Atrapado en su discurso
El salario de los pol¨ªticos es un asunto de indudable inter¨¦s ciudadano y period¨ªstico que, mal enfocado, corre el peligro de deslizarse por derroteros morbosos o demag¨®gicos. Las medidas de transparencia que se han introducido en los ¨²ltimos a?os para conocer los bienes e intereses de parlamentarios, alcaldes o concejales han sido positivas. Los pol¨ªticos no perciben sueldos disparatados. Superiores a la media de los espa?oles, s¨ª, pero no escandalosos. Otra cuesti¨®n es que tengan ciertos privilegios que son dif¨ªcilmente tangibles en t¨¦rminos retributivos. Con cierta sorna (y puede que con raz¨®n), un veterano exdirigente sol¨ªa decir que en la pol¨ªtica no era tanto lo que se ganaba como lo que se dejaba de gastar.
En las dos ¨²ltimas semanas, la atenci¨®n se ha centrado en el salario del presidente del PP andaluz, Javier Arenas. La decisi¨®n de Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n de hacer p¨²blica su declaraci¨®n de la renta de los tres ¨²ltimos a?os le puso en un brete del que sali¨® de la ¨²nica manera posible: anunciando en la tribuna del Parlamento que har¨ªa lo mismo.
Los d¨ªas han pasado, Arenas no ha hecho p¨²blica su declaraci¨®n del IRPF y ahora est¨¢ sintiendo la presi¨®n que otros pol¨ªticos sufrieron en su momento, como Alfredo S¨¢nchez Monteseir¨ªn, para que d¨¦ a conocer cu¨¢nto gana. El PSOE cree haber encontrado un fil¨®n en este caso, que si es peliagudo en ¨¦pocas de normalidad, lo es mucho m¨¢s cuando la crisis atenaza a miles de familias.
En lugar de dar a conocer su declaraci¨®n del IRPF, Arenas ha optado por hacer p¨²blico un documento notarial en el que detalla sus ingresos (95.492 euros netos, es decir, una vez realizadas las correspondientes retenciones fiscales) y una parte de sus gastos. Con este paso, Arenas ha pretendido zanjar una pol¨¦mica que lejos de amainar va camino de convertirse en uno de los culebrones del verano.
Desde el punto de vista del debate p¨²blico, en qu¨¦ gasta Arenas el dinero que leg¨ªtimamente ha ganado no aporta nada. Que destine parte de sus ingresos a hoteles, obras sociales, florister¨ªas o almuerzos es irrelevante. En este punto, los pol¨ªticos no deben tener una vara de medir diferente a la de cualquier otro profesional, sea periodista, empresario, notario o funcionario. ?Claro que da morbo conocer en qu¨¦ se gasta su sueldo Arenas! Como lo dar¨ªa saber en qu¨¦ se lo gastan Gri?¨¢n, Zapatero o Rajoy. Pero, una vez satisfecho este morbo, ?se puede decir algo m¨¢s? Creo que no y que los pol¨ªticos, como cualquier persona, deben gastar su sueldo en lo que quieran sin necesidad de dar m¨¢s explicaciones. Esta cuesti¨®n debe seguir perteneciendo, como hasta ahora, al ¨¢mbito estrictamente personal.
Otra cuesti¨®n son las retribuciones que reciben los pol¨ªticos en el desempe?o de su actividad p¨²blica. Ah¨ª s¨ª han surgido y surgen debates que deben interesar a cualquier ciudadano. Las pol¨¦micas sobre los ingresos de los pol¨ªticos han servido para corregir dislates como que un alcalde de un municipio mediano gane mucho m¨¢s que un regidor de una capital; avanzar en acuerdos para fijar las retribuciones municipales en funci¨®n de la poblaci¨®n o conocer que los altos cargos de la Comunidad de Madrid cobran bastante m¨¢s que sus hom¨®logos de Galicia o Andaluc¨ªa. En este punto, la transparencia s¨ª es imprescindible.
En el caso de Arenas, la clave estriba en que, adem¨¢s de sus retribuciones por los cargos institucionales (cobra como senador), tambi¨¦n percibe una importante remuneraci¨®n como vicesecretario general del PP. Es decir, que en su actividad p¨²blica cobra (y tributa) como senador y alto cargo del partido que dirige Mariano Rajoy.
La cuesti¨®n no es si esta doble remuneraci¨®n permite a Arenas ganar m¨¢s que Gri?¨¢n, algo que ¨¦l podr¨ªa explicar con el argumento de que el PP complementa el salario de sus altos cargos. Esta ser¨ªa una escaramuza de d¨ªas, no m¨¢s. El problema de fondo es otro: esta pol¨¦mica ha atrapado a Arenas entre dos principios que pueden cuestionar la coherencia de su discurso. Si no hace p¨²blica su declaraci¨®n del IRPF, se dudar¨¢ del principio de transparencia que defiende. Si la hace p¨²blica, perder¨¢ cr¨¦dito con sus exigencias de austeridad. Se podr¨¢ comprobar que, probablemente, gana bastante m¨¢s que Gri?¨¢n. Para alguien como Arenas, que ha defendido que nadie en la Administraci¨®n andaluza debe cobrar m¨¢s que el presidente de la Junta, ser¨ªa una situaci¨®n inc¨®moda de justificar.
Este es el dilema al que se enfrenta Arenas con la presi¨®n que est¨¢ teniendo para que haga p¨²blica su declaraci¨®n del IRPF: ?sacrificar el discurso de la transparencia o perder cr¨¦dito con el de la austeridad? Dif¨ªcil elecci¨®n.
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