente, las mujeres no est¨¢n solas en su oposici¨®n a Berlusconi, pero han sido las que han inclinado la balanza en Mil¨¢n. Son la encarnaci¨®n de la modernidad, animadas por un anhelo de dignidad y respeto.
No est¨¢n solas en la vanguardia de una nueva Europa de las mujeres. Cuando Islandia cay¨® en picado en la bancarrota por culpa del irresponsable comportamiento de sus minor¨ªas dirigentes pol¨ªticas y financieras, en su mayor¨ªa masculinas, el pueblo de Islandia lleg¨® a la conclusi¨®n de que solo una mujer fuerte y responsable pod¨ªa solucionar los problemas del pa¨ªs, por lo que eligi¨® a una presidenta.
La profundidad y la gravedad de la crisis econ¨®mica y social en pa¨ªses como Grecia, Portugal y Espa?a brindan una oportunidad a las mujeres. Ante lo que muchas ven como el equivalente de una "guerra econ¨®mica", las mujeres est¨¢n desempe?ando un papel cada vez m¨¢s importante en el mantenimiento de la seguridad financiera de sus familias y cuanto m¨¢s se generalice esa situaci¨®n, m¨¢s mujeres aspirar¨¢n a un papel pol¨ªtico que refleje su influencia econ¨®mica.
Naturalmente, el cambio de condici¨®n de las mujeres puede no plasmarse inmediatamente en una influencia pol¨ªtica cada vez mayor, y el resto de Europa podr¨ªa no seguir el ejemplo de Escandinavia, donde la igualdad entre los sexos ha avanzado mucho m¨¢s que en ninguna otra parte, pero esa din¨¢mica parecer estar ya en marcha.
Asimismo, independientemente del resultado del juicio de DSK en Nueva York, ese caso podr¨ªa representar un punto de inflexi¨®n en el trato dado a las mujeres en Europa. Es de esperar que las exhibiciones p¨²blicas y privadas de machismo dejen de ser consideradas aceptables.
Tambi¨¦n en el mundo ¨¢rabe, desde T¨²nez hasta El Cairo, las mujeres j¨®venes han desempe?ado un importante papel en el proceso revolucionario. Su ansia de cambio -comprensible, dado el trato recibido por las mujeres en las sociedades musulmanas tradicionales- parece ser una de las principales causas subyacentes de la fuerza del impulso revolucionario en T¨²nez y Egipto.
Con esto no quiero decir que "las mujeres" sean una fuerza universal en pro del cambio positivo en Europa y en todo el mundo. Pi¨¦nsese, por ejemplo, en Marine Le Pen, la nueva jefa del Frente Nacional de Francia, en Elena Ceausescu, la s¨®rdida esposa del exdictador rumano o, m¨¢s recientemente, en Leila Trabelsi, la esposa de Ben Ali, que huy¨® a Dub¨¢i con una tonelada y media de oro saqueado del Banco Central.
De lo que se trata simplemente es de que, en vista de que tantas personas en tantos pa¨ªses piden un cambio trascendental, la pol¨ªtica de igualdad entre los sexos es muy activa en Europa y m¨¢s all¨¢. La cuesti¨®n principal es la de si el n¨²mero cada vez mayor de mujeres que entran en pol¨ªtica har¨¢ realidad las perspectivas y los modos de direcci¨®n diferentes que muchos votantes (o manifestantes) parecen anhelar ahora.
Dominique Mo?si es autor de The geopolitics of emotion. ? Project Syndicate, 2010.
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