Ava Gardner contra Ava Gardner
"Yo siempre le digo a mi equipo: 'Crear es recordar. La memoria es la base de todo". Crear. Recordar. Dos verbos aparentemente poco conciliables en una misma oraci¨®n pero que, unidos, adquieren una nueva dimensi¨®n. La frase es de Akira Kurosawa y con ella se refer¨ªa a sus propias pel¨ªculas, pero fue introducida por otro cineasta, el muy particular documentalista Chris Marker, en el inicio de A. K., su creativo recuerdo sobre la figura del director japon¨¦s. Creativo recuerdo. Algo que parece haberse aplicado tambi¨¦n Isaki Lacuesta, otro documentalista alejado de los convencionalismos, en La noche que no acaba, personal¨ªsima visi¨®n f¨ªlmica de Beberse la vida: Ava Gardner en Espa?a, ensayo del escritor y cr¨ªtico de teatro Marcos Ord¨®?ez sobre los d¨ªas m¨¢s de vino que de rosas de la actriz estadounidense en nuestro pa¨ªs.
LA NOCHE QUE NO ACABA
Direcci¨®n: Isaki Lacuesta.
Intervienen: Charo L¨®pez y Ariadna Gil (narradoras), Luc¨ªa Bos¨¦, Jack Cardiff.
G¨¦nero: documental. Espa?a, 2010.
Duraci¨®n: 80 minutos.
La imagen es la protagonista, con equ¨ªvocos ¨®pticos y realidades ocultas
Al otro extremo del lineal academicismo de la inmensa mayor¨ªa de los documentales espa?oles actuales, La noche que no acaba es pura creatividad desde su original enfoque narrativo: un di¨¢logo a dos voces entre la Ava joven, rotunda, escultural y triunfadora, pero tambi¨¦n muy ingenua, que lleg¨® a Espa?a para rodar Pandora y el holand¨¦s errante, y la madura, destruida y cicatrizada mujer que, poco despu¨¦s de filmar Harem, dej¨® este mundo. Una conversaci¨®n que, recitada por Ariadna Gil y Charo L¨®pez, dos mujeres de diferentes generaciones y ciertas semejanzas f¨ªsicas con Gardner, va acompa?ada de muy diversos testimonios y documentos audiovisuales, pero expuestos de forma ins¨®lita (a veces, incluso, al borde de la discutible digresi¨®n, como ese ba?o nocturno de la doble de cuerpo de Ava o ese decadent¨ªsimo minuto final al piano).
Como en Cravan vs. Cravan y en La leyenda del tiempo, Lacuesta opta por los detalles formales para ir orquestando un discurso propio (continuos ralent¨ªs de las im¨¢genes de archivo, eliminaci¨®n de buena parte de los rostros de los evocadores de vivencias en beneficio de su voz), al tiempo que va posando su mirada no solo en Gardner sino tambi¨¦n en esa esquina del encuadre hist¨®rico que no se suele mirar (el pescadorcillo con nueve fotogramas de pel¨ªcula para la construcci¨®n de su propia historia; el torso y la mano del camarero que lleva a la actriz la botella, siempre la botella, durante sus eternas noches de juerga), pero que le sirve para encontrar nueva y suculenta informaci¨®n a una existencia que deambula entre la inconsciencia, el ¨¦xtasis, la pasi¨®n y el desmadre.
As¨ª, aunque en ciertos textos en off parezca vislumbrarse la monumental iron¨ªa de los originales de Ord¨®?ez, es la imagen la verdadera protagonista de La noche que no acaba. Sobre todo los equ¨ªvocos entre las apariencias ¨®pticas y las realidades que se esconden detr¨¢s.
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