Cuesti¨®n de alternativas
En el debate sobre el estado de la naci¨®n se repiti¨® una vez m¨¢s el viejo mantra: no hay alternativa a las suicidas pol¨ªticas proc¨ªclicas de austeridad fiscal neoliberal impuestas a los pueblos y a los Parlamentos europeos por los mercados financieros internacionales y la incompetente troika del BCE, el FMI y la Comisi¨®n Europea. A despecho del af¨¢n por desmarcarse de las pol¨ªticas que llevaron al PSOE a la cat¨¢strofe electoral del 22 de mayo, el nuevo candidato, Rubalcaba, no pudo menos repetir la misma cantilena: en lo fundamental, no hab¨ªa otra opci¨®n. ?Es verdad?
Supongamos que lo fuera. Eso significar¨ªa, por lo pronto, que todas las revueltas y protestas sociales presentes y venideras, pac¨ªficas o violentas, que est¨¢n creciendo aceleradamente en todo el continente -acampadas, manifestaciones, huelgas generales-, estar¨ªan condenadas a estrellarse contra una pared inamovible. Y significar¨ªa que cualquier posible decisi¨®n parlamentaria contraria al dictado de la troika se estrellar¨ªa contra la misma pared.
La pol¨ªtica econ¨®mica que se jacta de no tener alternativas es en s¨ª una amenaza a la democracia
Hay que buscar otras opciones a las pol¨ªticas de ajuste que dicta la troika
Quedar¨ªa, a lo sumo, tratar de "explicar" al pueblo doliente, y pretendidamente ignorante, la idoneidad de esas pol¨ªticas sin alternativa posible; "hacer pedagog¨ªa", como les gusta decir de consuno a tertulianos y pol¨ªticos de orden, esos de los que, como dir¨ªa nuestro fallecido amigo Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n, nunca se sabe de d¨®nde sacan pa tanto como destacan.
?Qu¨¦ hay que explicar? Que la pol¨ªtica sin alternativa es ella misma, y por s¨ª misma, y por eso mismo, una amenaza a la pervivencia de la democracia en Europa, como acaba de advertir el nada alarmista premio Nobel de Econom¨ªa Amartya Sen desde las p¨¢ginas del diario The Guardian el 22 de junio de 2011. Que la sola idea de una austeridad fiscal "expansiva" es una ignorante ilusi¨®n nacida de la destrucci¨®n de la teor¨ªa macroecon¨®mica acometida por acad¨¦micos a sueldo y cabilderos varios en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, ese "periodo oscuro", de olvido premeditado y banderizo de conocimientos s¨®lidamente adquiridos por las generaciones anteriores, como han repetido hasta la saciedad otros dos premios Nobel, Paul Krugman y Joseph Stiglitz.
En suma: que la pol¨ªtica econ¨®mica "sin alternativa" no es propiamente una alternativa cre¨ªble -ni siquiera desde sus propios supuestos normativos-, sino una ofensiva en toda regla contra la soberan¨ªa y el bienestar de las poblaciones trabajadoras europeas e incluso, posiblemente, como ha advertido la ONU a prop¨®sito de Grecia, contra los derechos humanos tout court. Una ofensiva que no puede sino traer consigo ruina, dolor, desigualdad y conflictos sociales de creciente pugnacidad y consecuencias imprevisibles.Un a?o despu¨¦s del giro del 9 de mayo -cuando supuestamente estuvimos "al borde del abismo"- y del inicio de las contrarreformas "salvadoras", el desempleo y la precariedad laboral est¨¢n peor, no mejor. La recaudaci¨®n fiscal cae. Las ventas minoristas se han desplomado en el primer semestre de este a?o. Crecen la morosidad y las ejecuciones hipotecarias. Se dispara la pobreza. Los mercados financieros, lejos de "calmarse", parecen exigir con redoblada ferocidad ulteriores sangr¨ªas: nuestra prima de riesgo es ahora indeciblemente m¨¢s alta. La derecha pol¨ªtica hostil al Estado social anda recrecida; la izquierda social, desenga?ada de la pol¨ªtica. Y toda Europa se halla en zozobra: cay¨® Irlanda, luego Portugal, y ahora se ciernen negras amenazas sobre la tercera econom¨ªa europea, Italia, y con ella, nuevamente sobre Espa?a.
La pol¨ªtica "sin alternativa cre¨ªble" es ella misma incre¨ªble: eso es lo que han entendido los millones de indignados que se lanzan a la calle en Grecia, en Espa?a, en Italia, en Portugal o en Gran Breta?a. ?Por qu¨¦, pues, parece no haber alternativa? Primero, claro, porque el establishment lo repite sin cesar, en todos los grandes medios de comunicaci¨®n, p¨²blicos y privados: a veces, hasta fingiendo lamentarlo. Y porque se ningunea a las voces discordantes, a las moderadas no menos que a las radicales. Un d¨ªa, un redicho locutorcillo de tres al cuarto de la televisi¨®n p¨²blica catalana se permite hablar con displicencia del premio Nobel Krugman: "Sus propuestas keynesianas contra la crisis ya fracasaron". Otro, un soci¨®logo electoral, se permite glosar con cuatro tonter¨ªas superficiales desde las p¨¢ginas de EL PA?S la teor¨ªa cognitiva de las met¨¢foras -de la que, obviamente, no entiende una palabra- y a cuenta de eso, despachar sin mayor argumentaci¨®n, adem¨¢s de a los indignados, a todos los economistas y cient¨ªficos sociales cr¨ªticos de ATTAC, a los que nos llama sin m¨¢s "colectivistas" trasnochados. Y as¨ª sucesivamente.
La impresi¨®n dominante es que cualquier alternativa imaginable a la pol¨ªtica "sin alternativa" habr¨¢ de estrellarse contra el p¨¦treo muro de una troika empe?ada ahora en destruir la democracia europea con el mismo celo dogm¨¢tico con que llev¨® incompetentemente a nuestra econom¨ªa a la cat¨¢strofe en 2008. Contestando a Llamazares, el presidente Zapatero lo expres¨® con patetismo en el debate parlamentario: "No ha sido un giro a la derecha", sino... un "paso atr¨¢s" (veros¨ªmilmente, ante fuerzas pol¨ªticamente insuperables). La "edad oscura de la macroeconom¨ªa" lamentada por Krugman parece haber nublado tambi¨¦n las cabezas de muchos pol¨ªticos de centro-izquierda, lo que, en convergencia con la sensaci¨®n de impotencia pol¨ªtica, les hace ver como radicales o como implausibles, o aun como t¨¦cnicamente inviables, medidas que, razonabil¨ªsimas y dignas cuando menos de ser debatidas, no tendr¨ªan, en principio, mucho de tales. Por ejemplo, la reivindicaci¨®n de una renta b¨¢sica universal de ciudadan¨ªa ligada a un nuevo robustecimiento del Estado social y democr¨¢tico de derecho, una reivindicaci¨®n que ahora mismo est¨¢ abri¨¦ndose, vigorosamente, paso entre los indignados europeos y que no hace tanto mereci¨® el respeto y la simpat¨ªa de la izquierda y del centro-izquierda parlamentarios espa?oles.
Dos cosas est¨¢n claras, cuando menos. La primera: que en la ra¨ªz de los males econ¨®micos que aquejan a la eurozona hay un problema de dise?o institucional b¨¢sico, cual es la carencia de una autoridad fiscal capaz de lidiar con la crisis a trav¨¦s de pol¨ªticas de est¨ªmulo fiscal, en vez de limitarse a las err¨¢ticas y vergonzantes semimedidas camufladas de pol¨ªtica monetaria del BCE (como el amago, este 12 de julio, de compra de deuda soberana de Estados miembros por parte del BCE, para frenar in angustiis el desplome de la renta variable y la espiral del riesgo pa¨ªs en Espa?a y en Italia). La segunda: que quienes de verdad parecen mandar en la UE no tienen la menor voluntad pol¨ªtica de cambiar el dise?o. Y eso es lo que parece condenar, quieras que no, al conjunto de la eurozona a una carrera hacia el abismo de la deflaci¨®n competitiva y la destrucci¨®n salarial, y a los pa¨ªses perif¨¦ricos, a la austeridad fiscal neoliberal, a la progresiva puesta en almoneda de todo su patrimonio p¨²blico y al suicidio econ¨®mico sin esperanza.
Eso tal vez no tiene remedio a corto plazo, salvo que la amenaza de un gran -y cada vez menos improbable- movimiento de contestaci¨®n social fuerce a las ¨¦lites europeas a otro camino (para empezar, a algo tan sencillo como que el BCE emitiera eurobonos respaldados de consuno por los miembros de la eurozona). Aun as¨ª, seguir¨ªa habiendo alternativas estrictamente nacionales harto menos traum¨¢ticas que una posible -y al paso que vamos, quiz¨¢ inevitable- salida del euro. Hace meses, por ejemplo, que el s¨®lido Marshall Auerback viene proponiendo a Grecia un camino alternativo de salvaci¨®n nacional y de preservaci¨®n de los derechos humanos y sociales de su poblaci¨®n. Incluso en su actual situaci¨®n l¨ªmite, Grecia -como la Rep¨²blica de Irlanda, como la rep¨²blica portuguesa, como el Reino de Espa?a- podr¨ªa perfectamente colocar con ¨¦xito en mercados financieros privados bonos p¨²blicos emitidos con la cl¨¢usula de que, en caso de declararse en quiebra, sus tenedores podr¨ªan usarlos para pagar impuestos al Gobierno griego. Un expediente que har¨ªa inmediatamente obvio a los inversores que los nuevos t¨ªtulos p¨²blicos ser¨ªan "moneda buena", valedera mientras el Estado griego sea capaz de exigir y recaudar impuestos.
Es solo un ejemplo, entre muchos. ?No es sospechoso que, mientras abundan la conspiraci¨®n del silencio y la gratuita descalificaci¨®n de quienes se oponen al desastre anunciado, escasee en los grandes medios de comunicaci¨®n establecidos la discusi¨®n sobre propuestas alternativas de este tipo?
Antoni Dom¨¨nech es catedr¨¢tico de la Facultad de Econom¨ªa y Empresa de la UB. Daniel Ravent¨®s es profesor titular en esa misma facultad y presidente de la Red Renta B¨¢sica (www.redrentabasica.org). Ambos son miembros del Consejo Cient¨ªfico de Attac-Espa?a y redactores de la revista pol¨ªtica SinPermiso (www.sinpermiso.info).
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