Ave Bernhard
Ensayo. De los pocos autores de la literatura alemana contempor¨¢nea que han tenido alguna influencia en la literatura espa?ola, Thomas Bernhard -muerto en 1989 en la c¨²spide de su fama- a¨²n en vida goz¨® de cierto estatus de autor de culto en Espa?a, y eso no deja de ser sorprendente: precisamente un escritor tan desmedido, amanerado y en el fondo antimoderno, cuyas obsesiones giran en torno a su Austria odiada y querida, ha hecho mella en varias generaciones de escritores peninsulares. Ser¨ªa interesante averiguar las afinidades que motivaron esta adopci¨®n literaria, aunque aqu¨ª no sea el lugar. Seguramente influy¨® el momento hist¨®rico. Las novelas y piezas de teatro de Bernhard, donde hace gala de un furibundo antifascismo y anticlericalismo, empezaron a traducirse justamente al final de la ¨¦poca franquista.
As¨ª en la tierra como en el infierno; Los locos. Los reclusos y Ave Virgilio
Thomas Bernhard
Traducci¨®n de Miguel S¨¢enz
Ep¨ªlogo de Pilar Campos Gallego
La u?a RoTa. Segovia, 2011
222 p¨¢ginas. 14 euros
Sin embargo, lo que se mantiene hoy, m¨¢s all¨¢ de tesituras hist¨®ricas, es el Bernhard de los a?os cincuenta y sesenta, al que pertenecen tambi¨¦n los poemas de la presente edici¨®n. En As¨ª en la tierra como en el infierno, su primer poemario (de 1957), igual que en Ave Virgilio, su ¨²ltimo libro de poes¨ªa (escrito en 1962), se descubre al Bernhard m¨¢s personal, al m¨¢s humano. La profunda seriedad y emotividad de estos textos -embrionarios , atropellados e impenetrables muchos de ellos, pero todos propulsados por el enorme empuje de alguien que apuesta por todo- no deja indiferente. Y si bien Bernhard busca todav¨ªa su propia voz, ha dado ya con sus principales obsesiones, aparte de algunos de sus temas e im¨¢genes, surgidos de un hostil mundo rural: "En los arcones negros de la tierra campesina / est¨¢ escrito que morir¨¦ en invierno / abandonado por mis soles y el murmullo de los baldes / llenos de leche orde?ada".
Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la lucidez que revelan las reflexiones sobre la estrechez de un entorno embrutecido y pacato, resulta verdaderamente turbador con qu¨¦ vehemencia se rebela este fracasado estudiante de m¨²sica y periodista local ocasional contra la fatalidad de la condici¨®n humana. El torrente de poemas de 1958 surge tras salir del hospital, donde Bernhard por los pelos se hab¨ªa librado de la muerte de una enfermedad pulmonar, y refleja n¨ªtidamente esta experiencia l¨ªmite (que ser¨¢ decisiva para todo lo que escribir¨ªa Bernhard m¨¢s adelante). Aqu¨ª est¨¢ la ra¨ªz del odio al mundo, del rechazo a la naturaleza y del enquistamiento despreciativo en el yo. "Leo en los cruces de los caminos / las limitaciones de los aldeanos, / la muerte solitaria de los p¨¢jaros, / encuentro en los arroyos / el abril ro¨ªdo, / la ¨²lcera, / los restos de los corzos del invierno...".
La mayor¨ªa de los admiradores de Thomas Bernhard ignora que la m¨¢xima ambici¨®n en sus inicios era "ser reconocido en la calle como poeta", como confiesa en su cr¨®nica autobiogr¨¢fica El fr¨ªo, pues ten¨ªa a la poes¨ªa por el g¨¦nero literario por excelencia. "En aquella ¨¦poca me hab¨ªa refugiado ya en la escritura, no hac¨ªa m¨¢s que escribir, no s¨¦ ya, cientos y cientos de poemas, s¨®lo exist¨ªa cuando escrib¨ªa". No obstante, tras este furor creativo, Bernhard deja la poes¨ªa. Todos sus poemas se originan en diez a?os, ya que con el ¨¦xito de su novela Helada y de sus relatos abandona el terreno que no le aporta reconocimiento alguno. Posteriormente incluso reniega de su producci¨®n po¨¦tica, probablemente tambi¨¦n porque ya no se identificaba con su fervor piadoso, y proh¨ªbe -con excepci¨®n de Ave Virgilio- la publicaci¨®n de los numerosos in¨¦ditos y la reedici¨®n de los poemas ya publicados.
Este ¨²ltimo poemario, Ave Virgilio, donde Bernhard se proyecta como gran cantor ¨¦pico al lado nada menos del poeta de la Eneida, contiene sin duda sus mejores versos. Aqu¨ª escribe alguien azuzado por la angustia existencial, el dolor de la soledad, y el joven Bernhard todav¨ªa no estiliza su sufrimiento, como hac¨ªa el "artista de la exageraci¨®n" posterior con sus repeticiones y ampliaciones desaforadas. La exigencia de verdad del Bernhard veintea?ero -"Poeta significa: el que dice la verdad. Por tanto, un poema ante todo ha de ser verdadero y aut¨¦ntico"- es tan ardiente como su deseo de escribir poemas perfectamente novedosos. Esta gracia, sin embargo, no le fue concedida; muchos de sus versos revelan los modelos admirados, la poes¨ªa de Trakl, Rimbaud, la extraordinaria y desconocida Christine Lavant. No obstante su deje epigonal, transmiten una fuerza extraordinaria, casi explosiva, brotada de esta rabia vital tan propia de Bernhard, que los arranca una y otra vez de sus moldes po¨¦ticos. "D¨®nde me o¨ªste con este fr¨ªo... / D¨®nde introduje nombres y contranombres / en la historia, en este discurso / de pobreza, mi fantasma... / Mi palabra eleg¨ªa / ovejas, cerdos, golpeaba bueyes pre?ados, / beb¨ªa del lomo de la vaca...
/en libros milenarios / el arado de mi padre desfiguraba las estrellas". La poes¨ªa de Bernhard en las elegantes versiones de Miguel S¨¢enz resulta a veces m¨¢s inteligible que en el original.
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