M¨¢s presi¨®n, m¨¢s motivaci¨®n
Contador se alimenta de las dificultades de la carrera para intentar ganar el Tour del miedo
"Nueve d¨ªas de Tour fren¨¦tico, a veces demasiado fren¨¦tico", dice Bjarne Riis, que se queda corto. Al mismo tiempo que el director del Saxo Bank inauguraba la tradicional conferencia del d¨ªa de descanso de Alberto Contador, medio pelot¨®n period¨ªstico del Tour -el que no se achicharraba apretados los cuerpos como sardinas en lata en una peque?a sala de hotel para interrogar al espa?ol-, se dedicaba a recorrer hospitales y recoger partes m¨¦dicos: Vinok¨²rov, operado en la madrugada de una fractura de cadera; Van den Broeck, en una UVI recuper¨¢ndose de los problemas pulmonares derivados de una fractura de costillas y omoplato; Hoogerland, 33 puntos de sutura para cerrar las heridas provocadas en sus piernas por el aterrizaje en un alambre de espinos tras ser lanzado al aire por un coche ("s¨ª, fue un accidente, un error, pero no perdono al conductor", dice el holand¨¦s); Rojas, con fiebre en la cama por un virus... De Flecha, las noticias se recogen en la comisar¨ªa de polic¨ªa de Aurillac, donde por orden del fiscal se ha abierto una investigaci¨®n penal contra el conductor del coche que le atropell¨® mientras marchaba en fuga con Hoogerland y tres m¨¢s. Es, como dir¨ªa el especialista en sucesos, el balance de las ca¨ªdas que han afectado en su primera semana a 200 corredores del Tour del miedo (a unos, varias veces; a otros, ninguna) y provocado al menos 14 abandonos forzosos.
"En los Pirineos sabr¨¦ c¨®mo tengo la pierna, pero voy a estar bien", dice el ciclista de Pinto
De Contador, de sus males -ay, la rodilla doblemente golpeada que, dice, le impide de pie, casi vertical, sobre los pedales el molinillo demoledor del Giro-, de sus esperanzas, de su vida en el Tour que es como una exagerada carrera de obst¨¢culos, se sabe por su boca.
El jueves, antes de la carrera, silbidos; el viernes, en la primera conferencia de prensa, preguntas insidiosas; el s¨¢bado, en la primera etapa, corte por una ca¨ªda masiva y p¨¦rdida de m¨¢s de minuto y medio con los mayores rivales; otro par de d¨ªas, ca¨ªdas, golpes menores pero molestos; todos los d¨ªas, miedo, como los otros 179 corredores que quedan en carrera, a los que, con m¨¢s propiedad que nunca, se debe llamar supervivientes; las dos ¨²ltimas etapas, incluso, a ojos descubiertos, sin gafas porque, como dicen las escuder¨ªas para justificarse, se equivocaba en la salida a la hora de elegir cristales, ?de agua? ?de sol? "Todos los a?os el Tour es dif¨ªcil", dice Contador, que sali¨® a entrenarse limpio, ni una tirita en su rodilla, "pero esta es la primera semana en la que m¨¢s desgaste he sufrido. La presi¨®n de esta carrera no la tiene ninguna otra, pero se trata de convertir la presi¨®n en motivaci¨®n". Es la t¨¢ctica del yudoca, la que tan bien se sabe, la que ha manejado toda su vida, de convertir en aliada la fuerza del enemigo, que la necesita. Lejos de aqu¨ª, en la otra punta, la sencillez, la eficacia quir¨²rgica, con que diseccion¨® y domin¨® el Giro.
Tres d¨ªas antes de empezar los tard¨ªos Pirineos de 2011, Contador, el ¨²ltimo clasificado de los aspirantes, est¨¢ a 1m 41s de Evans, a 1m 38s de Fr?nk, a 1m 30s de Andy Schleck, a 1m 29s de Tony Martin, a 31s de Basso, y a 6s de Gesink.
Interviene Riis entonces. "Ya no somos los grades favoritos, pero aqu¨ª estamos. Alberto est¨¢ detr¨¢s, s¨ª, pero preparado para luchar y seguro de que en la monta?a puede recuperar", dice el dan¨¦s. "No hemos sido el equipo m¨¢s favorecido por la suerte, pero tampoco al que peor le ha ido, pues pese a las ca¨ªdas no tenemos heridos y solo sufrimos las consecuencias del corte del primer d¨ªa. Otros favoritos est¨¢n en casa". Toda la charla es, evidentemente, te¨®rica, pues en un Tour tan roto a¨²n no ha habido terreno de an¨¢lisis pr¨¢ctico. "He visto c¨®mo est¨¢n los rivales, prudentes y en su sitio", dice Contador. "Pero no he podido llegar a ninguna conclusi¨®n porque a¨²n no hemos subido ning¨²n puerto importante. Todos, los hermanos Schleck, Evans, Basso, Kl?den, son una inc¨®gnita hasta que lleguen los Pirineos. A todos les temo por igual. En los Pirineos tambi¨¦n sabr¨¦ c¨®mo tengo la pierna, pero voy a estar muy bien".
En los Pirineos todos esperan su ataque fulminante al pie de Luz Ardiden, pero ¨¦l, aunque tenga que recuperar tiempo, quiz¨¢s vaya con otras ideas. "Siempre se me pregunta a m¨ª cu¨¢ndo voy a atacar", dice. "Pero hay otros que est¨¢n delante de m¨ª que est¨¢n m¨¢s obligados a atacar para sacar tiempo a Evans antes de la crono: los hermanos Schleck, Basso... Yo, como siempre, me guiar¨¦ por mis sensaciones, y por la rodilla, claro".
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