La frase
Las elecciones generales se ganan con una sola frase. Como si se tratara del lanzamiento del coche del a?o o de una nueva pastilla de jab¨®n, en Norteam¨¦rica el programa de un partido pol¨ªtico se resume en un mensaje corto, rotundo, dirigido al subconsciente colectivo. Cada candidato a la Casa Blanca se presenta amparado bajo su eslogan, que repite durante toda la campa?a hasta que acaba por perforar el cerebro del elector. Es la econom¨ªa, idiota, fue la consigna de Clinton, que movi¨® las manos al escoger su papeleta. El eje del mal, con esas cuatro palabras gan¨® las elecciones George Bush despu¨¦s del cataclismo de las Torres Gemelas. Yes, we can, repet¨ªa Obama en todos los m¨ªtines como un mantra. En nuestro pa¨ªs el Partido Socialista lleg¨® al Gobierno en 1982 solo con esta breve expresi¨®n: por el cambio. Despu¨¦s de tres mayor¨ªas absolutas Felipe fue desbancado finalmente cuando el exabrupto imperativo "?m¨¢rchese, se?or Gonz¨¢lez!" vertido como una gota malaya fue asimilado por la opini¨®n p¨²blica como una necesidad perentoria, pero el mismo d¨ªa del atentado de Atocha el propio Partido Popular qued¨® abatido porque Rubalcaba encontr¨® la frase precisa que sintetiz¨® toda aquella tragedia social, moral y pol¨ªtica. Espa?a no se merece un Gobierno que le mienta. Fue el gancho en la mand¨ªbula que puso a flotar juntos en la lona a Aznar y a Rajoy. Ahora al Partido Popular, sin un programa expl¨ªcito, le basta con percutir en el yunque con un martillo este binomio siniestro: Zapatero y cinco millones de parados. Elecciones anticipadas. Una cosa lleva a la otra. Toda la diab¨®lica complejidad de la crisis econ¨®mica ha sido reducida a este elemental principio de causalidad que la opini¨®n p¨²blica ha terminado por asimilar. El problema del Partido Socialista consiste en que no parece encontrar una frase atractiva para repescar a sus electores que le han abandonado. Un estadio lleno de gente, considerado como una sola unidad, tiene la psicolog¨ªa de un ni?o de nueve a?os. El cerebro del electorado no da para m¨¢s de dos ideas a la vez. Se trata de encontrar una expresi¨®n, incluso un solo vocablo, que exprese toda la desesperaci¨®n de la izquierda y la obligue a rechazar una vez m¨¢s esa pastilla de jab¨®n con que Pilatos se lav¨® las manos. Si me odias, v¨®tame.
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