Los secretos del gran proxeneta
En cuanto calentaba el sol, ellos aparec¨ªan por las aceras de Manhattan. Eran conocidos como "los libreros de Harlem". Hombres serios que desplegaban una mesa port¨¢til y ofrec¨ªan libros de editoriales marginales, especializadas en nacionalismo negro, l¨ªderes ca¨ªdos (Malcolm X, George Jackson, Martin Luther King) y revisiones afroc¨¦ntricas de la historia; si trataban de la Espa?a musulmana, en la portada aparec¨ªan solemnes africanos paseando por la Alhambra.
Me intrigaron aquellos libreros negros. Pod¨ªa entender que vendieran ese material en Harlem, pero no parec¨ªa una gran idea comercial el bajar a barrios mayormente blancos. Hasta que advert¨ª que aquellos tomos belicosos serv¨ªan de coartada cultural. Sus best sellers eran historias calenturientas de sexo y violencia, el equivalente literario del blaxploitation cinematogr¨¢fico. Despachaban abundantes copias de Iceberg Slim.
El carisma del chulo como h¨¦roe cultural afroamericano sigue en nuestros d¨ªas
Iceberg Slim era el nom de guerre de Robert Lee Maupin, un delincuente de Chicago que cambi¨® de vida en los sesenta. Decidi¨® contar sus vivencias y, con el olfato que dan a?os de piller¨ªas, se centr¨® en su etapa como proxeneta. Pimp, su estreno, fue un ¨¦xito inmediato, traducido a muchos idiomas (Anagrama sac¨® la versi¨®n en espa?ol, Pimp: memorias de un chulo).
Iceberg Slim inaugur¨® todo un subg¨¦nero. Otros proxenetas se apuntaron, con tomos a¨²n m¨¢s descarnados (y exentos de la moraleja de Iceberg Slim, que finalmente renunciaba a su oficio). Desvel¨® que el rufi¨¢n era uno de los modelos de masculinidad en la subcultura negra.
Cualquier amante de la m¨²sica afroamericana reconocer¨¢ la jerga de la explotaci¨®n sexual, tambi¨¦n conocida como the game, the sportin' life o the night life. Ellos son pimps, Mack men o players. Ellas responden como hos, ladies o bitches. Los libros de Iceberg Slim y sus colegas visibilizaron una subcultura. De repente, aparec¨ªa una grabaci¨®n de Jimi Hendrix titulada Doriella du Fontaine, donde el narrador, Lightnin' Rod (de The Last Poets) contaba la gran fantas¨ªa de los proxenetas y sus pupilas: el retiro dorado, despu¨¦s de saquear a un panoli. Con final frustrante, a pesar de todo.
En realidad, el tema se hizo tras la muerte de Hendrix, a partir de una jam session con Buddy Miles. Tengo dudas de que Jimi, tan genuinamente jipi, hubiera aceptado unir su m¨²sica a aquella historia. Pero Miles Davis no se planteaba esos escr¨²pulos: en su autobiograf¨ªa, alardeaba de haber ejercido de chulo y, m¨¢s a¨²n, de tener mano larga con las mujeres.
Seg¨²n contaba Iceberg Slim, su "negocio" se basaba en el uso medido de la violencia y en t¨¦cnicas de psicolog¨ªa callejera, para controlar a sus mancebas: "No es un asunto de sexo, es un asunto de coco. Un buen chulo no cobra por follar; lo hace por tener la respuesta adecuada para lo que preocupa a una puta".
No son asuntos agradables, por cierto, y ten¨ªan otros componentes sociales: en general, muchos de los pimps negros ten¨ªan hos blancas. El argumento puede parecer pueril, pero viene a decir: el hombre negro tiene como principales enemigos al blanco y a la mujer; dominar a mujeres blancas supone un doble triunfo.
Los argumentos que Iceberg Slim puso por escrito corresponde obviamente a tiempos anteriores al feminismo. Pero asombra que el carisma del chulo como h¨¦roe cultural haya llegado hasta nuestros d¨ªas.
Fue reivindicado por el gangsta rap, que adem¨¢s populariz¨® su est¨¦tica: coches escandalosos (conocidos como pimpmobiles), joyer¨ªa y bisuter¨ªa rutilantes (bling-bling), falanges de mujeres arropando a la estrella. Un rapero como Snoop Dogg presume de compatibilizar, durante varios a?os, el micr¨®fono con el proxenetismo.
No he vuelto a ver a los "libreros de Harlem", seguramente barridos por la pol¨ªtica de tolerancia cero del alcalde Giuliani. Pero los siete libros de Iceberg Slim siguen vendi¨¦ndose. Ahora los relanza Cash Money, la potente discogr¨¢fica del hip-hop de Nueva Orleans. Y seguro que pronto los traducir¨¢ al castellano alguna editorial cool. Nunca nos cansamos de leer sobre los malos.
Babelia
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